¿Es bueno que tu hijo adolescente te lo cuente todo?
Pablo, padre de un joven de 17 años, cuenta que suele asesorarlo y preguntarle, sin que parezca un interrogatorio
Gloria Rodríguez, psicóloga: “Conviene que tengan claro que nuestra puerta estará siempre abierta para cuando quieran hablar”
La especialista en adolescencia, Carmen Berzosa, recomienda a los padres permitir a los hijos tener criterio propio
A cualquier padre le gustaría no tener que lidiar con la incertidumbre acerca de qué les sucede o hacen los hijos. Los adolescentes tienen fama de aislarse y escudarse en su grupo de amigos. Frente a esto, los profesionales con lo que hemos hablado, especialistas en esa etapa, sostienen que no es frecuente que los hijos cuenten todo a sus padres. Sin embargo, destacan la importancia de “fomentar la confianza” en la familia. Conocemos también el testimonio de dos padres que nos hablan de cómo actúan con ellos sus hijos adolescentes.
Principalmente en la infancia y adolescencia, ocurre la poda neuronal o sináptica, esto es, se destruyen algunas conexiones neuronales que no se necesitan o no se usan y se refuerzan las imprescindibles. Hay inmadurez y se producen cambios, reajustes para lograr que el cerebro funcione mejor.
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Otra forma de comunicarse
Algunos expertos apuntan que en la actualidad los jóvenes están ultra-conectados y se comunican a su modo. El informe Digital Consumer by Generation elaborado por Smartme Analytics, especifica que los jóvenes se decantan por Instagram o Tik Tok. También sabemos que prefieren enviar mensajes o audios por WhatsApp que hablar en persona. El adolescente demanda privacidad y las tecnologías permiten ofrecerla.
En cuanto a que los hijos les cuesta verbalizar lo que hacen o sienten, la autora de ‘Hijos que callan, gestos que hablan’ (Espasa, 2019), viene a decir que no hay que desesperar y estar atentos a la comunicación no verbal y aprender a descifrarla: “Con su actitud te está diciendo muchas cosas. Seguro que si, por ejemplo, comienza a morderse las uñas, tú extraes información. Lo mismo ocurre cuando te fijas en su manera de vestir, de sentarse, de saludar, de tocarte o incluso de proyectar su voz. En definitiva, de comportarse”.
Compartir sin invadir
“Mi hijo adolescente de 17 años, siempre ha tenido su habitación como “su espacio” para escuchar música o hablar por teléfono con sus amigos, aunque suele consultarnos y contarnos qué hace cuando sale con sus amigos; todo, sabemos que no”, comenta Pablo, empresario de 50 años.
Este padre dice que se sienten seguros porque conocen el grupo de amistades que frecuenta su hijo y suelen compartir actividades con los padres. “Procuro acercarme a mi hijo y preguntarle por lo que le gusta hacer, asesorarlo y que no se sienta interrogado o cuestionado por ciertas decisiones”, confiesa.
Nos cuenta que perciben que la tecnología lo ha cambiado todo y que los jóvenes se expresan menos hablando. “No hay más que verlos en el parque o una cafetería con amigos delante y conversando con otros a través de Instagram. Su salud mental también ha empeorado al sentirse dependientes de los dispositivos electrónicos”, señala.
Pablo reflexiona y asegura que son su referente y deberían aprender a “dejar el móvil a un lado y hacer cosas con ellos y comunicarse más y mejor”.
Despreciar la opinión propia
Vanesa de 51 años, pastelera, madre de una adolescente de 16, expone que a su hija le representa mucho trabajo tomar algunas decisiones y que suele ejemplificar lo que hacen o dicen sus amigos a través de vídeos que ve por las redes sociales. “Nos pregunta constantemente y cuando no es así se la ve desorientada. Me gusta aconsejarla, pero creo que también tiene que fiarse de sí misma”, revela.
Comenta que desde pequeña siempre le han inculcado que puede hablar con ellos de todo, pero en su pandilla destacan más otras personalidades frente a la suya y ella se queda atrás. “Todavía la vemos inmadura, se resguarda mucho en nosotros y acepta lo que le digamos sin rebatir. Este curso acudirá a un terapeuta para que la ayude y la surta de herramientas para autoafirmarse”, confirma la madre.
Modos de actuar del adolescente
Carmen Berzosa Soto, psicóloga infantil y de adolescentes, experta en neuropsicología clínica infantil y máster en inteligencia emocional, señala que para no es propio en la adolescencia contar todo a los padres. Habla de dos escenarios:
- Cuenta todo o pide la opinión de todo a los padres, aunque puede contar con un criterio propio o diferente a lo que opinan los adultos y él hacer por su cuenta, resultando algo totalmente sano.
- Cuenta todo y lo que piensa y manifiesta es en base a la opinión de sus progenitores. Algo puede no estar funcionado correctamente para su edad y puede ser que no se haya identificado con un criterio propio y único. Sería un: “Mi madre cree/opina”, “Papá me dice” ...
La experta recuerda a los padres la importancia de:
- Permitir a los hijos que tengan criterio propio.
- Convivir con el adolescente pese a tener puntos de vista diferentes.
- Defender aquellos puntos de vista porque surte al menor de habilidades para enfrentarse al mundo social.
- Mantener una buena comunicación con los hijos y que puedan contar sus cosas, sobre todo las graves o muy graves, como: “A mi amigo le han encontrado tal sustancia”.
Observar y estar sin excederse
Gloria Rodríguez Ben, psicóloga experta en infancia y adolescencia, directora del Centro Desarrollarte y colaboradora de Qustodio, argumenta que: “La comunicación abierta con los hijos es muy importante ya que puede ayudar a prevenir posibles dificultades a nivel emocional y darles apoyo para mejorar su toma de decisiones. Fomentar la confianza en la familia genera una mayor seguridad en uno mismo ya que se sienten arropados y protegidos”.
Pero, no quiere olvidar resaltar que, en la adolescencia, la privacidad es algo muy relevante, entonces esa comunicación no ha de ser crítica, sin obviar respetar su espacio. “Conviene que tengan claro que nuestra puerta estará siempre abierta para cuando quieran hablar”, afirma.
Los padres han de ser pacientes y crear un ambiente seguro al que los adolescentes quieran ir, que no les embargue el temor a ser juzgados o castigados. “Eso no implica, no orientarlos. Somos sus padres, no sus amigos y deben saberlo”, comunica.
Esta profesional recomienda estar muy pendientes de los hijos “sin caer en una ansiedad excesiva, observar sin preocuparse constantemente y escucharlos de un modo activo”. Subraya que “un cambio de actitud, cambio a nivel académico, cambio a nivel social…, son signos de alerta que no podemos ignorar”.
Rodríguez recuerda que, si desde muy niños se fomenta la comunicación abierta, será más fácil que en la adolescencia estén más acostumbrados a ello y, la relación resulte más positiva. “El periodo de la adolescencia es un momento en el que las personas quieren comportarse como adultos, pero aún necesitan la seguridad de la infancia, por lo que es muy importante haber fortalecido bien los lazos”.
Asegura que no hay que tener miedo a pedir ayuda externa/profesional al sentir que las preocupaciones persisten o afectan al día a día.
¿Qué podría facilitar el nexo padres-hijos?
“Nunca es tarde para mejorar la relación con nuestros hijos”, certifica la psicóloga. Atendiendo a todo lo anterior, añade:
- No presionar.
- Evitar conversaciones con preguntas cerradas y no juzgar la respuesta cerrada.
- Ser constructivo en las respuestas.
- Trabajar con el modelado: Cuando nuestros hijos observan que nosotros contamos cosas de nuestro día a día será más sencillo que ellos se abran.
- Mostrar interés por sus hobbies, entorno, etc.
No todas las pautas que se aplican a uno chicos sirven para otros, por lo que puntualiza que hay que conocer bien al hijo y estar atento a lo que necesite.