Diana Al Azem, experta en adolescencia positiva: “No hemos sido padres para criar mini esclavos”

  • En su libro ‘¡Quiero entenderte!’, esta profesora nos da claves para comprender y manejar de forma positiva una etapa tan importante como la adolescencia de nuestros hijos

  • Los miedos, los límites, los comportamientos y las normas son algunas de las claves que analiza para que los padres no pongan más trabas de las que ya tienen los propios hijos durante esta etapa

  • Diana Al Azem, educadora: "Es normal que tu hijo adolescente te pueda caer mal"

¡Quiero entenderte! Con esta afirmación tan rotunda ha decidido titular Diana Al Azem, profesora, escritora y fundadora de la plataforma Adolescencia Positiva, su último libro, en el que trata de dar claves para comprender y manejar de forma positiva una etapa tan complicada como es la adolescencia. 

Ella parte de una idea más que firme: la adolescencia no es un período de caos inevitable ni una fase en la que los padres deben rendirse, sino una oportunidad crucial para acompañar el desarrollo emocional y social de los hijos. “La sociedad nos ha enseñado que lo común es que la adolescencia sea una etapa de retos, desafíos, revolución y rebeldía. Pero hay un gran malentendido. Todo lo que sea falta de autoestima y lo que afecte a la salud física y mental del adolescente no es normal y hay que estar atentos. El resto, es común en esta época”, explica la especialista.

Este enfoque, basado en el acompañamiento consciente, puede ser revelador para muchos padres que enfrentan con temor este momento de la vida de sus hijos. "Muchos padres entran con miedo a esta etapa porque tienen falta de información. Llegar tarde a casa, estar enfadado, ser perezoso o vago son comportamientos totalmente normales en un adolescente", asegura Al Azem, insistiendo en que lo verdaderamente preocupante es lo que afecta su salud mental o física. 

Llegar tarde a casa, estar enfadado, ser perezoso o vago son comportamientos totalmente normales en un adolescente

Esta visión contrasta con las ideas tradicionales que ven en cada gesto adolescente un motivo de alarma. Los padres, con frecuencia, reaccionan con frustración o miedo ante comportamientos que consideran inadecuados, olvidando que estos son reflejo de los profundos cambios que los adolescentes están experimentando. "Tenemos que comprender que sus prioridades y sus necesidades no son las mismas que las nuestras", añade Diana. Aquí radica una de las claves del conflicto generacional: los adultos esperan que los adolescentes sigan el mismo ritmo que ellos, sin tener en cuenta que están en pleno proceso de autodescubrimiento. “El reto es sincronizarse”, apunta.

Permitir los errores

Un punto esencial que señala la especialista es la importancia de permitir que los adolescentes se equivoquen y cuestionen la autoridad dentro de casa. “Una persona que está aprendiendo a ser asertiva y a poner límites debe tener permiso para decir ‘no’ en casa. Si no lo hace allí, no podemos esperar que lo haga fuera. Su hogar tiene que ser su espacio de ensayo, el lugar donde pueda practicar estas habilidades sin miedo”, afirma Al Azem.

La relación con la autoridad en la adolescencia es un tema delicado. Durante mucho tiempo, se ha considerado que un adolescente que contradice a sus padres es rebelde o irrespetuoso. Sin embargo, Diana recalca que esa confrontación es parte del proceso natural de crecimiento. "Si el adolescente se calla porque ve a su padre como una autoridad incuestionable, el día de mañana, cuando tenga un jefe abusivo o una pareja tóxica, también se callará porque ha aprendido a obedecer sin cuestionar. Es fundamental que les permitamos decir ‘no’, porque si no lo hacemos, acabaremos formando adultos sumisos".

Si el adolescente se calla porque ve a su padre como una autoridad incuestionable, el día de mañana, cuando tenga un jefe abusivo o una pareja tóxica, también se callará porque ha aprendido a obedecer sin cuestionar

En este sentido, esta experta educadora introduce un cambio de perspectiva muy necesario para los padres de hoy, que crecieron en un contexto mucho más autoritario. "Queremos adolescentes obedientes por nuestra propia comodidad", afirma. Es cierto que la adolescencia puede ser incómoda para ambas partes, pero muchas veces, los padres tienden a hacerlo más difícil para sus hijos de lo que debería ser. Este enfoque, lejos de ser permisivo, implica una mayor comprensión y diálogo.

Otro de los errores comunes que señala Diana Al Azem es la criminalización del enfado adolescente. Los cambios emocionales son parte inevitable de esta etapa de la vida, y los padres deben aprender a lidiar con ellos de forma respetuosa. “Todos los enfados son normales. Todos tenemos derecho a enfadarnos, y los adolescentes no son la excepción. Pueden enfadarse por los mismos motivos que cualquier adulto", explica.

El problema no está en el enfado en sí, sino en la manera en que se gestiona. Aquí, los padres juegan un papel crucial. "Si hay agresividad o violencia, eso debe pararse, por supuesto. Pero cuando un adolescente está enfadado, lo peor que podemos hacer es ‘entrar al trapo’. No debemos echar gasolina al fuego, sino validar el enfado desde el respeto mutuo".

En muchas familias, la escalada de conflicto es el resultado de una falta de comunicación efectiva. "La empatía es una de las claves que más deberíamos practicar en casa", sostiene Al Azem. "Es fundamental que nuestros hijos vean que, aunque no estemos de acuerdo con ellos en determinados temas, podemos hablar, escucharnos y respetarnos sin insultos ni juicios."

Cambio generacional

Diana Al Azem subraya un cambio generacional importante en las últimas décadas: "La generación que ahora tiene hijos adolescentes proviene de una educación mucho más estricta. Hemos crecido bajo la imagen del hijo perfecto, sumiso y obediente. Pero ahora tenemos la oportunidad de educar desde otro lugar, con un paradigma más consciente y respetuoso, propio del siglo XXI". Esta nueva forma de educación no significa abandonar las normas o la disciplina, sino cambiar el foco hacia una relación más empática y colaborativa con los hijos.

Hemos crecido bajo la imagen del hijo perfecto, sumiso y obediente. Pero ahora tenemos la oportunidad de educar desde otro lugar

Muchos padres, según Al Azem, están perdiendo grandes oportunidades de conocer y acompañar mejor a sus hijos por la prisa de que pase esta etapa lo más rápido posible. "La adolescencia puede ser un momento de disfrute mutuo si los padres dejan de verlo como una fase problemática. Pero, por desgracia, muchos adultos están demasiado enfocados en controlar cada aspecto de la vida de sus hijos y se pierden momentos valiosos. Otros prefieren meter la cabeza bajo tierra y esperar a que todo pase"

Una de las razones para esta sobreprotección es el miedo al futuro. “Muchos adultos piensan que como tienen un buen trabajo y han conseguido estabilidad laboral, ya están bien. Pero estar bien es mucho más que eso. No se trata solo de tener éxito profesional; se trata de bienestar emocional, de relaciones sanas y de ser capaces de disfrutar de la vida”, aclara Diana. 

Necesidad de límites

Otro de los aspectos que Al Azem pone sobre la mesa es la necesidad de que los padres revisen sus prioridades. Unas prioridades que casi nunca van a coincidir con las de sus hijos. “Los adolescentes necesitan límites, pero esos límites deben centrarse en lo que realmente importa: su salud física, mental y social", comenta. La especialista utiliza un ejemplo claro: "¿Es más importante que mi hijo no abuse del alcohol cuando sale con sus amigos o que se haga la cama? ¿Prefiero que estudie o que recoja la ropa sucia del baño? Si les bombardeamos con peticiones y órdenes constantes, los adolescentes dejan de escucharnos".

Establecer límites claros y razonables es fundamental para que los adolescentes se sientan seguros, pero esos límites deben estar enfocados a proteger su bienestar, no en hacer la vida de los padres más cómoda. "La clave está en escoger las batallas", subraya Diana. "No se trata de controlarlo todo, sino de priorizar lo que es realmente importante."

Finalmente, la especialista hace hincapié en que los adolescentes aprenden sobre todo por imitación. "La violencia es un tema delicado, pero es necesario hablar de ello. Los adolescentes no son violentos por naturaleza, pero si ven violencia en casa, en películas o videojuegos, lo normalizan. Y lo que ven en su entorno se convierte en su referencia y pueden replicarlo", advierte Al Azem. Modelar el comportamiento en casa es una de las herramientas más poderosas que los padres tienen a su disposición. Si los adolescentes ven respeto, empatía y diálogo en su hogar, aprenderán a replicar esos comportamientos en su vida diaria.