Separarse tras una vida juntos y contárselo a los hijos: “Hay que aclarar dudas y decir que se les querrá siempre”

  • Por el bienestar de los hijos, conviene evitar cualquier tipo de culpabilización entre progenitores

  • "El niño, inevitablemente, pasará un duelo por la ruptura de sus padres y tendremos que acompañarlo, apoyarlo y amarlo en ese proceso", afirma la psicóloga Marina Ruiz

  • Si la regulación emocional por parte del adulto no es posible por el dolor del momento, lo mejor es buscar ayuda profesional

Según datos de la Estadística del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), esta última mitad del año, se han producido unas 24.404 demandas de divorcios y separaciones en nuestro país. Puede hablarse de un 0.1% de incremento respecto al 2022. Las separaciones consensuadas, 665, aumentaron un 3,4%.

A pocos días de Navidad, puede resultar amargo e incluso poco sencillo de abordar para cualquier familia separada o divorciada, sobre todo cuando hay hijos, enfrentar estas fechas y, se complica, cuando ha habido muchos años de convivencia. Como certifican los expertos, el niño precisará de la comprensión y el arropo incondicional de ambos progenitores.

Rupturas navideñas

Carlos y Verónica han estado 18 años casados y se han separado recientemente. Tienen una niña de 11 años. “Nos ha costado dar el paso por nuestra hija porque no nos llevamos mal y sabíamos que ella iba a sufrir al vernos separados, pero también si seguíamos juntos como pareja, nos estaríamos engañando puesto que ambos queremos otro tipo de vida”, asegura Carlos.

“No nos compensan como familia discusiones por forzar algo que no concebimos solo por la niña. Ella nos tendrá igual y haremos lo posible porque en fechas especiales disfrute de los dos”, expresa Vero.

Lara y Néstor se han separado hace cuatro años. Exponen que les costó dar el paso porque tienen dos niños y sentían que esa unidad familiar se rompería y dañaría su estabilidad emocional. “Los dos son adolescentes y por entonces estaban viviendo muchos cambios a nivel interno y sentíamos que les estábamos echando otro peso encima”, comparte Lara.

Agrega que, hablando la pareja, entendieron que debían explicarles a sus hijos del modo más concreto y útil lo que sucedía y que percibiesen que ambos estarían siempre para ellos.

No especular con una posible reconciliación

“No es beneficioso que los padres compartan momentos juntos con el niño tras su separación, menos si es reciente, ya que alimentarían la fantasía de una reconciliación de sus padres y de ser de nuevo una familia", explica Marina Ruiz Collado, psicóloga sanitaria.

Como refiere, "separar" ciertos conceptos como quieran hacer los adultos no es tan fácil y argumenta con un reciente caso en su consulta: "Tuve hace unos meses una situación donde una niña de 6 años, hija de padres divorciados desde que tenía 18 meses, un día empezó a decir que su padre y su madre iban a volver a ser novios solo porque había visto que tenían más conversaciones en persona".

Por lo tanto, resulta valioso comunicarse con el menor adaptándonos a su nivel de comprensión y aclararle la situación. “Los padres han de procurar tener una relación lo más cordial posible, por lo menos delante del menor y llegando a acuerdos que le beneficien”.

Para evitar que los hijos sientan culpa, la profesional recomienda mucho diálogo y refuerzo positivo, evitando cualquier comentario negativo de un progenitor hacia el otro delante del niño. “El niño forzosamente pasará un duelo por la ruptura de sus padres y tendremos que acompañarlo, apoyarlo y amarlo en el proceso de entender que sus padres pese a seguir ahí para ellos, pueden separarse por diferentes motivos”.

Asimismo, se debe contestar a sus preguntas y recordar que no es preciso que tengan toda la información (en casos de infidelidades, por ejemplo).

Como revela Eva González de la Flor, psicóloga infanto-juvenil y de familia, este proceso en el ámbito familiar puede hacerse de un modo donde el niño reciba el menor impacto emocional posible: “Aunque sí le dejará una huella emocional”.

“Dependiendo de cómo se realice la comunicación de la separación, los previos y los momentos posteriores, el hecho podrá ser considerado como algo traumático o no. Si se da ese cortejo emocional, el sistema nervioso del niño lo podrá digerir y transitar de una manera más amable”, aclara.

Prestar atención a las reacciones de los hijos

Cuando llegue el momento de hablar de la decisión, esta experta sostiene que lo adecuado es que se lleve a cabo en un lugar tranquilo, con todos los miembros implicados y sin distracciones. Es positivo que los adultos:

  • Escuchen y estén atentos a las reacciones de los hijos.
  • Trasmitan a nivel emocional de manera genuina la tristeza, por ejemplo, que está suponiendo haber tomado la decisión y que, a la vez, es lo mejor para todos.
  • Dejen claro que la separación va a conllevar cambios para todos. Si es posible que expliquen cómo serán esos cambios.
  • Aseguren que sus cuidados hacia ellos no desaparecerán.
  • Eviten cualquier tipo de culpabilización entre ellos.

Resulta acertado dejar las discrepancias a un lado. “Esto es complicado en ocasiones y la regulación emocional por parte del adulto puede que no sea posible por el propio dolor que se está tratando de gestionar y canalizar”, subraya la especialista en familia.

De ser así, lo más recomendable es pedir ayuda profesional (ayuda terapéutica individual y/o terapia de pareja) para poder procesar aquello que esté ocurriendo con el objetivo de perjudicar lo menos posible en el desarrollo del hijo y su salud mental. ¨Hemos de ser conscientes que los menores son los más vulnerables y se merecen ser tratados como tal¨, certifica.

Un antes y un después

La separación o divorcio, resulta en la vida de los niños, un punto de inflexión importante, un nuevo proceso en dónde atravesarán distintas emociones sujetas a diferentes factores. Aarón Garea López, psicólogo sanitario, revela que es fundamental que ambos progenitores establezcan un espacio seguro donde ayuden al hijo a gestionar posibles emociones desagradables como la confusión, la culpa o el miedo.

El experto manifiesta que puede resultar óptimo haber llegado previamente los adultos a un acuerdo parental mostrando firmeza, coherencia y claridad. “Los niños tienen que ver que pueden contar con sus padres incluso en situaciones de crisis, independiente de la respuesta emocional desencadenada ante el impacto de la noticia”, expone.

Las necesidades, expectativas y emociones que el niño experimenta en un proceso de separación de sus progenitores son de carácter personal e íntimo, variando mucho en cada caso y dependiendo de multitud de agentes.

Garea identifica una necesidad común, que es la de requerir de un soporte, caracterizado por un vínculo de seguridad emocional y confianza en cada progenitor. “Esto puede conseguirse desde una postura de neutralidad, de regulación emocional, disponibilidad mutua y de respeto hacia el otro”.