Quedarse viuda es una situación dolorosa, una herida emocional que necesita un tiempo de cura, el famoso tiempo de duelo (de la negación del hecho a la aceptación de la nueva situación). Los expertos afirman que superar este duelo lleva al menos un año, 12 meses mínimos de un proceso que no siempre es lineal y que cuesta compartir.
Pero si hay otro momento difícil en la vida de una mujer que ha perdido a su pareja es el momento en el que siente que ha vuelto a enamorarse y que quiere rehacer su vida. En ese caso, no solo debe luchar contra ella misma, contra la sensación de que de alguna manera está traicionando a su antigua pareja, sino contra el qué dirán y contra un cúmulo de prejuicios. Y esto es algo que parece afectar más a mujeres que a hombres. Pensemos en el vals de 'La viuda alegre'. ¿Existe alguna versión en masculino? Parece que no.
"Comenzar una relación de pareja con un viudo es una de las cosas más difíciles que he visto en terapia", asegura Lara Ferreiro, psicóloga y terapeuta experta en parejas. Es más difícil que iniciar una nueva vida tras una separación. La convivencia no ha cesado por una mala relación, sino por la muerte de un miembro de la pareja, algo traumático, sobre todo si hay hijos y si ha sido de manera fulminante.
Por eso, la decisión más difícil empieza por que la viuda quiera vivir una nueva vida. Es frecuente que haya cierta idealización de la persona perdida, lo que le lleva a estar comparando siempre en un proceso que se puede enquistar.
Por esta razón, antes de iniciar un nuevo vínculo primero hay que sanar y retomando actividades poco a poco. Lo ideal es ser amigos antes que pareja, ver la compatibilidad real y los valores que comparten. "A veces, los viudos buscan algo parecido a su pareja fallecida, pero lo normal es que la otra persona sea muy diferente y haya que buscar nuevos patrones", señala Ferreiro.
La ira no es el único sentimiento que aflora en una viuda que está a punto de iniciar una nueva vida. Puede pensar que está traicionando a su antigua pareja y que no tiene derecho a ser feliz. También van a surgir sentimientos de tristeza y miedo, además de mucha culpabilidad.
Pero quizá el más fuerte sea el miedo al qué dirán. La vergüenza social existe porque existe la vieja creencia de que si has querido mucho a una persona, nadie la puede reemplazar. Pero esto no es así, hay relaciones malas que duran toda la vida por intereses o por la imposibilidad de ruptura y relaciones magníficas que terminan siendo cortas por circunstancias de la vida. ¿Qué puede hacer una viuda que está decidida a rehacer su vida para salir de ese bucle? Los expertos dan las siguientes recomendaciones.
Cada amor nos aporta algo distinto, como cada etapa de la vida demanda actitudes distintas. Ser consciente de nuestro momento vital es importante para estar en plenitud (o al menos intentarlo) y para no caer en la trampa de la comparación.
No podemos dejar de querer porque sintamos que estamos siendo infieles a nuestra anterior pareja. Seguramente, querría lo mejor para nosotros y estaría feliz de que rehiciéramos nuestra vida.
A veces los comentarios hirientes o irónicos de nuestro entorno nos llevan a desarrollar sentimientos de culpa que sabotean la nueva relación. La culpa nunca debe formar de una relación sentimental.
¿Qué se puede hacer para evitarla? Depende mucho de la relación que se haya mantenido con la pareja fallecida, pero hay algo inapelable: el momento presente es lo único real y lo que debemos gestionar como un tesoro. Solo se vive una vez.
La nueva relación suele generar mucha crítica tanto en los hijos, como en la familia, entre los vecinos, el entorno... Y pueden ser, incluso, los primeros en comparar a la nueva pareja con el fallecido. En este punto, hay que hacer un ejercicio de paciencia, dejar que el tiempo ponga las cosas en su sitio y explicar al entorno cercano lo bueno de esa persona y lo que va a aportar a la vida de todos.
En la familia puede haber un shock y que surjan opiniones polarizadas, desde "estás traicionando a papá" a "la vida es corta". Pero, en cualquier caso, es normal que los hijos sientan ansiedad ante la nueva pareja de su madre. Para mitigar estos sentimientos es importante que la persona viuda y su nueva pareja tengan claro qué tipo de relación mantienen y a dónde quieren llegar. Cuando son pequeños, hay que darles la posibilidad de que pregunten y expresen sus emociones.
Lo fundamental es que no vean que su entorno familiar está amenazado. Los hijos tienen que saber que la nueva pareja nunca va a sustituir al padre muerto, pero que es alguien que va a estar en sus vidas y que hay que aceptarla. Al mismo tiempo, hay que huir de la imposición, el nuevo vínculo familiar se irá creando poco a poco, bajo la sabia acción del tiempo.