En la adolescencia los amigos resultan un incuestionable pilar para los jóvenes; en ellos se refugian, confían y con ellos avanzan en el descubrimiento del mundo y en su 'yo' más interno. En esa etapa se producen muchos cambios en su entorno social y los padres pueden no estar conformes con el grupo de amistades.
Las discusiones pueden llegar cuando los hijos adolescentes entienden que sus padres no miran con buenos ojos a sus nuevos amigos. Con la ayuda de varios expertos junto a testimonios reales, las familias serán conocedores de situaciones tensas y miedos que pueden ocurrir, a la vez de recomendaciones para saberlo abordar.
Javier tiene 14 años y va al instituto. Raquel, su madre, le ha visto recientemente relacionarse con un grupo diferente de amigos y está preocupada porque siente que su hijo no se encuentra al mismo nivel en cuanto a estilo de vida y hobbies que los otros.
“Mi hijo todavía es muy inocente. Siempre hemos tenido muy buena comunicación y se ha relacionado con chicos de su mismo perfil: de ir a pasear, tomarse un refresco, leer revistas de música o ir al cine. Ahora le veo con jóvenes que no aparentan la edad que tienen y me angustia que cambie conmigo y respecto a sus estudios y responsabilidades. De momento, no quiere que me vean con él, algo que antes no pasaba”, expresa la madre del adolescente.
Saúl, de 15 años cursa 3º de la ESO y su mejor amigo desde la guardería se ha mudado a otra ciudad. Ha empezado a codearse con otro niño al que le gustan mucho los videojuegos y hacer TikTok, justo algo con lo que sus padres no están muy de acuerdo.
“Mi madre siempre me ha inculcado que lea mucho y me ha limitado el tiempo de uso del móvil. No me deja llevarlo a clase y mi amigo lo tiene a todas horas. Le he contado un poco a mis padres lo que hace y creo que no les hace ilusión que quedemos, pero es un chico bastante agradable y tiene muchos amigos”, señala el joven.
Tal y como expresa Carmen Berzosa, psicóloga infantil y juvenil, desde niños, concretamente de los 3-12 años, sería apropiado establecer una buena comunicación padres-hijos y compartir tiempo de calidad, contarse las cosas de manera relajada, evitando los interrogatorios y trabajar para que el hijo se sienta confiado y seguro para exponer y explicar lo que precise y sienta en cada momento.
Para que el hijo no se sienta atacado, esta experta aclara que, las familias han de evitar hacer juicios de valor y criticar a sus amigos y sus comportamientos. “Si mi hijo adolescente me cuenta que uno de sus amigos se ha cortado el pelo como X rapero y yo le digo que me parece mal, va a sentir que estoy yendo en contra de su amigo y para él será algo que no entienda ni acepte”.
Berzosa declara que como padres hay que recibir los mensajes del hijo y en calma hablar con él y pedirle su opinión frente a determinadas actitudes o acciones de las que sea testigo o participe en el nuevo grupo de amistades. “'¿Qué sientes cuando tu amigo insulta a otra persona/falta al respeto/no lleva las tareas echas a clase...?' y entonces establecer límites, normas y enseñanzas sobre lo que es un amigo de verdad, incluso hablar desde la propia experiencia”.
Como adultos a su cargo hay que hacer saber al hijo lo que no nos parece bien, pero de un modo donde no sienta que se está yendo en su contra. “Si otro joven tiene conductas inadecuadas nuestro deber es comunicarlo al hijo y expresarle que en nuestra juventud hemos llegado a sentir lo que él, entonces empatizamos y estaremos para lo que precise ya que pueden sentir vergüenza, sobre todo en abusos o acoso”, indica la psicóloga.
“Podemos manifestar al hijo adolescente que en nuestra familia hay ciertos límites y valores y él es parte de esa tribu y que ha de tener presente el respeto y el cuidado a los demás por encima de todo. Si tu hijo comete un error, ¿qué te gustaría que dijese?: ¿Ojalá estuviese mi madre aquí o no se lo quiero contar a mi madre?”, invita a reflexionar esta profesional.
El proceso evolutivo del ser humano pasa por distintas fases. “Cuando somos bebés y niños, nuestros padres son una prioridad para nuestra supervivencia y para un correcto desarrollo de la salud física y mental del niño. En la adolescencia no es igual”, asevera Lorena González, directora y co-fundadora de Serena Psicología Online.
En la época adolescente el protagonismo de los padres es sustituido por los amigos y la importancia de la permanencia a un grupo. “Cualquier adolescente sano necesita de este lado social para desarrollarse correctamente. No han dejado de querer a sus padres, pero esa necesidad y confianza con los amigos es algo que se debe respetar e incluso, fomentar”, perfila la especialista.
La psicóloga deja claro a las familias que para el joven resulta crucial socializar, sentirse aceptado y comenzar a vivir esa “independencia” con respecto a sus figuras principales y de referencia.
El miedo que se de en las familias por cómo serán los nuevos amigos del hijo, por si le harán bien o todo lo contrario es, tal y como apunta González, algo natural. “Siempre digo a los padres que en la infancia se siembra y después, hay que confiar en los hijos, observar y aprender a estar apoyándolos, esta vez, en un segundo plano”.
La directora de Serena Psicología Online aconseja a las familias que inviten a los amigos de sus hijos y a los padres a casa y puedan generar cierta tranquilidad con ellos haciéndolos sentir acogidos. “Los adolescentes pueden pasar mucho tiempo en casa, por lo tanto, sería positivo promover el que pasasen tiempo en nuestra casa, proponiéndolos ir a merendar o cenar, saber más de ellos y lograr cierta confianza”.
Además, González, sostiene, no entrar en la intimidad de los hijos sin permiso. “Por supuesto, si vemos algo que no marcha bien, es importante comunicarse con ellos desde la empatía y el respeto y pedirles que nos expliquen qué sucede”. La experta sugiere buscar ayuda profesional cuando el hijo adolescente presente cambios bruscos de humor, se vuelva muy hermético y se encierre en sí mismo.