La educación, ¿de verdad es peor que antes?
El politólogo Pablo Simón analiza si cualquier tiempo pasado fue mejor en la escuela
En realidad, hemos universalizado algo que antes era de élites y sí tenemos generaciones más formadas
Sin embargo, seguimos teniendo problemas: abandono escolar temprano, FP o sobrecualificación. El problema no es que todo hay ido a peor, es que ahora es todo más difícil
Una de las ideas que más predicamento tiene en España es que la educación está en horas bajas. Vaya por delante que es muy sano que una sociedad hable sobre la educación por lo importante que es como generadora de crecimiento, de igualdad de oportunidades, de movilidad y cohesión social. Lo que no es tanto es hacerlo sobre la base clichés y anécdotas personales. De hecho, probablemente todo lo que diga a continuación no tendrá ni la mitad de alcance que una tribuna de Arturo Pérez Reverte sobre el tema. Sin embargo, como en casi todas las cosas, el trazo grueso sirve más para reforzar prejuicios que para iluminar realidades precisas sobre cómo es nuestro país.
¿Es peor hoy la educación que hace treinta o cuarenta años?
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Los estudios de la OCDE se encargan de medir los conocimientos, las competencias lectoras y matemáticas de la población. Mediante pruebas estandarizadas, son la mejor medida que tenemos para intentar comparar entre países y a lo largo del tiempo, las famosas pruebas PISA. Pues bien, si se hace una competición entre jóvenes y adultos, los primeros se imponen sistemáticamente. Es normal, las competencias educativas se oxidan con el tiempo y los jóvenes las están ejercitando, por lo tanto, entre grupos de edad sí, ellos vienen más capacitados.
Sin embargo, una poderosa razón por la que la educación no está en caída libre tiene que ver con un sesgo personal de quien lo piensa: en el pasado la educación era una cosa de élites. En esta dimensión España pegó un salto brutal desde la llegada de la democracia. En los años cincuenta solo el 10 % de los alumnos acababan la educación a los dieciséis años, hoy estamos en torno al 85 %.
Hoy estamos en un número de jóvenes con educación superior del 48%, casi en la media de los países de nuestro entorno. Empezábamos de mucho más atrás y hemos alcanzado estándares europeos. Por lo tanto, hoy tenemos más gente formada (en media) y más heterogénea (internamente) que cuando los universitarios o titulados eran muy pocos y solo de origen social acomodado.
Los problemas
Por lo tanto, estamos siguiendo la pista equivocada, los problemas de nuestra educación no están ahí, son de otro tipo. En este sentido hay uno muy serio: nuestro país sigue siendo uno de los que tiene la tasa de abandono escolar temprano más alta (el 14 % en 2022). Esto significa que tenemos jóvenes, sobre todo hombres, que ni siquiera terminan la formación básica de la ESO.
Este dato es muy preocupante y requiere ambición que vaya más allá de los “aprobados” automáticos. Siendo como somos uno de los países con más repetidores de curso de la OCDE, algo no estamos haciendo bien (y es que se sabe que la repetición tiene un impacto muy limitado ayudando a los “rezagados”. Antes bien, desmotiva). Si queremos atajar este problema se requiere medios y refuerzo docente para que haya grupos más pequeños y con más acompañamiento. También necesitamos más psicólogos y orientadores en los centros.
Sobrecualificación
Otro de los grandes problemas que tenemos en España es la sobrecualificación. Este término significa que hay jóvenes que están haciendo trabajos por debajo de la titulación que han alcanzado y es récord en nuestro país respecto al entorno. El 36 % de los titulados desempeña tareas para las que no necesitaría tener ese título.
Esto nos recuerda que tenemos un desacople entre las demandas del mercado de trabajo y unos sistemas educativos muy rígidos, burocráticos, de espaldas a la sociedad. Pero, además, tampoco hemos hecho los deberes en el refuerzo de la formación profesional. Poco a poco se va subsanando, pero si no se refuerzan las cualificaciones medias, los “oficios”, seguiremos teniendo dificultades en el ascensor educativo.
Segregación escolar
Hay más temas que poner encima de la mesa, por supuesto. La segregación escolar en España es alta. Da igual la titularidad del centro (privado, concertado o público), muchas de nuestras oportunidades dependen del entorno, por tanto, la geografía de la educación marca la diferencia.
También habría que hablar de la formación del personal docente, el cual en muchos casos hace actividades más allá de lo remunerado y con gran entusiasmo, pero en otros casos ni siquiera se recicla. Dar incentivos positivos para esto último sería fundamental aprovechando para dar más estabilidad a las leyes entre gobiernos. Y no digo nada si se plantea el reto que supone la relación con los dispositivos móviles, electrónicos o la IA en el ámbito docente.
Retos complejos
Los retos de la educación son cambiantes y complejos. Más todavía en un entorno en el que hemos hecho lo más “fácil”, que es universalizar la educación. Conseguir mejorarlo desde aquí es complejo, porque ahora el título sin más no es credencial suficiente, hay que darle un valor.
Ese es el desafío de futuro. Sin embargo, algo que no ayuda es pensar que vamos cuesta abajo y sin frenos en el sistema educativo, y menos cuando la historia de su expansión en España es la de un éxito llegando desde tan atrás. Porque, si de verdad la educación es un desastre, sería muy inocente pensar que los jóvenes son los responsables ¿De quién sería culpa sino de quién la imparte, que son sus mayores?