Los adolescentes han crecido y han madurado utilizando las redes sociales junto a sus “amigos”, aunque a muchos de ellos casi ni los conocen. Han sabido exprimir al máximo todos los beneficios de las redes pero también se exponen a demasiados riesgos. Incluso ciertos pesares que sufren podrían solucionarse si dejaran de usar Instagram o TikTok. Sin embargo, un escenario semejante ni siquiera se lo plantean; redes sociales y adolescentes se han fusionado de tal forma que resulta casi imposible disociarlos.
Como padres, la clave está en aceptarlo y entenderlo, pero también en proteger a nuestros hijos de los peligros que corren. En Uppers, un psicólogo especialista en adolescencia nos ha explicado qué pueden hacer los progenitores al respecto, cuando el control total ya es inviable y se abre la necesidad de encontrar el equilibrio entre cómo supervisar sin invadir su espacio y su intimidad.
A pesar de que las redes sociales requieren un mínimo de años para abrir una cuenta, muchos niños a partir de edades tempranas disponen de numerosos recursos para saltarse esa norma. Es más, es habitual que los padres lo consientan. En un principio, las redes se presentan para los chavales como un lugar donde mantener el contacto con sus amigos, entretenerse y ser muy creativos mientras comparten fotos, vídeos y contenido tanto personal como relacionado con sus gustos y aficiones.
Después, mientras los padres confían en que todo va bien, se presentan ante sus hijos desconocidos que les engañan con la edad e intentan aprovecharse de su inocencia y desconocimiento; se enfrentan a la crítica y a los comentarios de otros usuarios y al acoso y a la persecución de sus iguales, a los que tampoco nadie controla ni pone límites; o se exponen a contenido dañino o peligroso incluyendo el sexual o el violento, entre otras circunstancias. Las consecuencias de todo ello pueden ser nefastas con problemas de autoestima, ansiedad, aislamiento, adicción y la interferencia en su rendimiento académico o en su vida social.
El psicólogo subraya que por ello es tan importante que desde el momento en el que se adentran en este mundo de las redes sociales es imprescindible enseñarles a utilizarlas de forma responsable y segura. Esto implica no compartir información personal con desconocidos, prestar mucha atención a lo que publican y a sus posibles efectos, acostumbrarse a comprobar los datos o la información aunque venga de un influencer con millones de seguidores, porque a diario se publican demasiadas mentiras y todo tipo de montajes. Del mismo modo el experto aconseja descansar de las redes sociales a menudo y ser consciente de que están diseñadas para captar la atención todo el tiempo posible.
El panorama a veces es un tanto desolador. Mientras, las administraciones españolas han empezado a tomar cartas en el asunto. Han aprobado un anteproyecto de ley que establece en los 16 años la edad mínima para poder utilizar las redes sociales como YouTube o Facebook de modo que antes ningún usuario tendrá la posibilidad de aceptar que se haga uso de sus datos personales. Hasta ahora esta edad estaba fijada en los 14 años. De todas formas, en caso de que alguien quiera registrarse con anterioridad podrá hacerlo con un consentimiento de sus tutores legales.
La norma es útil en cuanto a que con 16 años un adolescente ya tiene más capacidad, conocimiento y cabeza para usar las redes sociales, sin embargo, el riesgo sigue existiendo porque su maduración, personalidad, fortalezas o flaquezas varían mucho de un joven a otro. Hay que tener presente además que según la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación “en 2023 el 93% de los adolescentes españoles de entre 16 y 24 años utilizó redes sociales”. Para este año 2024 está previsto que su utilización alcance el 96%, es decir, prácticamente toda la juventud española.
Con los riesgos que implica el uso de la redes sociales también para los adolescentes los padres tienen la posibilidad de frenarlos estableciendo desde el principio una base que se levante como una barrera. Cuando son pequeños se puede tener el control total del uso que se realiza del móvil y del acceso a Internet. No obstante, a medida que van cumpliendo años es más difícil pues en ellos la necesidad de mayor privacidad va creciendo cada día.
El especialista en adolescencia y redes sociales enumera una serie de sugerencias que pueden servir de guía para los padres o tutores:
Es necesario que desde el primer momento que empiecen a utilizar las redes sociales se razone con los hijos por qué es tan relevante el control parental. Después, al crecer y madurar se debe poner en común qué tipo de supervisión se irá realizando. Poco a poco y a medida que el adolescente demuestre un uso responsable se le puede ir liberando de ese control. La prioridad también es ser flexible, confiar en sus capacidades y respetar su intimidad.
Actualmente existen aplicaciones de fácil instalación para el control parental en el caso de preadolescentes y adolescentes. Una buena idea es realizar la puesta en marcha con ellos haciendo que se impliquen en el establecimiento conjunto de unos límites saludables. Ellos mismos saben que a partir de una hora no deben seguir usando las redes sociales porque después les cuesta conciliar el sueño o que deben desconectarlas porque en caso contrario no consiguen concentrarse para estudiar.