Un perro sénior es aquel que tiene entre siete y doce años, es decir, aún conserva mucha energía y sigue disfrutando de los paseos y los juegos suaves, aunque puede empezar a experimentar problemas de salud relacionados con la edad. No es un perro anciano en el invierno de su vida que necesita cuidados muy específicos para garantizar su comodidad. Sin embargo, según el estudio 'Él nunca lo haría' de la Fundación Affinity, son los perros adultos y sénior los que más tiempo pasan en las protectoras en espera de una adopción (11,7 meses), mientras que los cachorros son adoptados en menos de tres meses.
En 2022, las protectoras españolas recogieron más de 25.500 perros de edad de edad avanzada, lo que representa el 15% del total de canes recogidos. Hay muchos prejuicios en torno a la edad del perro, cuando en realidad los beneficios que puede aportar un animal adulto son variados. A menudo un perro sénior está educado, sabe dónde hacer sus necesidades, ha superado la etapa de los destrozos y está acostumbrado a la rutina. Eso sí, su carácter ya está definido, para bien y para mal, y es como es. No va a cambiar. Según Affinity, la principal causa que limita su adopción es la creencia en los siguientes falsos mitos.
Establecer una conexión con un animal de compañía no tiene que ver con asuntos de género o edad. Es decir, la intensidad del vínculo puede ser la misma con un perro de siete semanas que con uno de siete años. Es cierto que algunos perros adultos pueden tardar más en adaptarse a un nuevo hogar que otros, pero la mayoría se acomodan rápidamente a sus nuevos hogares. “Lo importante es crear una buena comunicación basada en entender las necesidades reales del perro o gato. Esto es clave para que esta relación sea satisfactoria y duradera”, declara Isabel Buil, directora de Fundación Affinity.
La educación de los perros es la misma independientemente de la edad. La capacidad de aprender proviene de una combinación de instintos innatos y de influencias del entorno. Todos, jóvenes o mayores, pueden ser entrenados a través de técnicas de refuerzo positivo y paciencia, seguir aprendiendo nuevos trucos y cambiar algunos hábitos si se le ayuda a hacerlo de forma adecuada. De hecho, muchos perros adultos que han estado en otros hogares ya han sido educados en algunas habilidades, lo que puede facilitar la transición a un nuevo hogar.
Un perro adulto puede ser perfectamente saludable. De hecho, ha sido sometido a revisiones médicas antes de ser puesto en adopción. Sí es cierto que cuando tiene una edad su comportamiento es más moderado. Es decir, es más relajado y menos reactivo, lo cual no significa que no le guste jugar o que sea demasiado pasivo. Con los cachorros todo pasa muy rápido y muy deprisa, mientras que los senior se lo toman todo con más tranquilidad. Por eso puede ser un perro ideal para una persona mayor.
Los refugios y protectoras están llenos de perros sénior, por lo que no habrá ningún problema para encontrar uno en adopción. En cualquier caso, hay que tener unas expectativas realistas acerca de la idea de educar a un animal así. "Lo más importante es que haya un periodo de adaptación y dedicar tiempo para que el animal y la familia puedan acostumbrarse a la nueva situación. Es un proceso que requiere constancia y la implicación de todos los miembros de la familia con la que va a convivir el animal”, explica Isabel Buil.