Cómo enseñar a tu hijo a prevenir el abuso infantil: "No le exijas dar besos"
La psicóloga Carmen Esteban publica su primer cuento infantil con el que enseña a los más pequeños a prevenir y gestionar situaciones de abuso sexual infantil
En ocho de cada diez casos de abuso sexual infantil el agresor es una persona del entorno familiar
Saber identificar sus emociones o no obligarles a dar besos y abrazos son algunas de las claves que ayudarán a los niños
Uno de cada cinco menores de Europa es, o será, víctima de alguna forma de abuso sexual infantil (ASI) antes de ser mayor de edad. Un dato escalofriante, pero real, que maneja el Consejo de Europa. El papel de las familias, empezando por los padres y acabando por los abuelos, es clave para crear un ambiente de seguridad sobre los niños y que sepan que es el consentimiento y que sepan reconocer cuando algo está pasando unos límites que son desagradables para ellos.
Es importante que los niños sepan qué es el consentimiento porque, según Save the Children, en ocho de cada diez casos de ASI el agresor es una persona del entorno familiar o conocido del menor y el 96% no tiene antecedentes penales relacionados con la violencia sexual.
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Para ayudar a los más pequeños la psicóloga Carmen Esteban les acerca a través del libro ‘Con sentimiento’ la historia del erizo Enzo, donde aborda el abuso sexual infantil en una fábula en la que, después de que una amiga de la madre del erizo le haya hecho unos regalos, le pide un beso y un abrazo, pero Enzo no quiere dárselo. Aún así, lo hace sin consentimiento y Enzo la pincha con sus púas.
¿Por qué es importante que los niños sepan escuchar su cuerpo?
Es importante que las personas en general aprendamos a escuchar nuestros cuerpos porque estos nos emiten señales sobre cómo estamos. Este aprendizaje cuanto antes lo hagamos, más fácil nos resultará entenderlo cuando nos quiera indicar que algo no va bien. En el cuento, el erizo Enzo siente un calor en su corazón y en su barriga y esto le estaba indicando que no se sentía cómodo y que su rabia iba a aparecer. Escuchar las señales de nuestro cuerpo, nos pueden ayudar a detectar cuando algo no va bien.
¿Cómo pueden diferenciar qué les hace sentirse cómodos de lo que no?
A través de educación emocional. Enseñándoles a identificar sus emociones e interpretar cómo estas les hacen sentir. En el cuento se explica de forma gráfica a través de un semáforo de las emociones. Las emociones que son agradables (calma, alegría, amor…) encienden una luz verde y esto les indica que están cómodos. En cambio, otras veces la luz del semáforo que se enciende es roja, lo que genera una sensación de malestar producida por emociones desagradables (asco, ira, miedo, vergüenza…). Estas emociones, no son malas, al contrario, son señales de incomodidad y de que el niño debe parar.
¿Por qué acostumbrarlos a dar un beso o un abrazo es un gesto de buena educación es un error?
¿Qué tiene que ver el contacto físico con la educación? El contacto físico no es una habilidad social. Una habilidad social es saludar, despedirse, preguntar cómo estás, decir buenos días o buenas noches. Los besos y los abrazos son señales de cariño y amor y no siempre nos apetece darlo. Si una noche estás enfadado con tu pareja y es hora de irse a dormir, nadie te obliga a darle un beso o un abrazo ¿verdad? ¿Por qué a un niño si?
¿Cómo se les puede ayudar a detectar cuándo les apetece dar ese beso y cuándo se sienten obligados?
En el cuento se les explica de forma muy gráfica a través de la metáfora del semáforo. Si la luz de su corazón se pone de color verde, signficia que sí les apetece a dar un beso y un abrazo porque se sienten bien. Sin embargo, si la luz de su corazón se enciende de color rojo, estarán sintiendo malestar y aquí es muy importante que escuchen a su cuerpo porque estas emociones NO son malas, al contrario, nos pueden estar cuidando y avisándonos de que algo puede ser peligroso o desagradable.
Reconocer las emociones es clave, ¿no?
Por supuesto, las emociones agradables y desagradables pueden coexistir en una misma situación. Por ejemplo, en situaciones de abuso sexual infantil un niño puede sentir confianza hacia esa persona (no olvidemos que un porcentaje muy alto es una persona de la familia o del entorno familiar), pero a la vez sentir miedo o asco. Si le enseñamos a identificar las emociones que le indican que debe PARAR le estamos dando una herramienta fundamental para detectar situaciones de riesgo.
¿Por qué es tan peligroso el chantaje emocional?
El chantaje emocional es una de las formas de manipulación más difíciles de detectar por su naturaleza agresivo pasiva, lo que genera mucha confusión y culpabilidad en la víctima. La víctima acaba asumiendo la culpa y la responsabilidad de algo que es víctima. Esta técnica se utiliza en cualquier situación de violencia, por ejemplo en casos de acoso escolar ocurre cuando hacen creer a la víctima que será un chivato si lo cuenta. A través de este chantaje se establece la ley del silencio. Los abusadores sexuales son personas cercanas al niño y utilizan esta técnica diciendo cosas como “si dices algo, nunca más podrás volver a verme” o “si lo cuentas, me pasará algo malo.”
¿Cómo pueden conocer los límites corporales sin tratar de forma explícita el sexo?
A través de ejemplos cotidianos: respetar si no le apetece que le hagan cosquillas, respetando sus decisiones a la hora de compartir sus juguetes sin necesidad de entrar en el chantaje emocional, enseñarles a ellos a lavarse sus partes íntimas en la ducha o a vestirse o pidiendo permiso si debemos explorar una zona íntima de su cuerpo y explicando el motivo. Por ejemplo, “cariño, ahora cuando acabes de jugar necesito mirarte el culo un momento en el baño porque me has dicho que te pica y es importante que mire a ver por qué es” en vez de interrumpirle en mitad de una actividad y directamente bajarles los pantalones y su ropa interior delante de otras personas.
¿Qué papel juegan las familias, desde los padres hasta los abuelos?
Nosotros somos sus modelos a seguir. Los niños tienen a sus adultos de referencia y por eso tenemos la responsabilidad de educar en el autorespeto y en el respeto al prójimo. Además, nosotros como adultos no vamos pidiendo besos y abrazos a otros adultos de la misma forma que exigimos a los niños a dar besos y abrazos. Para empezar, no todos los adultos dan besos y abrazos al despedirse y los que sí lo hacen, si os fijáis, ponen las dos mejillas. Ni siquiera dan besos porque dar un beso o un abrazo es algo íntimo y que no nos apetece dar a cualquiera. Sin embargo, a los niños les pedimos que lo hagan constantemente e incluso con gente que ellos no conocen pero nosotros sí porque les hace parecer graciosos y educados.
Además de ser sus modelos a seguir, debemos ser sus cuidadores. Este aspecto es fundamental en el momento en el que otras personas les hacen sentir mal por no dar un beso o un abrazo. Si otra persona está chantajeando o haciendo sentir mal a nuestro hijo por no darle un beso o un abrazo, debemos intervenir y enseñar a nuestro hijo cómo responder: “Ahora no le apetece darte un beso”.