El negocio (y el lío) de vaciar la casa familiar: "Mucha gente hace un mercadillo"
Una de las tareas más complicadas a las que tenemos que enfrentarnos cuando nuestros padres no están es vaciar la casa familiar, un paso doloroso, pero necesario para ir cerrando el duelo y mirar al futuro
Dependiendo del valor de muebles y enseres, podemos encargar su venta a una casa de subastas, organizar un mercadillo privado o encargar esta gestión a algunas de las empresas especializadas en vaciar casas
Vaciar una casa depende del espacio, los metros cúbicos que haya que desalojar y el tiempo que lleve hacerlo, al margen de otras condiciones como un porcentaje sobre la venta y el coste específico de seleccionar y tasar
Más de un mes después de la muerte de su madre, la periodista María Teresa Campos, Terelu Campos y Carmen Borrego van afrontando todos los trámites que suceden a la pérdida de un ser querido. Una de las tareas más complicadas a las que se han tenido que enfrentar en su vida es vaciar la casa de su madre, un paso doloroso, pero necesario para ir cerrando el duelo y mirar al futuro.
Por esta circunstancia hemos pasado o pasaremos casi todos. Y se trata de un momento complejo porque los recuerdos pesan más que el valor económico, muchas veces mínimo. Sin embargo, por poco que sea, el ajuar, los enseres y los muebles de una casa forman parte de la herencia. Así lo establece el Código Civil en su artículo 1.321: “Fallecido uno de los cónyuges, las ropas, el mobiliario y enseres que constituyan el ajuar de la vivienda habitual común de los esposos se entregarán al que sobreviva, sin computárselo en su haber". En este caso, cuando no hay cónyuge, enseres y muebles pasan a los hijos. ¿Y si no hubiera hijos? A los padres del fallecido o, en su ausencia, a sus hermanos.
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La dificultad de repartir los recuerdos
Cuando hay descendientes, la relación que haya entre los hermanos hará que el reparto sea más o menos azaroso. En términos generales, cuando hay un vínculo sano, los bienes se reparten respetando la voluntad de cada uno de los miembros de la familia, incluyendo al fallecido, y cediendo cuando es necesario. Si hay 'objetos de deseo' en los que nadie parece ceder, hacer un sorteo puede ser una solución. Es una etapa del duelo que debe hacerse con cierta calma, evitando los primeros momentos, cuando aún cuesta asimilar la pérdida, para que las emociones no 'secuestren' a los familiares.
También es un momento delicado porque puede abrir heridas que tardan en cerrar. Muchas familias aparentemente unidas han descarrilado en el primer reparto de la herencia. Y a veces esa herida no sutura. Por esa razón, los psicólogos aconsejan darse un tiempo antes de repartir y tener claro que el patrimonio, grande o pequeño, de la persona fallecida nunca debe empañar los vínculos familiares. Una vez repartidos los objetos que los familiares quieren quedarse, aparece la siguiente pregunta: ¿qué se hace con el resto?
Valor determinante
En esta cuestión pesa mucho el valor de muebles y enseres. Si se trata de antigüedades, cuadros u objetos de valor artístico, una opción puede ser encargar a una casa de subastas que tramite la venta. Algunas galerías de arte y tiendas de antigüedades también gestionan estas ventas de carácter privado. Hay dos métodos habituales para hacerlo: pueden pagar a los hijos por un lote completo de objetos o bien que estos dejen en depósito algunos muebles y enseres y reciban una cantidad cuando se produce la venta.
En otros casos, cuando los objetos no tienen gran valor económico, puede contactarse con asociaciones u ONGs, ponerlas a la venta en establecimientos especializados, como los 'cash converters', en las distintas plataformas de venta online como Wallapop o, directamente, organizar una venta privada entre amigos, allegados y conocidos, algo que en Estados Unidos y en el norte de Europa se hace de manera habitual.
Negocio floreciente
Sin embargo, seleccionar qué se ofrece en la venta, ponerle precio, disponerlo de forma atractiva y gestionar todo lo que surja no es tan fácil como parece. Por esa razón, ya hay negocios cuyo objetivo es vaciar casas. Uno de estos negocios es Arquitectura del Orden. Su lema es 'Por amor al hogar, lo ordenamos, lo redecoramos y lo vaciamos'. Sus jornadas de puertas abiertas son un auténtico espectáculo de buen gusto en el que, además, es posible hacerse a buen precio con tesoros que van desde una simple cafetera a un armario, un sofá o un juego de sillas.
En este tipo de negocios ganan todos los implicados: los propietarios a través de las ventas y quienes organizan el mercadillo. Normalmente los profesionales que se dedican a organizar este tipo de ventas fijan sus tarifas en función de dos criterios: el número de horas de trabajo o la cantidad de metros cúbicos que ocupan los muebles u objetos.
El precio por metro cúbico depende de la superficie del piso que haya que vaciar. Sin embargo, para los pisos más grandes o completos pueden darse ofertas que combinen el coste de tiempo y espacio. Oscila entre los 15 y los 40 euros por metro cúbico. En cuanto al precio por hora, un servicio de este tipo puede tardar unas siete horas en completarse, aunque puede aumentar en función del número de operarios o profesionales disponibles y de otros factores, como la dificultad de acceso. El coste está entre los 12 y los 22 euros por hora. En total, un servicio de vaciado de pisos suele tener un coste mínimo de entre 90 y 110 euros, y puede llegar a alcanzar cifras de hasta 350 o 400 euros, al margen de otras condiciones que también pueden negociarse, por ejemplo, un porcentaje sobre las ventas realizadas o el coste que supone seleccionar los objetos, tasarlos y presentarlos de forma atractiva.
Trastos monetizados
El modelo es claro: muchos objetos a costes asequibles o notablemente más económicos que en el mercado de primera mano. A más afluencia, más ganancia; de ahí que las redes sociales se hayan convertido en el mejor escaparate de este tipo de iniciativas. En algún caso es incluso necesario reservar turno a través de plataformas como Eventbrite.
Como beneficio intangible: apostar por la economía circular. Así de claro lo explica Arquitectura del Orden en su web: "Monetizamos desde las piezas valiosas hasta lo que llamamos 'trastos' y todos ganan. Gana el propietario, ganan quienes se llevan tesoros a casa, ganan los objetos en su nuevo hogar y gana nuestro entorno favoreciendo un consumo circular y sostenible".