Si nos atenemos a la proporción áurea griega de la belleza Pi, utilizada para crear las esculturas del Partenón, podríamos estar ante uno de los hombres más guapos del mundo. No hablamos de George Clooney, a quien el cirujano plástico londinense Juan de Silva otorgó el número uno, sino de Álvaro de los Santos (Madrid, 1971), actor y presentador de televisión. El parecido es indiscutible y le sale un punto presumido cuando se lo dicen. Pero hay algo más que comparte con el que también está considerado el hombre más sexy del mundo: sentirse afortunado todos los días de su vida. Afortunado por su carrera y afortunado por haber encontrado a la pareja perfecta. La diferencia entre ellos está en un matiz. Cuando hablamos del presentador, nos referimos a su pareja de baile, su madre Marisol.
Sus vídeos en TikTok, con 183.000 seguidores, acumulan 1,4 millones de corazones. Y en Instagram le siguen otras 10.100 personas. Los más esperados son sus bailes con Marisol. "Esto sí me llena de orgullo. Poder hacerle un poquito más feliz a sus 92 años bailando y cantando con ella la música que le gusta", nos cuenta. Es el menor de tres hermanos y el único varón. Su madre, azafata, enviudó cuando él tenía tres años y cree que esto pudo ayudar a crear un vínculo muy especial. "De mi padre heredé su espíritu inquieto y una cámara Super 8 para grabar vídeos muy cortos que me hizo amar el mundo del cine y la televisión".
De los Santos es uno de los rostros más conocidos de la televisión en Madrid. Ha presentado el sorteo de la Once, los informativos y el programa 'Madrid directo fin de semana' en Telemadrid. "Empecé a trabajar a los 16 años y he hecho radio, televisión, redes sociales, teatro…", explica. Reconoce que desde siempre le gustó hacer el payaso, repetir los guiones de escenas míticas del cine e imitar a los actores. Sobre todo, a sus dos genios de la comedia, Charles Chaplin y Jerry Lewis.
Para conseguir tanto, se roba, si es necesario, horas de sueño. "La interpretación es una vocación que comparto con mi hijo Álvaro, de 16 años. Él ya es actor y triunfa en musicales. Fue uno de los protagonistas de 'Billy Elliot' y 'Los chicos del coro', en el Teatro la Latina". Le animó para que se formase en la Escuela Superior de Artes Escénicas Scaena en diferentes disciplinas, como claqué, canto, interpretación o clown, y en Sing and Dance Project, la escuela de artes escénicas que dirige Víctor Ullate.
No es extraño que su madre encuentre en el salón de su casa a su Fred Astaire particular para convertirse, por un momento, en Rita Hayworth. "La idea -dice- surgió durante la pandemia, casi de manera espontánea. Con el tiempo nos dimos cuenta de que, además de divertido, cumplía una función casi terapéutica. Bailar nos llena de energía. Es algo instintivo y conseguimos una comunicación especial". Él la envuelve entre los brazos y se mueven al rimo que marca la música, casi siempre canciones de Frank Sinatra o Vicente Fernández que a ella siempre le gustaron. Asegura que solo conoce una forma de amor verdadero: "dándolo todo".
"Nos reconforta, estrechamos aún más el lazo afectivo y nos transmitimos emociones positivas. El baile nos permite mantener ese contacto físico, piel con piel, tan característico del amor maternal en nuestros primeros años, y el sentimiento mutuo de protección y cuidado", añade el presentador. De ahí escenas como esta en la playa malagueña este último verano.
Ese bienestar psíquico le ayuda en otros aspectos de su vida, tanto a nivel cognitivo como físico. "Sería bueno que todas las residencias tuviesen su momento musical, con esas canciones que gustan a los mayores casi de manera universal y les permiten reconectar con su historia vital. Es algo mágico". Él comprueba este efecto cada vez que viaja a Málaga, la ciudad de sus abuelos maternos y el lugar donde reside su madrina. La visita cada año y la lleva a dar un paseo y a comer a un restaurante. Nunca se olvida de cantarle su canción preferida de juventud, la 'Malagueña salerosa'. Aunque tiene sus capacidades mentales y físicas reducidas, ella sonríe con gratitud y canta con él: "Yo no te ofrezco riqueza te ofrezco mi corazón a cambio de mi pobreza…"
Son momentos que va integrando en su historia personal, "de esos que guardaré siempre en mi corazón y que nadie me los quite. La vida son ratitos y las personas no somos eternas. De los Santos cumplió 52 años y asegura que no le importa cumplirlos "mientras pueda seguir haciendo el tonto y aprendiendo". Hace un par de años consiguió la acreditación de piloto de drones profesional. Le habría encantado ser actor, pero estudió Periodismo y se decantó por la radio y la televisión.
Nunca renunció a su sueño y ya ha hecho sus pinitos en el mundo de la interpretación y como actor de doblaje. Quiere darle continuidad en el cine, teatro, series y lo que surja. "Nunca es tarde para ser quien quieres ser", advierte. Y él se prepara a conciencia con profesionales como Raquel Pérez, Juan Codina, Tonucha Vidal, Nacho Guerreros o el barítono Antonio Torres.
El baile, igual que el humor, tiene para él el mismo poder saludable que para su madre. "Es un modo divertido de gestionar la tensión y las vivencias más complicadas. Y si a ella la veo sonreír. ¿qué más se puede pedir? Me da la vida". Como dice, en su cuenta de Instagram, su sensibilidad es su esencia, su habilidad para empatizar, intuir, sentir compasión por el dolor ajeno y apreciar las pequeñas cosas, como esos momentos con su madre. "Que nadie me los quite".