Todo lo que deberías saber antes de elegir perro si superas los 60
Un estudio sueco demostró que los dueños de perros tienen menor riesgo de muerte
Los perros nos hacen mejores. Velan por nosotros y nos adoran. "Vivir con uno alarga la vida, aviva el ánimo, reduce la presión arterial y, con suerte, hace que te tomes las cosas un poco menos en serio", escribe Jorge de Cascante en el prólogo de su obra 'El gran libro de los perros'.
De ellos se dicen cosas como que poseen todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos o que parecería que fueron creados para estar a nuestro lado. Pero hay un detalle que se nos escapa: un perro, según escribió Mark Twain, es incapaz de ruborizarse. Ni siquiera cuando te vea con la lengua fuera cuando tienes que correr tras él suplicando que se detenga.
MÁS
Esto quiere decir que, si con 60 años te encaprichas de un gran danés porque te ves con la agilidad suficiente para apechugar con sus 80 kilos, quizás en un tiempo te sorprendas tirado en el suelo en mitad de un parque porque a tu achacoso cuerpo este animal ya le resulta sofocante. El gran danés es una raza extremadamente gentil, cariñosa y fácil de entrenar. Con un buen adiestramiento desde cachorro, sabe siempre cómo se tiene que comportar, pero por su gran tamaño deberás plantearte si con el paso de los años podrás seguir dándole las atenciones que necesita.
Adoptar un perro es tanto como asegurarse cariño y lealtad incondicional, pero debemos tener en cuenta que su bienestar va a depender de nuestra capacidad para cuidarle. Antes de optar por un perro, habrá que asegurarse de poder asumir ese compromiso. ¿Nos fijamos en lo que de verdad importa a la hora de llevar un animal a casa pasados los 60? ¿Todas las personas mayores están preparadas para adoptar un compañero?
"La decisión de tener un perro no es un capricho ni su elección puede ser impulsiva. Habrá que tener en cuenta el estilo de vida, la edad y el estado físico de la persona que adopta. Muchas personas reciben como regalo un cachorro y cuando crecen son abandonados", explica Carlos Míllara, gerente de la empresa de educación canina Canmigos. No saber qué hacer con él es precisamente una de las causas que menciona la Fundación Affinity del abandono de animales. Millones cada año se dejan en la calle.
Si sabemos escoger, todo son ventajas y desde el minuto cero ambos quedan unidos por las ganas de dar y de recibir cariño. En la población uppers las recompensas se multiplican, según Míllara: "El perro transmite sensación de bienestar y compañía, se reducen los síntomas de depresión, mejora el humor, aumenta la vitalidad y genera mayor optimismo en la recuperación de una enfermedad. Además, no debemos perder de vista que el perro obliga a crear unas obligaciones y una rutina muy beneficiosas para la salud". Definitivamente, nos encontramos ante el mejor antídoto contra el deterioro físico, la soledad, el aburrimiento o la sensación de inutilidad. Un perro aporta calidad de vida.
Las terapias asistidas con animales para personas mayores son cada vez más habituales. "La gente mayor que vive en residencias obtiene evidentes beneficios emocionales y físicos. Alivian su sensación de desamparo y soledad, fomentan el movimiento, ejercitan con él la estimulación cognitiva y sensorial, activan su memoria, mejoran su autoestima, le mantienen despierto y activo. Son la mejor medicina preventiva", asegura Míllara.
Incluso puede que nos regale algún año más de vida. Un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia), basado en el registro de más de 3,4 millones de adultos mayores de 40 años, mostró que los dueños de perros tienen menor riesgo de muerte. Este dato fue especialmente relevante en personas que viven solas, más propensas a una enfermedad cardiovascular. Un perro hace que un hogar unipersonal deje de serlo y se convierta en un miembro más de la familia.
"Los resultados revelaron que los solteros con perros tuvieron una reducción del 33% en el riesgo de muerte y una reducción del 11% en el riesgo de infarto de miocardio durante el seguimiento en comparación con los no solteros", indica Mwenya Mubanga, autora principal del estudio. Aunque aún no está clara la razón de esta conexión entre salud y perros, se sospecha que podría ser que la responsabilidad de un perro desencadena una mayor actividad física, mejor estado de ánimo, relaciones sociales y efectos positivos sobre el microbioma bacteriano.
Su efecto con niños que sufren ansiedad ante un procedimiento quirúrgico es también asombroso, según ha demostrado un estudio en el Southampton Children’s Hospital (Reino Unido). En este caso, participaron seis golden retrievers durante un año en las muestras de sangre, exámenes de radiología y otros procedimientos. Tanto el personal como los pacientes concluyeron que sería bueno usar perros en todos los hospitales, también con adultos.
La cuestión ahora es saber qué tipo de can es el idóneo. "Lo principal no es la raza, sino que sea un perro sano, seguro y bien entrenado para integrarse en un hogar con una persona mayor y encajar en su estilo de vida", advierte Millara y ofrece algunas recomendaciones básicas:
La edad: mejor que no sea cachorro
Tal vez ahora estamos muy ágiles, pero debemos pensar que el perro cumplirá muchos años y nos verá envejecer. Además, la tarea de educar a un cachorro puede resultar titánica. Aparte de no tener adquiridos los comportamientos necesarios para convivir, son incansables. Es mejor un perro adulto o al menos de 1’5 o 2 años. Con esas edades ya son perros adultos, no cachorros ni adolescentes, tienen su personalidad ya formada y podemos hacernos una mejor idea de si se adaptarán al entorno nuevo con la persona mayor.
Dependiendo de la personalidad del perro, no es necesario que haya sido educado previamente, pues los hay muy tranquilos y que se adaptan sin problemas a sus nuevas vidas, y si no es así, también se pueden educar en esa dirección cuando vayan a su nueva casa.
En todo caso, algunos centros enseñan a perros para acompañar a personas con movilidad reducida. Si se opta por un cachorro, desde el punto de vista de la educación canina se recomienda que sea cuanto antes (con 2 o 3 meses), maximizando el tiempo que el cachorro está con su madre y sus hermanos de camada.
Aunque sea incómodo, habrá que plantearse también la edad del propietario. ¿Qué ocurrirá con el animal si sobrevive a su dueño? ¿Cómo pasará los últimos años de su vida? Adoptar un perro de raza pequeña y de edad avanzada puede ser una sabia decisión cuando la persona es anciana. Ambos tendrán necesidades similares en cuanto a tiempo de descanso, paseos, compañía y serenidad.
Que encaje con tu estilo de vida
El perro adecuado para una persona mayor con poca movilidad o unas limitaciones concretas será aquél al que le guste la tranquilidad y la sociabilidad, que no exija demasiada actividad. También habrá que tener en cuenta si nos gusta viajar o pasar mucho tiempo fuera de casa. La clave está en la compatibilidad. Compatibilidad de caracteres, de estilo de vida… De ninguna manera, el animal puede volverse una molestia. Tampoco es lo mismo vivir en un piso pequeño, que te obliga a sacar a pasear al perro, que vivir en una casa con parcela, donde tiene más movilidad. No obstante, se recomienda que salga a pasear a diario.
No hay una raza mejor. La clave está en su carácter
Realmente la raza no importa tanto como el carácter de cada ejemplar. Es preferible hablar de individuos y no de razas. Lo principal es que inspire confianza, disfrute del contacto humano, que no se muestre agresivo hacia otros perros y mucho menos hacia las personas y que no padezcan ninguna enfermedad.
El cocker spaniel, por ejemplo, es cariñoso, juguetón y muy sociable. Su tamaño es mediano. El chihuahua, aunque es muy activo, se le puede manejar con facilidad por su peso, en torno a los dos kilos. Muestra un comportamiento muy protector. Hay que tener en cuenta que es muy longevo, puede alcanzar los 20 años. Razas como el border collie o el beagle necesitan hacer mucho ejercicio físico, por lo que tal vez no sean la compañía más idónea para una persona mayor.
Cualquier perro puede ser tranquilo y sociable si ha sido bien educado, sin que importe demasiado la raza. El golden o el labrador retriever son las más utilizadas en terapias con mayores por el carácter que tienen. Son fáciles de enseñar, con predisposición al aprendizaje y paciencia. Además, se muestran muy agradecidos y cariñosos.
¿Alguno es más inteligente?
Los perros más grandes superan en algunas habilidades cognitivas a los más pequeños. Tienen mejor memoria a corto plazo y mayor capacidad de autocontrol, según observó un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona, que analizó 7.000 perros de 74 razas diferentes. No detectaron, sin embargo, gran diferencia en sus destrezas sociales ni en el aprendizaje de las cosas que les enseñan los humanos.
Tamaño
La importancia del tamaño o del peso es relativa. Hay razas que por su naturaleza genética tienen un temperamento tranquilo y no necesitan demasiado ejercicio físico aun siendo de tamaño mediano o grande. Y, sin embargo, algunos perros pequeños necesitan mucha estimulación física y mental, por lo que no serían los más adecuados para una persona que disfruta de la tranquilidad.
En general, no son aconsejables ejemplares de gran tamaño que tiren de las personas, ya que el riesgo de caída es muy alto. Lo ideal sería uno pequeño o mediano, mucho más manejable.