Las vacaciones escolares comienzan hoy en la mayoría de las comunidades españolas. El cese de las clases implica el cambio en la dinámica familiar, con un tiempo libre que llegará hasta principios de septiembre. Conciliar el tiempo de trabajo de los padres con el ocio de los hijos es complicado: se trata de dos 'relojes' de difícil adaptación, sobre todo cuando son adolescentes y deben compatibilizar las salidas con las responsabilidades domésticas que, poco a poco, tienen que ir adquiriendo.
Según los expertos, lo importante es proporcionar a los hijos los medios para que se mantengan activos mientras aprenden y que, de esta manera, no caigan en un estado de aburrimiento perpetuo o de pereza extrema, esa que les impide realizar las actividades más elementales. Con un poco de constancia y firmeza conseguiremos que interioricen ciertas rutinas y nos permitan hacer las nuestras con tranquilidad.
Para empezar bien cada mañana, es recomendable establecer un horario razonable. Si dejamos que los adolescentes se levanten muy tarde, perderán un tiempo precioso y les impedirá hacer las tareas más elementales. Si, además, se levantan tarde porque se han ido a dormir muy tarde, será aún peor: los ciclos de mayor descanso del sueño comienzan a partir de las 10 de la noche y van empeorando con la caída de melatonina, en torno a las 4 de la madrugada. Por eso, el sueño será de poca calidad si nos vamos a dormir de madrugada, aunque durmamos ocho horas. Lo ideal es acordar unos periodos de descanso razonables y similares a los del resto del año.
Es fundamental que, después de desayunar, cada uno tenga asignadas sus tareas para mantener su espacio vital recogido y ordenado. En esas tareas también puede haber algún otro trabajo doméstico que revierta en toda la familia. De esta manera, no solo conseguiremos que los adolescentes se hagan responsables del funcionamiento del hogar, sino que también podrán poner en valor el trabajo que realizan los adultos.
Para mantener sus mentes activas durante las vacaciones escolares, los padres pueden proponerles a sus hijos algún curso o actividad, presencial u online, sobre algo que les guste y les motive. Acordarlo con ellos es la mejor manera de plantearlo para que no lo vean como una imposición. Además de las opciones que encontremos en las redes, hablar con sus profesores puede ser una alternativa para combinar estudio y ocio.
Al mismo tiempo, es muy bueno compartir cine, teatro y todo tipo de espectáculos que les lleven a ampliar sus intereses y a descubrir nuevos temas y realidades. El objetivo es ir alimentando sus conocimientos para que puedan ir creando sus propios criterios.
Los perjuicios de la exposición excesiva a las pantallas, tanto de móviles como de tablets, ordenadores, televisiones u otros dispositivos, nos obligan a extremar precauciones al respecto. La Academia Americana de Pediatría recomienda no utilizarlas antes de los dos años y limitarlas a una hora entre los dos y los cinco. Para los mayores, los límites son mucho más amplios, velando porque el ocio digital no reste tiempo a la actividad física o lectiva. El mundo online nunca puede poner en riesgo cualquier valor asociado a una vida saludable
Leer no solo ayuda a comprender mejor los textos y ampliar el vocabulario. Las áreas cognitivas del cerebro se estimulan con la lectura y los aspectos emocionales de nuestro desarrollo también evolucionan favorablemente con este hábito. Si logramos que nuestros hijos se familiaricen con el acto de leer, estaremos capacitándoles para la concentración, la comprensión abstracta y la capacidad de observación, herramientas muy útiles para la salud mental.
Adolescencia y verano, igual a muchas salidas. Salir y socializar con los amigos es bueno para nuestros hijos. Pero también lo es que sepan respetar los límites; por ejemplo, los que tienen que ver con la hora de llegada. Y si no se respetan la consecuencia es que se quedarán sin algo que valoran o sin un privilegio. Los castigos y sanciones, por otra parte, siempre tienen que ser proporcionados, coherentes y firmes. De lo contrario, perderían el efecto pretendido.
Incluso en las jornadas más agobiantes, cuando conciliar es difícil o se hace cuesta arriba, es muy recomendable reservar momentos para compartir en familia: juegos de mesa, lecturas, películas y todo tipo de actividades conjuntas, desde salir a comprar algo a elaborar recetas de cocina, son oportunidades valiosas para reforzar los lazos con los nuestros.