Mar Romera, sobre cómo poner límites a un adolescente: "A ningún niño le traumatiza un 'no'"
“Los chicos no tienen vínculos con nada porque tampoco conocen consecuencias hacia ellos”, reconoce Romera.
La pedagoga declara que ha de respetarse a los niños sin anteponer otras cosas
"Sus referentes dejan mucho que desear”, señala la profesional
Aunque las hormonas también influyen, no todo tiene que ver con ellas en el comportamiento del adolescente. En esa etapa “se produce la poda neuronal para que el cerebro rinda más y mejor”. El joven se encuentra en un momento de descubrimiento y búsqueda personal, ¿qué influye en su camino? ¿Cómo poner límites a los hijos adolescentes y qué deberían conocer las familias? A continuación, la creadora del modelo pedagógico 'Educar con tres ces' (capacidades, competencias y corazón), también en formato libro, descifra estos y otros interrogantes.
Mar Romera (Heidenheim an der Brenz, Alemania, 1967), pedagoga y especialista en inteligencia emocional ha asegurado que a ningún niño le traumatiza un “no”, profundiza en sus libros en temas como la infancia, la juventud, la familia, la escuela y la educación: 'La escuela que quiero' o 'La familia, la primera escuela de las emociones' (ambos de Ediciones Destino), entre otros.
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Pese a que se suele hablar de un desborde hormonal en la adolescencia, la experta explica que las últimas investigaciones al respecto aclaran que los cambios en la persona son debidos a una reestructuración neurológica del cerebro. “En la época adolescente se produce la denominada poda neurológica y lo que hace es la eliminación de una serie de conexiones sinápticas dando paso al fortalecimiento de otras. Se trata de una reorganización del cerebro del Homo Sapiens Sapiens”, apunta la también psicopedagoga y maestra.
"La primera etapa de la infancia, del útero materno/primer año de vida a los 6 años hay un proceso efervescente de conexiones neurológicas inversamente proporcional a la edad cronológica. Es mucho más potente el primer año de vida que el sexto. Los 6-12 años suponen de mayor estabilidad y a partir de los 12-13 años (las edades son muy relativas) ocurre la poda, es decir, como si se quitase el ramaje menos utilizado para intentar que nuestro cerebro se vuelva más eficiente y responda mejor a la demanda del ambiente”, expone la presidenta de la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci (APFRATO).
La autora afirma que, dependiendo de las estructuras, los límites, la normas, los valores, los modelos y referentes que son fundamentales en el adolescente, la respuesta del mismo se traducirá a un modo u otro.
Demasiada información para procesar
Romera habla de la familia como la primera escuela en su libro con el mismo título y en ese entorno es donde se conforman los valores en los niños. “El aspecto emocional y la escucha activa son determinantes”.
Como en todo, la familia puede saber lo que tiene que hacer, de hecho, en la actualidad la bibliografía para los padres es infinita y abruma. “Todo el mundo lee cómo educar para ser un supuesto “buen” padre/madre. Como progenitor uno puede saber que debe educar con límites, que ha de soltar amarras, que debe dejar que su hijo se caiga y se equivoque, que se empodere y también que no debe vivir la vida por él, pero resulta muy difícil dejarle”, subraya esta profesional.
La pedagoga recuerda una canción de Maldita Nerea, 'Te prometo libertad', que especifica ser un claro ejemplo de lo que un niño pide al adulto, a su referente, que le otorgue libertad: Si tu no ves mi cielo, no sabré jamás volar. Y si quieres que sea grande y que encuentre mi lugar, no podré si no confías y me dejas libertad (…) Si quieres que sea libre, dame tu la libertad. Y yo te prometo libertad.
La escritora añade que la receta posible para dejar a los hijos volar, es el tiempo. “El cerebro del ser humano está prototipado para la supervivencia. Esto es, quiero mucho a mis hijos, pero tengo que trabajar fuera y dentro de casa, siempre corro. Llega a resultar más fácil hacerle algo al hijo que esperar el tiempo suficiente para que aprenda y lo haga solo”.
Los límites que se ponen a los niños y adolescente “están para que se los salten, pero con prudencia”, por lo que como padres -la maestra considera- que es apropiado estar a su lado y observarles en la distancia.
¿Cuentan con aspiraciones y buenos referentes?
La popular conferencista tiene claro que a los jóvenes les faltan referentes, aspiraciones y vínculos con la naturaleza y el planeta. “El 99% de los chicos ante una casuística saben qué está bien y qué no lo está, pero otra cosa es el momento de proceder y esto está determinado claramente por sus referentes. En un momento en el que los hijos están hiperregalados, hiperprotegidos o hiperestimulados, preocupa que no tengan capacidad para debatir o argumentar frente a cuestiones que repercuten a nivel social”.
El planteamiento de los jóvenes es inmediato, no les preocupa tanto el futuro y perciben mal su momento presente. "No estamos hablando de que son malos chicos o que no sufren, sí lo hacen, solo hemos de consultar los elevados porcentajes de depresión y suicidio. Pero para ellos, aunque haya guerras o algún desastre natural, sus circunstancias de vida no se ven alteradas, en su vida no hay consecuencias”, argumenta Romera.
La especialista en infancia y juventud perfila que hay necesidad de límites y valores y es crucial mantener desde la infancia un total respeto a los menores, algo que -en palabras de la psicopedagoga- no ocurre. "Por datos de un informe de Save the Children de 2019, se estima que uno de cada cuatro niños en España sufre o ha sufrido violencia por parte de sus tutores legales. Por lo tanto, nos preguntamos qué pasa, pero hemos de pensar en los derechos de los niños, si se les tiene en cuenta y si se acata lo que dicta la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN)”.
La experta refiere que son indispensables más profesionales cultos, respetuosos, que acompañen socioemocionalmente a los niños y jóvenes, que sean buenos modelos y atiendan conscientemente al individuo que tienen frente a ellos. “El sistema educativo debe estar pensado para lo que no se da de manera natural y para quienes no poseen todas las papeletas para triunfar, esto es, para quienes no disponen de un hogar con padres implicados, con un ambiente cómodo y preparado para cubrir sus necesidades... El sistema sigue siendo clasista, reduccionista, poco preparado y no hablo de bajar el nivel, todo lo contrario, pero evitando cosas innecesarias que no aportan nada”, culmina Romera.