Abuelos que dicen a sus nietos que recibirán regalos si son buenos: "No saben bien lo que generan en ellos"
¿Imponer condiciones para conseguir un regalo es una buena manera de educar?
Xavier Guix, psicólogo: "El regalo no merece condiciones. Se da porque todos los merecemos"
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Cómo dirigirse a los niños puede no resultar siempre fácil para padres y abuelos y seguro que muchos de nosotros nos hemos criado en la amenaza de si no se hace algo o no se acatan las responsabilidades no habrá premio alguno, más bien castigo. En Navidad, puede no haber regalos bajo el árbol si no nos portamos bien, pero, ¿de qué modo puede afectar a los niños? ¿Surtirá efecto en ellos para que lo hagan mejor?
Respetar y no temer
Son muchos los profesionales que promueven educar en la disciplina positiva, promulgada por la psicóloga Jane Nelsen. Esta disciplina no considera el castigo o la culpa significativo para el aprendizaje, pero sí el respeto.
A un día de Nochebuena y teniendo en cuenta que los niños están a la espera de la visita de Papá Noel, recordamos un trabajo realizado por investigadores de la facultad de Psicología de la Universidad de Texas en el año 1978 que evidenció que los pequeños que consideran que existen esas figuras imaginarias, como el Conejo de Pascua (Easter Bunny), se convertirán con el tiempo en adultos más felices.
Un 85% de los niños norteamericanos de 4 años creen que Papá Noel es real; a los 6 años, esta cifra pasa a ser del 65%, y con 8, del 25%. Los expertos aseguran que no hay que temer, pues según suman años ya son capaces de distinguir qué es auténtico y qué no.
Quiero mis regalos
“Los niños pueden hacer algo mejor para evitar un castigo o para obtener un premio si se les dice, pero será algo momentáneo”. Esta opinión es de Maya Veselinova, 46 años, empleada de hogar, madre de dos hijas y abuela de un niño de 6 años con el que suele pasar tiempo los fines de semana. Comenta que su nieto es muy correcto, cariñoso y educado y está muy ilusionado y ansioso con la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos.
Apunta que en su caso no amenaza a su nieto con nada porque no es desobediente o revoltoso, pero sí es consciente que es muy habitual que padres y abuelos lo hagan, bien sea, por las notas, por no hacer los deberes u ordenar su habitación. “Les dicen 'si no estudias no nos iremos de vacaciones', 'si no haces las tareas no irás al parque', en lugar de hacerlo en positivo como 'haremos algo que te gusta cuando acabes tus deberes", explica.
Afirma verlo a diario en su entorno y que cuando los familiares se sienten desbordados, lo más sencillo es hablarles desde el enfado para controlar la situación. "Hay escenas en las que veo que un padre o un abuelo no encuentra la frase acertada, pero no creo que sea lo mejor y que igualmente no se va a lograr que el niño cambie o mejore", comenta.
“Con amenazas, como no tener regalos por Navidad, el niño no va a arrepentirse o a corregir algo porque no conoce los motivos por los que hacerlo o qué es lo que no ha hecho bien”, expone Maya. Añade que el niño sin que se le expliquen las cosas va a aprender a manipular a los padres para conseguir lo que desea. “Si existe manipulación por parte del padre o del niño se acaba el vínculo sano. Lo que sí entiendo es que se pongan límites”, expresa.
Esta abuela también se reafirma en que los niños reciben demasiados regalos que luego se quedan en un rincón de la habitación y con menos prestarían más atención. “Hemos de enseñar a los niños y en base a lo estamos viendo con el desastre de la DANA, que hay otros que no tienen o se han quedado sin nada y es importante que den valor a lo que se les da, que no sean avariciosos y aprendan la importancia de la solidaridad”, dice.
“Para regalar, diría que más libros y menos tecnología y salir más a la naturaleza, respirar aire, jugar con la pelota y pasar tiempo con los padres, abuelos y los amigos", comparte.
Pérdida de la identidad
Xavier Guix, psicólogo, experto en psicopatología clínica, especialista en comunicación y procesos de autoconocimiento y autor de ‘El problema de ser demasiado bueno’ (Arpa, 2024), aclara que con consideraciones como “si no te portas bien, te traerán carbón”, se orienta a los niños a ser buenos, algo que al llegar a la edad adulta se puede asociar el obtener un buen resultado o de cara a lograr algo, incluso en las relaciones con otros.
Para el profesional, este tipo de afirmaciones si el mensaje cala, puede dañar seriamente a los menores. “Se convertirá en un guion de vida, a través del cual el niño asume la obediencia como principio de su conducta y el miedo a la culpa, que aceptará cada vez que haga algo que no gusta a los demás y que le dejará sin regalos por no ser bueno, esforzándose cada día más para demostrar que es bueno", resalta.
Guix subraya que una de las grandes decisiones de los padres es cómo gestionar los refuerzos y las pérdidas de privilegios. “Se tiende a premiar los resultados, con lo que hacemos personas resultadistas. En estas fechas, no cabe entrar en estos juegos condicionantes y quizás sea mejor distinguir entre premios y regalos. El regalo no merece condiciones. Se da porque todos los merecemos”, sostiene.
Para el psicólogo, padres y abuelos han de pensar en lo que dicen a los niños y en lo que pueden hacerles sentir. “Podemos crear generaciones de niños buenos, pero no se van a permitir ser ellos mismos”, especifica.
El valor de cada uno
“Al decirle a un niño que recibirá regalos solo porque es bueno, esperan una recompensa y no aprenden a que ser bueno es valioso por sí mismo y que con independencia de lo que hagan merecen ser respetados y valorados”, describe Marta Panizo, psicóloga general sanitaria y directora de Catarsis Psicología.
Comenta que ello puede hacer que se desvíe lo importante, que es actuar correctamente por ayudar a otros o sentirse bien consigo mismos. “Asimismo, refiere que eso fomenta que los niños den más importancia a lo material que a valores, pilares de su autoestima, personalidad y a experiencias que vivan”, dice.
Para esta psicóloga, sería mejor ayudar al pequeño a que entienda que sus acciones tienen un impacto positivo en ellos y en los demás y que eso ya es una recompensa.
“Si enseño al niño que es valioso por quién es y no por lo que hace se fomenta que de adulto sepa que con independencia de si está siendo más o menos productivo o está poniendo más o menos límites o está teniendo una mejor o una peor etapa personal, su valor como persona no varía y tendrá una autoestima más sólida y una mejor regulación emocional”, expone Panizo.