Mi hijo adolescente ha dejado de contarme cosas: cómo crear situaciones en las que le apetezca hablar
Los expertos recomiendan confiar, escuchar y conocer sus preferencias, acercándose a su terreno, a lo que más les gusta a nuestros hijos
Los padres, por su parte, también pueden expresar las preocupaciones que tienen como adultos para que los hijos se abran también
Si el adolescente está mucho más irritable de lo habitual, es conveniente pedir ayuda profesional
No resulta sencillo ver cómo llega una edad donde nuestros hijos, que eran parte nuestra para juegos, aventuras y preguntas, repiten frecuentemente un "Déjame", "Ya lo sé" o "Lo hago solo". Parece que los años no pasen tan rápido y al padre o madre puede suponerle un problema reconocer esas nuevas formas del hijo.
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Nunca forzar
Los profesionales explican que es un error forzar la situación y lo más acertado es “respetar sus silencios o su distanciamiento emocional temporal” y acompañarlos. Puri Antolínez expresa que su hija adolescente lleva una temporada, desde que cumplió 13 años, en la que evita contarle qué hace con sus amigas y es ella quien ha de preguntarle sobre cualquier asunto. Además, asegura sentir dudas de si hace lo correcto o a su hija puede parecerle un interrogatorio y enfadarse. Sin embargo, resalta, le preocupa no saber.
Carla, de 14 años, afirma necesitar más tiempo para ella y para compartir con sus amigas y hacer cosas en pandilla. “Me gusta y me tranquiliza estar en mi habitación y hablar por WhatsApp con mi mejor amiga contándole cómo me siento. A veces creo que mi madre espera cosas de mí que yo no quiero ahora mismo y necesito salir, divertirme y no pensar sólo en estudios, sacar buenas notas, las actividades extraescolares y ayudar en casa. Seré joven tan sólo una vez y no quiero que me digan siempre qué hacer a todas horas. ¡Es un rollo!", explica esta adolescente.
Tiempo de explorar
“En la adolescencia los jóvenes pasan por una etapa de autodescubrimiento, quieren encontrar su propio modo de hacer”, afirma Marta Riquelme Navarro, psicóloga especializada en clínica en adultos y adolescentes. Para ello -señala- han de romper con sus modelos (los padres) negando así la mayoría de los comportamientos, opiniones y formas de ver la vida que tienen.
Como explica, esa ruptura es necesaria en el desarrollo de la propia personalidad y la independencia emocional y social de cada hijo. “Es muy importante comprender y respetar las decisiones adolescentes (siempre y cuando no sean muy disparatadas) y aunque sepamos que se están equivocando, dejar que aprendan de sus propios errores, acompañándolos y ayudándolos de una forma comprensiva y cercana, pero poco limitante y sin juzgarlos”.
Estar disponibles
La profesional, que destaca que se trata de una tarea que requiere de grandes dosis de paciencia, aconseja ver al hijo como una persona capaz y autosuficiente. “Salir a cenar, hacer algún viaje, salidas a la naturaleza y crear un buen ambiente en el hogar progenitores es buena idea, pero, sobre todo, escucharlos y conocer sus preferencias, acercándose a su terreno, a lo que más les gusta para que así se abran. En definitiva, estar ahí”.
Asimismo, Riquelme subraya que algunas de las familias que asesora han seguido sus recomendaciones de crear momentos al día y le manifestaban con ejemplos propios como: el 'momento de la infusión', el 'momento de antes de acostarse' o el 'momento sin móviles' donde la familia se sienta unida y se cuentan su día.
“Los padres han de mostrarse como personas falibles, que muestren sus preocupaciones, sus errores, sus problemas, sus miedos, dándoles así permiso a los hijos a hacerlo también, porque si los padres se muestran como personas perfectas y sin problemas, los hijos no se sentirán capaces de mostrar sus debilidades porque en el fondo no quieren decepcionarlos”, refiere la experta.
Para Berta Villagordo Peñalver, psiquiatra infantil y juvenil del Hospital Universitario de Torrevieja, especifica que la adolescencia es un momento donde hay que estar para los hijos, sin sobreprotegerlos. “Los chicos deben iniciar su transición hacia la vida adulta, aunque conviene recordar que se trata de la etapa más vulnerable para el desarrollo de posibles trastornos mentales, como la anorexia, las autolesiones o la depresión”.
La doctora manifiesta que los hijos deben sentir equilibrio, seguridad y que se valoren sus emociones en el seno familiar para poder hablar, consultar y pedir apoyo a sus padres como guías y modelos.
No obstante, recomienda solicitar ayuda a profesionales en salud mental si el adolescente ha dejado de salir con sus amigos, está más irritable, apático, se aísla, abusa de las pantallas y ha invertido el ritmo de los horarios, como dormir más de día. “Prevenir es mejor que curar", certifica.
Respetar los ritmos y espacios de los hijos
Lucía Álvarez López, psicóloga y sexóloga, sostiene que los cambios que se producen en cada sujeto en la adolescencia incluyen “una creciente necesidad de explorar y expresar la propia sexualidad, de acercamiento a los iguales y de individuación".
Esta especialista indica que esas transformaciones generan un proceso dificultoso y pueden conllevar gran incertidumbre para los jóvenes. “Los/las/les adolescentes pueden experimentar una sensación de falta de control sobre lo que les está sucediendo, muchas veces vinculada a la ausencia de información sobre los propios cambios que van a vivir”.
Álvarez confiesa a las familias que permitan a los hijos ser ellos mismos y enfrentar dilemas y miedos, especialmente en el área de la sexualidad. “No olvidemos generar charlas y compartir tiempo con los/las/les hijos/as/es desde niños para que esas actitudes no desaparezcan en la adolescencia”.
La comunicación abierta sobre diversos temas, como la sexualidad, les brindará herramientas para saber actuar, integrar valores como el respeto y expresar sus límites de un modo asertivo.
La psicóloga sugiere a los padres tener presentes los ritmos y espacios de los hijos que, -como apunta- pueden ser distintos en cada etapa evolutiva. “Recuerden a sus hijos que están para ellos en cualquier situación y les apoyan pese a sus silencios o su distanciamiento emocional temporal”. “Armarse de empatía, abrirse a los hijos/as/es, validar sus emociones... y hacerlo en calma, será la base para la creación de momentos íntimos y naturales. Nunca es tarde para empezar con ello", concluye la experta.