En nuestro país hay más de 29 millones de mascotas. El perro, con más de 9 millones, es nuestro animal de compañía favorito, seguido por el pez (casi 8 millones) y el gato (que roza los 6 millones), según datos de ANFACC (Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía). Es decir, que en España ya hay más perros que niños menores de 14 años ( 6.689.607), porque, en paralelo a la creciente importancia de las mascotas en el hogar, la natalidad se desploma. De hecho, en 2021 el número de nacimientos alcanzó su mínimo histórico, con un total de 337.380.
Una de las principales conclusiones que podemos extraer de ese cruce de datos es que cada vez hay más hogares españoles que prefieren adoptar o comprar una mascota antes que tener un hijo. Es una tendencia muy del siglo XXI que va a seguir al alza en los próximos años. Los animales han dejado de ocupar un lugar subsidiario en el seno del núcleo familiar para ocupar directamente el centro. La creciente dificultad para conciliar vida laboral con familiar, las estrecheces económicas o simplemente el afán de independencia motivan que muchos prefieran la (relativa) comodidad de una mascota a la (relativa) incomodidad de tener que educar a un hijo.
La gente cada vez tiende más a buscar una estabilidad económica y emocional, y valora más detenidamente cómo afectaría la llegada de un bebé no solo a su carrera laboral y a su logística doméstica, sino a su equilibrio psicológico. Y eso, sin pensar todavía en los problemas que darán cuando crezcan. Es más sencillo optar por una mascota, aún sabiendo que convivir con un animal en el hogar es una gran responsabilidad y obligará a mantener una cierta organización. En el fondo quizás subyace la pretensión de prolongar sine die la etapa adolescente.
Además de la actividad y la energía que aportan, los animales son capaces de desarrollar vínculos sentimentales con los humanos y de expresar el amor que sienten por las personas que les rodean. Por ello pueden ser una excelente compañía y ayudarnos a sentirnos menos solos.
Junto al positivismo que aporta un animal al hogar, hay que recalcar también que es también una forma de reducir el estrés. Al interactuar con nuestra mascota, liberamos oxitocina, una hormona relacionada con el bienestar y la felicidad.
Numerosos estudios aseguran que tener una mascota en casa ayuda a combatir multitud de problemas. En concreto, investigadores de la Universidad del Estado de Florida aseguran que las mascotas reducen los sentimientos de depresión y soledad en personas mayores tras la pérdida de su cónyuge.
Sin embargo, sí hay un aspecto controvertido en el que los expertos no se terminan de poner de acuerdo. El tratar a los animales como si fueran personas. Para algunos, humanizarlos en exceso puede afectarles negativamente. "Genera problemas de comportamiento en nuestras mascotas, como ansiedad y algunas formas de agresividad. Aunque algo de humanización es bueno, el exceso no lo es”, explica Àngel Casellas Grau, etólogo y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Adrián Conde, veterinario integrativo especializado en perros y gatos, es más comprensivo sobre tratar a un perro o un gato como si fuera un hijo. "Si es estar pendiente de qué necesita, tener el dinero necesario para costear sus cosas, cuidarle, no usar la violencia o fuerza para educarle, protegerle, no veo ningún problema en 'tratarle como a un hijo'. "No sé a quién le molesta que alguien lo sienta así. Hay que entender que muchas familias tienen animales y no tienen hijos humanos, por lo que un ser vivo que va a depender de ti siempre es lo más parecido a un hijo que van a tener. Mientras sean conscientes de las necesidades del animal que han escogido no habrá ningún problema", agregaba en una entrevista con Uppers.