Cuando los hijos no logran entrar en la carrera elegida: "Hay que dejarlos que tomen sus propias decisiones"

Hasta 300.000 estudiantes se han examinado recientemente de la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU) en las distintas comunidades autónomas. Las notas provisionales han salido ya, pero no es hasta ahora cuando, una vez acabado el periodo de reclamación de la convocatoria ordinaria, comienza a manejarse la posibilidad real de acceder o no acceder a las carreras elegidas.

Elección adulta

Aún quedan la convocatoria extraordinaria y el resultado de las notas de corte del curso 2024-2025, pero el escenario actual ya permite hacer una valoración de las posibilidades reales de los futuros universitarios.

Este mismo hecho -valorar las opciones y saber qué es razonable elegir- ya es algo determinante para la vida adulta. En los próximos años los que hoy son adolescentes tendrán que afrontar momentos de cambio, los famosos planes B que más de una vez nos vemos obligados a realizar. Y a veces con excelentes resultados. La psicóloga Conchita Sisí, directora de la clínica Salud en Mente, establece algunas pautas para poner en práctica cuando la carrera de nuestra preferencia se esfuma.

Tomar el control de las decisiones

Una mala noticia no siempre es tan mala si eso ayuda a resignificar la relación entre padres e hijos. "En la adolescencia, las tomas de decisiones normalmente vienen guiadas por otros. Sin embargo, al dejar atrás esta etapa, sería un error delegar esta elección. Al entrar en la edad adulta, el individuo debe ser capaz de responsabilizarse de sus propias decisiones", señala la experta.

¿Qué ocurriría si los padres siguen al mando de las decisiones de los hijos? "En caso de no ser así, se haría una atribución externa; es decir, se mostraría frustración con la otra persona en el caso de que salga mal, o tendríamos una sensación de baja autoeficacia en el caso de que el resultado sea positivo", asegura la psicóloga, lo que provoca una disminución de la percepción de control.

Poner límites a la presión social

A veces, no vemos salidas a un problema porque estamos instalados rígidamente en la misma posición, la que nos impide ver otras opciones. Por esta razón, es muy intesante hacerse con nuevas perspectivas. La experta Conchita Sisí defiende que lo ideal en este sentido es consultar a un máximo de tres personas y de entornos diferentes.

Aunque la presión social fomenta que la elección de carrera sea inamovible, es importante saber que esta decisión no tiene que definir el resto de su vida. "Si se tiene esta elección como algo inamovible, puede aumentar la sensación de ansiedad o la parálisis decisional", señala esta psicóloga. Para no alimentar esta presión de la sociedad y del entorno, es importante adoptar una perspectiva más flexible y compasiva hacia uno mismo.

Abrirse a nuevos intereses

Antes de tomar una decisión de este calibre, sería adecuado reconocer intereses y habilidades para poder elegir una carrera acorde con nuestros valores. En otros países europeos, los jóvenes tienen un periodo después del bachillerato para participar en distintas actividades y encontrar así sus intereses personales.

"También conviene visualizarse en múltiples escenarios relacionados con las diferentes opciones. Otra forma de hacerlo puede ser, por ejemplo, hacer una prueba inscribiéndose en un curso universitario o realizando un trabajo temporal relacionado con la opción principal", afirma la experta.

Cambiar, pero no del todo

La resiliencia, la adaptabilidad y tener presente el objetivo final son cruciales para el éxito a largo plazo. Es importante que los jóvenes entiendan que no pasa nada por cambiar de carrera si sus intereses o las circunstancias evolucionan. Contemplar varias opciones puede aliviar la presión y ofrecer una alternativa valiosa si las cosas no salen como se esperaba inicialmente.

Otra posibilidad interesante es contemplar el cambio desde el primer momento pensando en lo que realmente se quiere estudiar. Quizá la primera carrera tiene una nota de corte muy alta, pero otra de la misma facultad y con asignaturas parecidas es más accesible. Es posible cursar un primer año y luego cambiarse con la ventaja de que es posible que se convaliden muchas materias. En este punto, conviene ser exhaustivo e informarse muy bien de las opciones de movilidad en cada universidad.

Establecer puntos fuertes y plazos

Es posible que el contratiempo de no tener la nota adecuada haya hecho considerar otras carreras. Ahora viene lo más difícil: priorizar qué se quiere hacer. "Para ayudar a la toma de decisiones es muy útil realizar, una vez determinadas las distintas opciones, un listado con pros y contras de cada alternativa. Ver cada punto por escrito puede permitir comparar las posibilidades de forma más objetiva y aclarar los pensamientos", sostiene Conchita Sisí .

En este punto, la experta insiste en que es importante darse un tiempo pautado, tanto para la reflexión como para la toma de decisiones. Pensar demasiado tiempo las opciones disponibles no es productivo; en cambio tomar la decisión libera de eso que se veía como un problema. "Conviene no procrastinar. Por eso, para evitar la procrastinación, es necesario establecer un plazo límite realista para tomar la decisión definitiva", concluye la experta.