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El maestro que lucha contra la sobreprotección a tus hijos: "El mensaje es que no pueden hacer nada solos"

Alberto Torres Blandina enseña Lengua y Literatura en un instituto de Valencia. Además de profesor, ha escrito cinco libros, pero del último se siente especialmente orgulloso. Se llama 'El arte de educar a estúpidos' (Barlin Libros), un análisis sociólogico sobre la educación en España que considera "su mejor obra". En ella describe y alerta acerca de la sobreprotección en las familias y en las escuelas.

En una entrevista en El Mundo el autor afirma que "El sistema educativo se basa en la supervisión, el control y la desconfianza hacia la capacidad del estudiante". Mientras unos padres agendan innumerables tutorías, se saben al dedillo el horario de sus hijos o les subrayan los apuntes (y les hacen esquemas), otros no les dejan ir a determinadas excursiones por miedo a que les pase algo. Las razones para este comportamiento son muchas y de diversa índole. La competitividad puede ser una de ellas. En un sistema educativo donde cada décima cuenta, los padres 'entrenan' a su hijos para una carrera en la que no hay tiempo ni nota que perder. Mientras les ayudamos con buena intención, "el mensaje que lanzamos es que no pueden hacer nada por sí mismos", asegura el escritor. En otros casos, aparte de la incertidumbre natural de muchos padres cuando los hijos están fuera de casa, puede haber motivos económicos enmascarados en la desconfianza. Pero no son las causas principales de esta sobreprotección.

Necesidad de control

Lo que explica este experto se conoce con el término de progenitores 'quitanieves', un término acuñado hace más de una década por el profesor David McCullough en su libro 'Tú no eres especial'.

A través de su libro, el experto hace referencia a esos padres que intentan facilitar tanto la vida de sus hijos que terminan generando un comportamiento tóxico. Como explican los expertos, en la educación de los hijos equivocarse o enfrentarse a retos es algo absolutamente normal y necesario. Sobreproteger, en muchos casos, puede equivaler a inutilizar.

¿Qué hay en el fondo de un padre sobreprotector? Los padres 'quitanieves' tienen una necesidad de control permanente y eso se ve desde las primeras etapas formativas: quieren saber qué deberes hay y con quiénes y cómo se relacionan. No saberlo puede provocarles ansiedad, el trastorno más generalizado de nuestra sociedad.

Pero hay otra variable importante: la falta de tiempo. Estamos tan sobrecargados de obligaciones que a veces no se dispone de los minutos suficientes para que los hijos hagan determinadas tareas. Los padres prefieren hacerlo ellos y adelantar. Como vemos, la tendencia a la sobreprotección está ahí, ¿pero a qué precio? frecuente en la actualidad. Pero la principal es que hoy abunda más "la ansiedad, que ya se ha convertido en el trastorno más generalizado de nuestra sociedad".

Los riesgos de sobreproteger

La principal consecuencia es que frena el desarrollo de los hijos, los infantiliza, impide que se enfrenten a emociones negativas con las que van a tener que verse en algún momento de su vida y coarta su creatividad en la resolución de problemas. Pero no solo eso. Los expertos advierten de otros efectos negativos de la sobreprotección:

  • Miedos. Al no dejarles enfrentarse al mundo, verán el entorno como algo desconocido y amenazante. Los padres pueden transmitir la angustia ante ciertos temas. Por ejemplo, si tememos conducir, es probable que los hijos hereden ese miedo.
  • Inseguridad. De manera inconsciente, al no dejarles hacer nada por sí mismos, estamos diciendo que no son capaces de hacer nada. Además, les haremos ser dependientes.
  • Intolerancia a la frustración. Para aprender, es necesario darse cuenta de que no todo lo hacemos bien, que hay errores que corregir y ayuda que pedir. El método tradicional de 'acción-error' es el mejor para aprender a tolerar la frustración de no hacerlo todo a la primera.

Descansar como padres

No solo los hijos experimentan los peores efectos de la sobreprotección. Los padres también se ven afectados de una manera directa. En primer lugar, la relación de pareja queda en un segundo plano mientras se busca proteger a los suyos o buscar el necesario equilibrio entre el exceso de permisividad y el control. Si se piensa bien, dejar de sobreproteger a los hijos tiene ventajas para la vida familiar al promover la autonomía de los más pequeños y enseñarles a gestionar problemas.

Cuando se consigue que los hijos vayan asumiendo responsabilidades, es hora de que los adultos puedan 'descansar' de su tarea de ser padres. Los progenitores sobreprotectores suelen estar agotados. El desgaste de querer controlarlo todo pasa factura en forma de agotamiento apático, en un lado, y de personas dependientes e inseguras, en el otro. Los hijos terminan volando del nido familiar, ¿pero cómo van a hacerlo si no pueden entrenar sus alas?