Bradley Cooper se convirtió en padre a los 42 años en 2017 junto a su entonces pareja la modelo Irina Shayk, cuando llegó al mundo Lea, la niña que revolucionó su vida de actor, tanto que él mismo ha reconocido ahora que los primeros meses estuvo descolocado. Su vida no siempre ha sido fácil tras reconocer en varias ocasiones sus problemas con las drogas, de las que lleva alejado casi 20 años. Ahora el intérprete se ha sincerado sobre su vida personal, en especial sobre su relación con su hija.
El director, guionista, productor y actor de ‘Maestro’, película con la que opta a varios premios Oscar, ha hablado abiertamente sobre su vida privada en el podcast ‘Armchair Expert’ de Dax Shepard, donde ha desarrollado el crecimiento personal por el que ha pasado tras ser padre de la niña, que ya tiene seis años.
Sobre la pequeña asegura que al principio no solo es que le costara adaptarse, sino que no lograba entender a tantos compañeros y amigos que le habían dicho que ser padre era dar la vida por sus hijos. “Los primeros ocho meses ni siquiera sé si de verdad quería a mi hija”, se sincera el actor durante la charla.
“Es como una droga. Es genial. Estaba viendo cómo esa cosa se iba transformando”, quiso puntualizar, pues realmente estaba fascinado con la experiencia de ser padre. “Me encantaba cuidarla, ¿pero moriría si alguien entrase en mi casa con un arma?”, se preguntaba Cooper. “Luego, de repente, ya no hay duda ninguna. No estoy seguro de si seguiría vivo si no fuera padre”, confiesa ahora el actor sobre cómo su vida ha cambiado desde la llegada de Lea.
El actor, además, ha mostrado la gran complicidad que tiene con su hija, que fue su acompañante durante la alfombra roja en el estreno de la película ‘Maestro’, hasta el punto de que tienen charlas tranquilamente en el baño. “Hablamos cuando yo estoy en el váter y ella en la bañera. Es un poco nuestra vida ahora”, cuenta durante la entrevista.
También sostiene que, con su pasado con las drogas, es bastante protector con la niña, intentando hacerle el menor daño posible. “No quiero que un niño crezca de esa manera, quiero que tenga una base sólida con la que andar sobre la tierra. Ese es el objetivo, y puede sentir la seguridad que ella tiene. Es muy gratificante”, dice orgulloso.