Cómo cuidar bien de tus padres mayores cuando no puedes: “Es importante buscar ayuda externa”
El familiar cuidador debe informarse de los recursos a los que tiene derecho
Resulta positivo practicar la autocompasión como cuidador, no descuidarse y desconectar
"No hay una norma específica sobre el deber de cuidar, es más una cuestión moral", subraya María Amparo Cánovas Sotos, trabajadora social sanitaria
Tus padres siempre han cuidado de ti, pero puede llegar el temido momento en el que se hacen mayores y los papeles necesariamente se invierten. Pueden necesitarnos bien por edad encontrándose sus facultades mermadas o porque les sobrevenga una enfermedad. Sea como fuere, en ese preciso instante resulta adecuado pensar en resituar la actividad cotidiana al tener que hacer frente a las propias responsabilidades.
Los profesionales argumentan sobre aceptar la situación, organizarse del mejor modo posible y pedir ayuda, aunque eso no asegura que no lleguen momentos en que uno se sienta desbordado intentando cuadrar horarios de trabajo, el cuidado de los hijos, la atención a la pareja y el tiempo de descanso propio. Resulta óptimo trabajar la empatía, la predisposición y la paciencia y cuando la situación lo permita, no hacer sentir poco capaces o una carga a los padres mayores.
MÁS
Cuidar en soledad o tener opción a ayuda profesional
La 'Generación Sándwich', como menciona Natalia Rosset García, abogada especializada en Derecho de la Vejez y directora de Tutelarte, es la que se identifica con los adultos que se ocupan paralelamente del cuidado de sus hijos y de personas mayores ya sean sus padres u otros familiares.
Esta profesional explica que atendiendo a la situación económica del cuidador como del que recibe los cuidados, se pueden dar dos escenarios bien diferenciados: tener la opción de contratar un cuidador profesional que permitirá aliviar la carga familia o bien, que sea el familiar (el hijo normalmente) quien brinde los cuidados.
“Cuando la dependencia de la persona se agrava de forma paulatina, la necesidad de poner en funcionamiento todo el engranaje de recursos profesionales y técnicos, para así agilizar los cuidados también es diferente de cuando se produce un hecho imprevisto (rotura de cadera, accidente cerebrovascular...)”, revela la directora de Tutelarte.
En el primer caso, Rosset, indica que el hijo cuidador debería acompañar a la persona que necesita los cuidados para informarse de los recursos a los que tiene derecho (ley de dependencia, ayudas técnicas...) e ir solicitándolos. En el segundo supuesto, generalmente desde los propios centros, suelen ser los profesionales quienes informan e inician las gestiones pertinentes, continuando la coordinación con los recursos externos a nivel comunitario, quienes estarán cerca de la familia y la persona dependiente.
Lograr cooperación y soporte emocional con otros seres queridos
Todo esto conlleva -como perfila María Amparo Cánovas Sotos, trabajadora social sanitaria- una mayor carga de tiempo y energía para el familiar cuidador: “Es importante buscar toda la ayuda externa a la que podamos acceder porque uno va a comprobar cómo se acumulan muchos asuntos a los que dar respuesta y solucionar”.
Las personas más próximas al cuidador, bien sea la pareja, amigos y otros parientes, también deben apoyar y colaborar en la atención a la persona dependiente, bien sea en lo que respecta a la casa o turnándose en visitas o cuidados. “Generalmente en la familia quien asume, en la mayoría de las ocasiones el rol de cuidador, suele ser la mujer. Una comunicación fluida entre los miembros de la familia facilita todas estas tareas”, apunta la experta.
Por otro lado, la trabajadora social sanitaria sostiene que cada vez hay más entidades sin ánimo de lucro que brindan formación, asesoramiento y apoyo emocional a los cuidadores. “La obligación de ofrecer cuidados, solamente se haya regulada en forma de alimentos entre parientes, que los padres pueden exigir a los hijos, en caso de necesidad, (art. 142 Código Civil), pero no hay una norma específica sobre el deber de cuidar, es más una cuestión moral”, aclara Cánovas.
No olvidarse de uno mismo y el cuidado personal
Los hijos de familiares enfermos, dependiendo de la relación que vivan con su padre o madre, pueden vivir los cuidados que deban ofrecerles como una experiencia tremendamente complicada a la que enfrentarse.
"Se dan muchos duelos al mismo tiempo: el que supone cambiar la representación mental de la persona enferma, el que se sitúa ante la pérdida de la salud del familiar, el que existe por perder calidad de vida como cuidador y, además, un desgaste emocional importante ante la responsabilidad que implica cuidar de nuestros padres”, manifiesta Marc Muñoz, psicólogo.
Como explica el profesional, en el hijo cuidador pueden surgir pensamientos sobre si se está haciendo lo suficiente por el progenitor o si habría que actuar con más sensibilidad, amabilidad o amor con él o ella. De igual forma, en el hijo puede sucederse el hastío, el cansancio emocional, incluso emociones desagradables como la tristeza, la rabia o la culpa.
Muñoz habla de practicar la autocompasión (entendida como la capacidad que tenemos para ser amables con nosotros mismos), creyendo que los cuidados que procuramos son los mejores. Tal y como refleja, es crucial no descuidarse para poder atender a otros y porque el autocuidado es una necesidad. “Si no llevamos a cabo acciones que repercutan en nuestro bienestar, tarde o temprano saldremos perjudicados como cuidadores”, especifica.
Este psicólogo recuerda la importancia de tener una buena red de amistades o familia que estén, no sólo para cuestiones que tengan que ver con la persona que necesita los cuidados, sino también en lo que concierne al plano emocional del cuidador.
Asimismo, recomienda realizar actividades para uno mismo que den aliento y ofrezcan ánimo y energía para desconectar en ciertas ocasiones, esto es, hacer ejercicio, salir con amigos, pasear o escuchar música. Mientras uno se encuentre estable y fuerte emocionalmente podrá seguir adelante sin volcar la frustración y los temores en otros