¿Y si tu hijo que no quiere ir a la universidad no está tan desencaminado?
El 11% de los estudiantes españoles que se matriculan por primera vez en un grado universitario abandonan sus estudios.
El 36% de los universitarios que concluye la carrera tiene un empleo inferior a su formación
¿Están reemplazando las llamadas 'competencias' a los otrora indispensables títulos universitarios en el mercado laboral?
Coco (17) está extenuada. A punto de terminar el bachillerato, sus planes son pasar la selectividad pero tomarse de inmediato un año sabático antes de comenzar sus estudios universitarios. O no. "Tengo que pensármelo bien -sostiene-. Casi la mitad de mis amigos harán la FP y la otra mitad está como yo". ¿Consideran innecesario sacarse una carrera? "Mi padre siempre dice que es porque veo a los influencers o generadores de contenido y tal, esta gente que parece que se forra, pero no tiene que ver con eso, por lo menos a mi me gustaría darme un tiempo pensar si se me ocurre algo realmente interesante que pueda evitarme otros cuatro años de clases".
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¿Responde esta 'duda existencial' adolescente a una realidad concreta del mercado laboral? Al parecer sí. Palabras como 'experiencia', 'capacidades', 'valor añadido' e incluso 'seguidores' entran ahora también en la ecuación y aunque no desbancan al 'conocimiento', cada vez ganan más peso en las evaluaciones de RR HH.
“Los títulos universitarios comienzan a perder sentido -opinaba Enrique Galindo, autor de libro 'Escuela o barbarie' en un informe de El País esta misma semana-. Las economías del conocimiento ya no responden al esquema' fordista' o del sistema industrial del siglo XX. Ahora se buscan trabajadores muy flexibles que sepan adaptarse y competencias blandas como el trabajo en equipo o la proactividad. Precisamente por eso, un alumno de buena familia que no quiera estudiar ocupará todavía con más facilidad los puestos a los que no puede acceder un alumno de clase trabajadora que se ha esforzado por sacarse un título”.
"Lo hacen por sus padres"
El concepto capitalista del 'emprendedor' y la mitología made in 'silicon valley' que promueve el sueño del creador de apps que se hace millonario, entran también en el juego. Ambas obvian las circunstancias muy distintas a las que pueden enfrentarse los jóvenes que empiezan a buscar su lugar en el mundo. "Soy consciente de mi privilegio -dice la adolescente Coco- y sé que no toda la peña puede permitirse el sabático, pero entre los que se tienen que poner a estudiar algo, creo que la gente prefiere la FP que la Universidad. La mayoría lo hace por sus padres, porque para ellos es importante, no porque realmente les motive". La falta de motivación es, pues, otro de los factores claves de esta 'perdida de sentido' de la titulación. Y más allá del mercado, hay un problema también en el sistema educativo, que no parece actualizarse junto a los más jóvenes.
Como decía el profesor Daniel Arias, autor del libro 'Querido alumno te estamos engañando' en esta entrevista con Uppers, "El problema es que, si antes la ignorancia era algo a esconder en nuestra sociedad, ahora es casi un motivo de orgullo. Los incentivos de aprendizaje son menores ahora. Existe una alta inflación de notas. Si un alumno brillante observa cómo otro mediocre alcanza casi los mismos resultados con la mitad de esfuerzo porque el sistema se lo permite, acabará por apuntarse al carro de la mediocridad".
Más que sentarse en un pupitre
Esta misma semana el politólogo Pablo Simón decía en su columna de Uppers que "tenemos un desacople entre las demandas del mercado de trabajo y unos sistemas educativos muy rígidos, burocráticos, de espaldas a la sociedad. Pero, además, tampoco hemos hecho los deberes en el refuerzo de la formación profesional. Poco a poco se va subsanando, pero si no se refuerzan las cualificaciones medias, los “oficios”, seguiremos teniendo dificultades en el ascensor educativo".
Por otro lado, hay una suerte de espejismo entre los adolescentes (ciertamente alimentado por las tendencias y las redes sociales) respecto a lo 'poco útil' que es un título universitario y que choca con una verdad que se mantiene robusta a pesar de los cambios del mercado: los trabajos para licenciados universitarios -las ingenierías y medicinas a la cabeza-, son todavía los mejor remunerados.
Además, habría que concientizar a los más jóvenes acerca de la Universidad como espacio al que no solo se va a adquirir conocimiento sino a interactuar con personas que tienen similares inquietudes, curiosidad intelectual o vocación de cambio. Es un espacio para generar colectivos y no solo recibir conocimiento sino expandirlo.