El auge definitivo de la familia elegida en la próxima década: la sanguínea cada vez será más pequeña
Las familias biológicas tienden a ser cada vez menos numerosas y más alargadas, pero eso no significa que vayan a decaer las relaciones afectivas y sociales
La familia nuclear como único ideal aspiracional de una vida plena y feliz no es extrapolable a todo el mundo y a todas las circunstancias
La familia elegida es la red afectiva de apoyo que no viene dada por azar, sino que se ha desarrollado y fortalecido con el contacto y las vivencias compartidas
Las familias en las que se acumulaban tíos, primos, sobrinos y nietos sin solución de continuidad son cosa del pasado. Según una investigación publicada en la revista científica PNAS, una mujer española de 65 años en 1950 tenía 21 parientes de media. Sin embargo, en 2095 otra que vaya a cumplir esa edad solo tendrá 12,9. Los lazos sanguíneos cada vez son más cortos y delgados, pero eso no significa que la familia vaya a dejar de ejercer las funciones de refugio y ayuda que, en teoría, siempre ha cumplido, sino que esta será elegida, no impuesta.
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Sabemos que una niña que nazca este año apenas tendrá hermanos y primos. Eso sí, seguramente conocerá a todos sus abuelos y puede que a la mayoría de sus bisabuelos. De seguir las tendencias de natalidad actuales, ella misma tendrá un solo hijo o ni siquiera eso. Muy posiblemente a los 35 años su red de parentesco será la más reducida de los tiempos modernos, pero eso no significa que tenga que vivir en soledad, porque, afortunadamente, el ser humano es capaz de tejer redes con gente que no tenga su misma sangre. Puede que más fuertes, más sanas.
Un ideal no siempre ejemplar
"Las amistades vienen y van, pero la familia está ahí para siempre", "la familia es el ancla que nos sostiene a través de las tormentas de la vida", "no importa lo pobre que es un hombre. Si tiene familia, es rico"... todas estas frases tan tópicas ensalzando los valores familiares están muy bien, pero ¿en qué momento se nos hizo creer que pueden o deben ser aplicables a todo el mundo y bajo cualquier circunstancia? La familia nuclear como único ideal aspiracional de una vida plena y feliz hace tiempo que dejó de tener sentido, si es que alguna vez lo tuvo.
En nombre de la familia biológica se toleran relaciones improductivas, tensas o directamente tóxicas, y se normalizan distintos tipos y grados de violencia, desde la homofobia al machismo, pasando por los abusos y maltratos. Sencillamente porque desvincularte de la familia, incluso de la que te ha proporcionado experiencias traumáticas, te cubre de una especie de sospecha de egoísmo o de falta de humanidad.
Rompiendo tabúes
Desmontar el mito de la institución familiar sigue siendo tabú, cuando la realidad es que, en ciertas ocasiones, romper esos vínculos sanguíneos y construir otros modelos relacionales es la mejor alternativa. La denominada familia elegida es esa red afectiva de apoyo que no te vino dada por azar al nacer, pero que has desarrollado y fortalecido con el contacto y con las vivencias compartidas, y que rompe con la idea de la sangre como vínculo principal. Lo ideal, no vamos a engañarnos, sería compatibilizar ambos modelos en perfecta armonía, pero esto no siempre es posible.
De hecho, la familia que nos debería interesar es aquella donde uno puede ser uno mismo, y no un rol impuesto. Son las personas en las que nos apoyamos cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, con quienes podemos contar cuando llegan los problemas, pero también con quienes podemos compartir alegrías, quienes nos escuchan y se preocupan por lo que tenemos que decir. Porque, al final, familia, sanguínea o no, son simplemente aquellos que nos proporcionan los afectos y cuidados emocionales que queremos y necesitamos.