Adoptar un perro es muy fácil, si sabes cómo hacerlo: te contamos qué pasos debes seguir
Es una decisión que debe ser muy meditada. Nuestro bienestar debe supeditarse al del animal que entre en nuestra vida.
La noticia, desde luego, parece de todo menos dramática. En las últimas semanas de confinamiento las peticiones de adopción de animales de compañía a las protectoras han crecido de forma brutal. Cualquiera podría pensar que el mundo está lleno de individuos concienciados, deseosos de darle una vida feliz a perros que otros desalmados restaron de su vida sin pestañear, si no fuera por otra noticia posterior: muchas de estas adopciones se han paralizado, con el objetivo de evitar que estos futuros dueños de perros abandonen a los animales cuando haya terminado la cuarentena.
Por desgracia, hay gente que usa cualquier artimaña para darse su paseíto al sol, incluso adoptar a un perro y convertirlo en un objeto desechable de (su propio) consumo.
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Sin paños calientes. Las cifras están ahí y ponen los pelos de punta. Durante varios años, la fundación Affinity ha realizado el estudio ‘Él nunca lo haría’, en el que cifra la dimensión del problema. 138.000 abandonos en 2017, entre perros y gatos, los más comunes en nuestras vidas.
La reflexión no admite tibiezas: abandonar a un animal y exponerlo así a la muerte no es muy distinto de maltratarlo físicamente dentro de una casa. Si nos atrapamos en el debate sobre comprarlo o adoptarlo, en el primer caso sencillamente nos proveemos de un lujo a golpe de talonario —hay muchas posturas en contra de adquirir perros a la carta—; y en el otro estamos contribuyendo con nuestro granito de arena a paliar una lacra. Por suerte, el maltrato animal ya está penado por ley en España desde hace algunos años, aunque muchas veces sea difícil de demostrar.
Reflexiona
Poco importa si nos bañamos en la imagen (ideal) de un animal feliz que juega con nuestros nietos, nos lame la mano o hace lo que le decimos. Un perro requiere cuidados físicos y psicológicos constantes, y la decisión de adoptarlo se ha de tomar de forma meditada. Tenemos que visualizar con claridad si tiene sentido hacerlo, con nuestro trabajo, tiempo disponible y medios económicos. Obviamente, si estamos jubilados, será más fácil que se den los requisitos adecuados. El bienestar del animal antes que el nuestro es la base de la decisión. Si tienes ganas de discutir esto, quizás no estés preparado.
Por ejemplo: ¿tienes suficiente dinero como para tener previstas visitas al veterinario, comida, vacunaciones, revisiones? ¿Dispones de tiempo para sacarlo tres veces al día? ¿Y para educarlo? ¿Y para dejarlo correr en un parque, cosa que seguro te llevará varias horas a la semana? ¿Sabes qué tipo de perro le conviene a tu vida, según sea más sedentaria o más activa? ¿Tienes claro por qué es mejor escoger un cachorro antes que un perro adulto? ¿Estás dispuesto a aceptar y cuidar a un animal que quizás ha sido maltratado por su dueño anterior, y a tener paciencia con su carácter?
Adoptar no es la única opción que tienes para contribuir al cuidado de los perros sin hogar. Puedes donar dinero a alguna protectora convirtiéndote en padrino, cuidarlo de forma temporal, donar juguetes o trabajar como voluntario en algún refugio. Son opciones muy interesantes. Mucha gente toma la decisión después de haber pasado por estos pasos previos.
Si ya has valorado de forma racional y lógica la posibilidad, que no conveniencia, de adoptar a un perro, el proceso a seguir requiere de varios pasos. Incluso si encuentras un animal abandonado que dejas al cuidado de la protectora, y decides adoptarlo, existe un plazo legal que tienes que cumplir. Hay que comprobar si el perro se ha perdido y ver si aparece el dueño.
¿Qué se requiere?
Lo primero es ponerse en contacto con una protectora, albergue o refugio. En España hay muchísimas que se dedican a facilitar la tarea y a guiar en el proceso a los adoptantes. Es aconsejable escoger una entidad que tengas cerca de tu casa, porque así podrás desplazarte allí y conocer en persona a los animales, establecer una relación con la protectora y los cuidadores y, muy importante, dejarte aconsejar. Algunas permiten a los interesados en adoptar realizar varias visitas para familiarizarse con el perro que, en principio, parece el más adecuado para nosotros. Te harán una entrevista en la que te preguntarán muchas de las cuestiones anteriores.
Por la parte burocrática, en principio solo es necesario ser mayor de edad y acreditarlo con la presentación del DNI. Deberemos aportar un comprobante de domicilio, en el caso de que la casa sea nuestra, o el contrato de arrendamiento y el permiso expreso de nuestro casero para tener animales. La protectora puede decidir hacer una visita a tu casa para evaluar si es un espacio adecuado para el animal.
El siguiente paso es realizar un contrato de adopción, con el que te comprometes a todo lo que ya te imaginas. No está demás recordarlo: cuidar a tu perro y mantenerlo en unas condiciones de vida adecuadas. Esto incluye por supuesto velar por su salud, alimentarlo y realizar las visitas necesarias al veterinario.
Suma y sigue: te comprometes a no abandonarlo, por supuesto, y a comunicar cualquier cambio importante (por ejemplo, si se pierde o muere). También a no destinarlo a la cría o reproducción. Cuando los perros pasan de cierta edad, se entregan esterilizados, y en caso de adoptar un cachorro, llegado el momento tendrás que encargarte tú.
Si se da el caso de que no puedas cuidarlo, deberás devolverlo a la protectora. Los primeros meses se suele realizar un seguimiento. Muchos dueños informan de los progresos del animal y envían fotografías en las que los muestran en su día a día con la familia.
Las protectoras son organizaciones sin ánimo de lucro, pero el proceso de adoptar lleva aparejados algunos gastos: desparasitar al animal, el chip de identificación, vacunas y esterilización si el perro tiene la edad suficiente. Es lógico, ya que la protectora se encarga de entregar al animal en perfectas condiciones de salud para que empiece una nueva vida. Unos 200 euros de media, aunque con los perros mayores de diez años se suele realizar una excepción y a veces se entregan gratuitamente.
Según la ciudad de España en la que vivas, te tocará registrar a tu perro en el ayuntamiento y suscribir un seguro. En Madrid es obligatorio, por ejemplo. El proceso es similar con los PPP (Perros Potencialmente Peligrosos), pero necesitarás en este último caso solicitar una licencia a tu ayuntamiento y aportar la poliza de seguro con una cobertura por encima de los 125.000 euros.