Leonor de Borbón y Ortiz cumple 18 años este 31 de octubre. La princesa de Asturias rubricará la mayoría de edad en un solemne acto en el Congreso de los Diputados en el que jurará la Constitución. Salvando las distancias, en cada familia, cada vez que un miembro alcanza la mayoría de edad se da una pequeña (o gran) revolución a escala doméstica. Es momento de revisar normas y de admitir que los pequeños ya no son tan pequeños. De alguna manera, la relación familiar se reescribe. De qué manera y con qué fines se hace servirá para sentar las bases de una nueva etapa en la que, de repente, todos, o muchos de los que viven en casa, ya son adultos.
Todos los padres sienten una mezcla de orgullo y nostalgia cuando los hijos cumplen 18 años. "La llegada de la mayoría de edad de un hijo es un momento lleno de emociones entremezcladas para toda la familia. Es el momento en que, como madre, sientes un gran orgullo al ver a tu hijo ejercer su derecho al voto o tomar decisiones importantes por sí mismo. Sin embargo, no es extraño sentir nostalgia al recordar cuando las elecciones más difíciles de tu hijo eran tan simples como elegir entre cereales de chocolate o de miel", señala la psicóloga Ana Morales.
La mayoría de edad no es un hito solo para él, sino también para los progenitores: "Actúa como un reflejo de tu propio proceso de envejecimiento. En este sentido, puede haber momentos en los que sientas alivio y orgullo, por un lado, pero también ansiedad y quizás un toque de miedo por el otro. Y no estamos solos en esto; muchos estudios en terapia familiar muestran que esta es una etapa común de reajuste emocional para los padres", asegura la experta.
Sería un error considerar que la llegada a la mayoría de edad supone el fin de una etapa. La madurez aún queda lejos, por lo que muchas de las funciones de los padres siguen estando vigentes. "Aunque la independencia es el objetivo, el apoyo emocional sigue siendo vital. Los hijos, aunque adultos a ojos de la ley, todavía están en una fase de desarrollo emocional y cognitivo. La familia debe ser un lugar seguro donde puedan explorar su nueva identidad sin el temor de un juicio severo", explica Ana Morales.
Se trata, por tanto, de una etapa de difícil equilibrio entre soltar lazos para ir construyendo una nueva vida y continuar con ciertos mecanismos de protección. ¿Cómo lograrlo? "Para sobrevivir a esta nueva etapa, es clave una comunicación abierta con tu hijo. Aprovecha el momento para reconectar, no solo como padre o madre e hijo, sino como adultos en una nueva dinámica familiar. Además, no hay que descartar buscar apoyo externo para ayudar a gestionar cualquier tensión o ansiedad que pueda surgir", afirma esta psicóloga, para quien es clave seguir manteniendo una actitud de amor y apoyo incondicional. "Este es un período de crecimiento para todos, padres e hijos, y enfrentarlo con empatía y comprensión facilitará una transición más suave hacia la nueva fase que está por comenzar en la vida de la familia".
Si durante la adolescencia es frecuente oír el famoso "ya soy mayor", el mantra se intensifica con la mayoría de edad. El dilema de los padres es ceder ante la 'barra libre' de libertad solicitada por los hijos o pasarse de límites. Para la psicóloga Ana Morales, la clave en esta nueva etapa es intensificar la comunicación. "Entender que cumplir 18 años no es como apretar un botón mágico de 'ahora soy adulto' es clave para navegar por este período de cambios. Si tu hijo decide que quiere asistir a un festival de música durante todo el fin de semana, la dinámica ya no es simplemente decir 'no' sin más. Ahora, es más apropiado sentarse a discutir detalles, desde la logística hasta las responsabilidades que conlleva tal libertad", señala la experta.
En esa comunicación, también es conveniente revisar algunos usos y costumbres. "Si antes tenías establecido un toque de queda a las 10 p.m. Ahora, quizás sea oportuno revisar esa norma. Pero es crucial hacerlo en un ambiente de negociación colaborativa, donde ambos, padres e hijos, puedan expresar sus necesidades, expectativas y limitaciones de manera abierta y respetuosa. Más que ofrecer una 'barra libre' de libertad, lo que se inaugura es una etapa de diálogo y adaptación mutua. Con la libertad viene una mayor responsabilidad, tanto para los hijos como para los padres, en adaptar y respetar nuevos límites que beneficien a todos", asevera esta psicóloga.
Paradójicamente, cuando los hijos llegan a la mayoría de edad, quienes tienen que hacer un reset mental completo son los padres porque el universo de cuidados paterno-filiales cambia. Para la experta, "Es importante que los padres sean conscientes de sus propias emociones y expectativas en esta fase. Es normal sentir ese nerviosismo ante la nueva autonomía de tu hijo. Reconocer y manejar esas emociones es parte integral de reajustar los límites y establecer una relación más madura con tu hijo".
La realidad -probablemente esta sea una de las pocas verdades universales- es que los padres siempre ven a sus hijos como si fueran pequeños. El reto ahí es dar el paso de verlos como considerarlos adultos jóvenes. "Es completamente natural que siempre veas a tu hijo como tu 'pequeño del alma', pero este es el momento de hacer el ejercicio mental de comenzar a verlo como un adulto en formación. Si tu hija te pide consejo sobre cómo manejar una situación complicada en su trabajo, en lugar de darle la solución, puedes optar por plantearle preguntas que le ayuden a llegar a sus propias conclusiones. Este enfoque no solo valora su autonomía, sino que también contribuye a su desarrollo como tomadora de decisiones", propone la experta.
La etapa que se abre ante los padres no es la de desentenderse de sus hijos, sino, al contrario, seguir manteniendo el vínculo de manera eficiente. El concepto de 'desapego consciente' es vital en este contexto: "No significa descuidar o ignorar a tu hijo, sino más bien facilitar su transición hacia una adultez independiente. Uno de los cambios más eficaces que los padres pueden implementar es pasar de ser 'cuidadores' a convertirse en 'consejeros' o 'mentores'. Este sutil cambio de rol permite a los padres soltar algunas de las expectativas previas y da a los hijos la libertad de aprender de sus propias experiencias, incluso si eso incluye cometer errores", explica Ana Morales.
El desafío de los padres durante esta transición es, de nuevo, la proporción consciente. "Deben aprender a equilibrar su deseo natural de proteger y cuidar con la necesidad de permitir que sus hijos exploren, se equivoquen y crezcan. Es un acto de equilibrio delicado que requiere comprensión, empatía y, sobre todo, mucho amor", señala la psicóloga.
Con un hijo 'oficialmente adulto', necesariamente se eliminan algunos límites y se imponen otros. "Hay que pensar en la libertad y la responsabilidad como dos ingredientes de una receta: si tienes demasiado de uno y muy poco del otro, el resultado no será el más sabroso. El equilibrio es clave", reflexiona Ana Morales.
La experte insiste en que esta nueva fase de convivencia familiar, la comunicación abierta y sincera es crucial. Y también debe ser frecuente. Sería un error limitar esta comunicación a los momentos importantes o críticos. "Es importante establecer 'check-ins' familiares semanales donde cada miembro pueda expresar sus preocupaciones, logros o fracasos; esto puede ser muy útil", asegura la experta, antes de compartir otros tips: "Hay que establecer límites claros pero flexibles y responsabilidades compartidas en el hogar para prevenir malentendidos y tensiones. La clave es encontrar un equilibrio entre la libertad y la responsabilidad para que la transición sea para todos una etapa de crecimiento y no de conflictos".