Este curioso país es el más pequeño del Sudeste Asiático. Está formado por 63 islas que limitan al norte con Malasia y al sur con Indonesia. Sus 730 kilómetros cuadrados han ido creciendo en extensión a la vez que en desarrollo económico pero ganando terreno al mar. Desde hace un tiempo, esta ciudad-Estado, porque la capital también acoge el nombre del país, está en boca de los más poderosos del planeta y en Uppers nos preguntamos por qué. Llama la atención cuántos ricos hay en Singapur, cuáles son los atractivos de esta república parlamentaria y cómo es la vida en Singapur tan distinta a la de sus países vecinos.
El país es una puerta al continente asiático de la misma forma que mantiene una gran afinidad con Occidente por la influencia británica. Los templos budistas comparten las calles con las casas de estilo británico o los espectaculares rascacielos y en los puestos de comida se puede almorzar un arroz frito al estilo indonesio o una hamburguesa.
En 1819 Stamford Raffles fundó el Singapur moderno al convertirlo en puesto comercial de la Compañía Británica de las Indias Orientales con el permiso del Sultanato de Johor. Poco después, el Reino Unido obtuvo la soberanía sobre la isla y en 1826 se convirtió en una de las Colonias del Estrecho. En 1963 declaró su independencia del Reino Unido y desde entonces la ciudad-Estado ha prosperado más que rápido.
La pandemia de la Covid-19 ha golpeado muy duro a los países del Sudeste Asiático, sin embargo, Singapur se ha mantenido como un paraíso para los negocios de las familias adineradas y poderosísimas de China, de Indonesia y de Malasia. No solo se ha posicionado como punto financiero, sino que, en las últimas décadas, millares de personas con las carteras repletas no han escatimado gastos en cortos viajes de placer, compras, juego en sus casinos e incluso de salud, porque aquí se encuentran las clínicas más prestigiosas.
Recientemente, el G-7 ha llegado a un acuerdo, que se espera que sea aprobado por el G-20, con el que garantizar unos ingresos suficientes que paguen los gastos de la Covid-19 a partir de nuevas medidas impositivas y una mayor presión fiscal sobre los milmillonarios. Dentro de Europa, en países como Holanda, Irlanda, Luxemburgo, Malta o Chipre se encuentran las sedes corporativas de muchas empresas por sus ventajas tributarias y quieren seguir teniendo la capacidad de elegir sus tipos fiscales. En Singapur sucede lo mismo y al más alto nivel.
La ciudad-Estado tampoco quiere participar en esos objetivos del G-7 porque prefiere seguir siendo el lugar predilecto de los más ricos. Entre los objetivos de las autoridades de Singapur está mantener su condición de jurisdicción con baja tributación y unas normas permisivas con respecto al secreto bancario. La intención es continuar atrayendo capitales de forma masiva.
No solo las familias asiáticas más pudientes buscan en Singapur un lugar para asegurar la mayor rentabilidad de su dinero. Las norteamericanas y las europeas están actuando de forma semejante.
Estas fortunas familiares llegan a la ciudad-Estado porque los gastos fiscales por Sucesiones son menores. Aquí se encuentran con que hay exenciones a las licencias para family offices y para las plataformas de inversión que gestionan de forma íntegra los grandes patrimonios, que buscan consolidar la riqueza intergeneracional.
A todo esto, se suman las facilidades burocráticas y la posibilidad de eludir impuestos. Por ejemplo, si un estadounidense residente en Singapur invierte en activos de la Bolsa de Wall Street, en vez de pagar a las arcas federales el 40% del valor de sus acciones, queda exento si opera a través de un holding desde Singapur.
Queda claro entonces porqué los más ricos del planeta siguen eligiendo Singapur como lugar en el que vivir y establecerse; obtienen los mayores réditos, fiscales y financieros, de sus carteras de inversión y de sus patrimonios. La lista de nuevos residentes en el país crece de forma asombrosa. En los últimos meses se han constituido más de 400 nuevas family offices, el doble que a finales de 2019.
El país ofrece la residencia a aquellos ciudadanos extranjeros, a propietarios de negocios o familias calificadas, sobre todo a estadounidenses, que permanezcan tan solo 25 días en su territorio. Proporciona diversas opciones de pasaporte y de alternativas de residencia de larga estancia y por periodos indeterminados.
A cambio, deben invertir 2,3 millones de euros en un negocio local, poseer ciertos fondos o una oficina familiar con al menos 200 millones en activos. Lo que quiere Singapur es hacer crecer las industrias nuevas y crear puestos de trabajo para los residentes y no le es indiferente que el capital sea extranjero.
A los nuevos residentes no les importa que el país sea uno de los más caros del mundo para vivir; es calificado como el segundo mejor lugar en cuanto a infraestructuras, servicios, medio ambiente, clima político, transporte y atención médica.
Prueba de ello es el crecimiento de las solicitudes para entrar como miembro de los clubs de golf privados; el incremento en el precio de los inmuebles; el número de aperturas de restaurantes con estrellas Michelín; o las ventas de coches de lujo, un 60% más desde mediados de 2020. Además, Singapur ya cuenta con el 30% de sus ciudadanos inmunizados frente a la Covid-19, casi el doble que China y un porcentaje muy superior al de los vacunados en Malasia o Indonesia.
En el ámbito empresarial, numerosos bancos han potenciado su presencia en el último año para abordar la oleada de flujos de capitales foráneos. Amazon se ha establecido aquí para atender las ventas en el Sudeste Asiático de los smartphones de última generación, al igual que TikTok, Alibaba y muchas startups tecnológicas.
Los expertos aseguran que tras la pandemia Singapur se convertirá en uno de los mayores enclaves financiero, fiscal, de inversión y empresarial. Aunque supondrá un encarecimiento en los gastos diarios para la población en general y un foco de inestabilidad social de cara al futuro debido al incremento de las desigualdades.