¿Sospechas que tu hijo sufre bullying? El protocolo a seguir según los expertos para que todo vaya bien
La Fundación Anar junto con la Fundación Mutua Madrileña han presentado recientemente su IV estudio de acoso escolar en la línea de la prevención y contando con las opiniones del pasado curso de alumnos y docentes de unos 300 centros educativos de toda España
Oriol Julià Aguarón, educador, formador y presidente de Equipo SEER y cocreador del programa y plataforma PDA Bullying, asegura que cada centro escolar debe tener un protocolo interno anti-bullying, interiorizado y personalizado
En un acoso de caso, es imperativo buscar ayuda profesional y no culpabilizar a la víctima
Temor, vergüenza, sentirse blanco de recriminación de los agresores o incomprensión por parte de padres u otros familiares, se presentan como sentimientos y sensaciones que los adolescentes que sufren bullying pueden experimentar. Los padres pueden llegar a escuchar con un 'no quiero ir hoy a clase' y desconocer qué le ocurre al hijo. ¿Qué pueden hacer las familias frente a una sospecha de acoso escolar? ¿Qué pasos deben seguir? Un experto aclara estos y más puntos.
Profesionales duchos en la materia sostienen que la prevención del bullying ha de tener comienzo en los hogares. Los padres han de escuchar al hijo respetando sus tiempos, hacerle sentir protegido y valorado. La Fundación Anar junto con la Fundación Mutua Madrileña han presentado recientemente su IV estudio de acoso escolar en la línea de la prevención y contando con las opiniones del pasado curso de alumnos y docentes de unos 300 centros educativos de la Comunidad Autónoma de Madrid, la Comunidad Valenciana, Castilla y León, Islas Baleares e Islas Canarias. Uno de cada cuatro participantes de la muestra, asegura haber formado parte de una situación de acoso escolar sin tan siquiera saberlo. Respecto a la respuesta del centro educativo, seis de cada diez alumnos (61,7%) revelan que su centro escolar no actúa en esas situaciones. Como dato a resaltar, existe una tendencia que va en aumento en lo que se refiere a insultos, motes y burlas.
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Oriol Julià Aguarón, educador, formador y presidente de Equipo SEER y cocreador del programa y plataforma PDA Bullying, asevera que quien ha de tener un protocolo interno, interiorizado y personalizado es el colegio. “Deben tener el protocolo preparado para ponerlo en marcha cuando sea necesario, más aún con la nueva ley de protección del menor en la que hay que activar la figura del coordinador de bienestar y de protección al niño y adolescente. En el caso de ser una persona externa, el centro también debería contar una persona interna que se haga responsable del protocolo porque es quien mejor sabe lo que pasa dentro. Confío en los centros y su formación. La ley responsabiliza a la dirección del centro de lo que ocurra. Por lo tanto, la institución educativa debería ser la máxima interesada en que esto no sucediese”.
La necesidad de una detección preventiva continuada
El experto subraya que no se debe obviar el hecho de que muchos centros educativos hagan una buena labor y de ellos no salen malos datos, tampoco todo lo que hacen bien. “Nosotros que somos una empresa privada sabemos que muchos colegios e institutos a nivel interno realizan un adecuado trabajo. Y la prueba radica en que muchos de ellos nos contratan y gastan un dinero que podrían usar en otras cosas, pero se preocupan porque no exista violencia”.
Julià Aguarón perfila en cuanto a la institución educativa y su protocolo, que, si no tiene un recurso público, el centro tendría que asesorarse de forma privada o dejarse acompañar para tener un buen programa de convivencia y un óptimo reglamento funcional como circuitos prácticos que permitan que si sucede pueda detectarse lo antes posible y actuar. “En el caso de los colegios, lo más olvidado es la una detección preventiva continuada. Tiene que haber mecanismos que te permitan una observación ininterrumpida del grupo, y no me refiero a un sociograma cada dos años, sino tener una cultura en la que los profesores valoren la dinámica del grupo, las relaciones, no la parte académica, sino cómo está ese grupo de cohesionado, quién podría estar en una situación de riesgo... Todo eso debería incorporarse en la cultura del centro y posibilitaría no detectar casos graves”.
Pasos a llevar a cabo las familias frente a una sospecha de bullying
Este educador especifica los siguientes puntos:
- Tenéis el derecho de ir al colegio y ver qué sucede haciéndolo de un modo formal. La idea es una entrevista con el tutor y si no ofrece respuesta en una semana, puedes saltarte la cadena y pedir una reunión con jefatura de estudios exponiendo formalmente lo que ha dicho tu hijo. Tras eso, debe activarse el protocolo ya que es un indicador de situación de alerta.
- Debéis poneros a disposición del colegio. El colegio no tiene que facilitar nombres ni tampoco los necesitáis. Mi consejo es no hablar con la familia del joven en rol de agresor, porque, aunque tú sepas tu estado emocional, no conoces el de la otra familia y más si le dices que su hijo está acosando al tuyo. Es papel de la escuela el mantener entrevistas con las familias.
- No cambies a tu hijo inmediatamente de colegio. Soy contrario a que las medidas cautelares se tomen con la persona en rol de víctima porque se le da un mensaje equívoco, como que es el culpable o responsable de lo que le ocurre. No quiero ser determinista, pero, en ocasiones, valorándolo y explicándolo de un modo que el joven lo comprenda, puede hacerse ese cambio. Sin embargo, en primera instancia, han de explorarse otras vías, como cambiar de clase al adolescente en rol de agresor o solamente reforzar la figura del adulto.
- Desde primer instante tenéis que estar informados por el centro educativo y saber cómo van a proceder, sea bullying o no. Si no es bullying, al adolescente le sucede algo, así que hay que pedirles que actúen para averiguar qué es.
- En cuanto a plazos, al colegio habría que darle un tiempo estimado de una semana para detectar el acoso, dos más para activar los diferentes puntos del protocolo y tras eso, uno o dos meses para ver los resultados. La violencia ha de pararse desde el primer momento, aunque el pararla no supone que el bullying haya cesado. La violencia puede retornar. Si tras esos dos meses no hay buenos resultados, se procede a solicitar otra reunión con el centro escolar. Si el colegio no diese soluciones, se tomarán otras medidas, esta vez fuera de la institución. No obstante, hay que recalcar que es en el colegio donde debería resolverse el problema.
“Resulta preciso buscar ayuda profesional para el hijo y, sobre todo, no culpabilizarle. En el adolescente se genera un dolor que puede condicionar su manera de relacionarse toda la vida, por lo que debe abordarse ese dolor y trabajarlo. En cuanto al rol de víctima o de agresor, se puede parar la violencia y quedarte en el papel. Pero, el estado de necesidad no les saca de esa representación y en cualquier momento la violencia puede reproducirse. Podemos señalar que hay una restauración cuando los implicados han salido del rol y aunque es más difícil que un centro educativo lo pueda abordar desde dentro, sí pueden hacer un seguimiento del trabajo que se esté haciendo en el exterior, el trabajo terapéutico, por ejemplo, tan necesario”, refiere el presidente de equipo SEER.
Atender a los cambios y no normalizar determinadas conductas
El formador aclara que no resulta imprescindible que el hijo diga que le sucede algo en el colegio para ir a preguntar. Sin embargo, hay familias que no lo hacen. “Si como padres se comprueba que los hijos están sufriendo cambios a nivel académico o social, como dejar de estar con ciertos amigos o evitar responder a preguntas y poner mala cara, uno puede solicitar una tutoría, sin que suponga de primeras creer que existe bullying”.
Julià Aguarón manifiesta que los padres tienden a normalizar ciertas conductas o cambios, bien sea por la adolescencia o por identificarlas como 'cosas de niños'. “Los cambios tienen motivos y estos últimos pueden ser bullying. Los colegios tampoco han de dejar pasar esos cambios significativos", identifica el experto.
Se pasarán muchos indicadores por alto sin uno apenas darse cuenta. Un padre o una madre pueden creer que su hijo tiene algo personal hacia ellos. Sin embargo, podrá encontrarse oprimido a nivel emocional soportando una situación de acoso en el colegio o instituto, algo que le haga explotar seguidamente en casa. Y esto no se trata de culpabilizar a las familias porque el dolor que acarrean estas circunstancias es inmenso”, finaliza este profesional.
Otro importante recurso es el teléfono contra el acoso escolar del Ministerio de Educación y Formación Profesional, 900.018.018, atendido por psicólogos y resultando un servicio gratuito, confidencial, anónimo y que se encuentra operativo las 24 horas del día.