La adolescencia es una fase de transición compleja que conlleva numerosos cambios físicos, emocionales y sociales para las personas que están pasando por ella. Saber entender las particularidades de esta etapa puede ayudar a los padres a proporcionar el apoyo necesario a sus hijos durante este período crítico. Existen varias fases de esta etapa, y cada una de ellas se caracteriza por presentar diferentes retos y situaciones únicas tanto para las personas que viven estos cambios en primera persona, como para los que les acompañan en el proceso.
La adolescencia se divide generalmente en tres fases: adolescencia temprana (10-13 años), adolescencia media (14-16 años) y adolescencia tardía (17-19 años). Cada una de estas fases presenta diferentes retos y características propias, aunque es la adolescencia media la considerada más difícil.
Durante la adolescencia, es común que los jóvenes muestren comportamientos impulsivos y rebeldes. Estos cambios pueden ser el resultado de la búsqueda de independencia y la necesidad de establecer su identidad propia. Además, la necesidad de encajar y ser aceptado por sus compañeros puede llevar a los adolescentes a adoptar comportamientos menos apropiados, como el consumo de alcohol, drogas y otras sustancias. La presión de grupo es una fuerza poderosa que puede influir significativamente en sus decisiones .
La carga académica y las expectativas escolares pueden también ser fuentes significativas de estrés para los adolescentes. La lucha por encontrar el equilibrio entre los estudios, las actividades extracurriculares y su vida social puede resultar abrumadora. Aquí es donde entramos en el farragoso territorio del desarrollo de la salud mental durante la adolescencia. Muchos trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión, comienzan a manifestarse durante esta etapa. La presión académica, los cambios hormonales y las expectativas sociales contribuyen a estos problemas.
Entre las maneras que los expertos recomiendan para superar esta estaba figura en primera lugar la necesidades de fomentar una comunicación abierta y honesta. Los padres deben estar disponibles para escuchar sin juzgar, permitiendo que sus hijos expresen sus sentimientos y preocupaciones. Otro aspecto importante es que aunque los adolescentes buscan independencia, se deben establecer límites claros y consistentes. Estos proporcionan una estructura necesaria y ayudan a los adolescentes a entender las consecuencias de sus acciones.
Ofrecer apoyo emocional y ser empáticos puede ayudar a los adolescentes a navegar los desafíos emocionales de esta etapa. Es importante saber reconocer sus esfuerzos y logros, así como brindar consuelo en momentos de dificultad. Esto además estaría muy ligado a la necesidad de animar a los adolescentes a participar en actividades extracurriculares y físicas para canalizar su energía de manera positiva y reducir el estrés.
Por último, no podemos olvidar que los padres actúan como modelos a seguir. Mostrar comportamientos positivos, como la gestión del estrés y la resolución de conflictos de manera saludable, puede influir positivamente en los adolescentes.