“Lo que más miedo me da es el bullying al novato cuando pienso en que mi hijo de 12 años, recién llegado, estará compartiendo patio con otros de 18”. Mónica está a punto de ver a su hijo Martín cruzar las puertas del instituto, en el corazón de Madrid. Atrás deja su clase de 21 compañeros en su pequeño colegio público y comienza una nueva etapa en un instituto de cinco aulas por curso con casi 40 alumnos cada una.
Si no miedo, el paso a la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) siempre produce vértigo a los padres. Para quienes sus hijos no tienen que cambiar de centro educativo, la transición es más fácil y sus preocupaciones se centran más en lo académico. Pero quienes dejan su colegio de toda la vida e ingresan en otro centro abren a padres y, sobre todo, madres, un abanico de preocupaciones relacionadas con las relaciones interpersonales. “A mí hijo y a todos sus amigos los veo tan inocentones, tan niños todavía…”, suspira Mónica a pocos días del comienzo de curso. “Su padre y yo le hemos advertido: que sepas que te van a ofrecer alcohol, tabaco, porros, drogas”. Y él responde: “Tú tranquila, mamá”. “Él es muy responsable”, dice Mónica, “pero el miedo a las compañías que se eche es inevitable”.
También en Madrid encontramos a Emma. Ella ya ha pasado el trago de 1º de la ESO con su hija mayor. Cuenta que estuvo muy encima de ella, que prefirió pasarse de pesada que quedarse corta. Es maestra y siempre ha tenido la impresión de que, cuando los niños pasan al instituto, muchos padres ya los ven mayores y se relajan. “Se les ve muy preparados en muchas cosas, como con la tecnología, pero aún tienen
déficits de autonomía para gestionar situaciones a las que no se han enfrentado antes o para responder a personas muy diversas en situaciones nuevas para ellos”, opina esta pedagoga y madre de adolescente.
“A esa edad ya no cuentan todo lo que les pasa y en el instituto, el profesor no les conoce tanto como el maestro. Por eso creo que los dos primeros años de la ESO son una transición que hay que supervisar intensamente para que puedan soltarse con mejores garantías más adelante, en 3º. Y creo también que es bueno que ellos sientan que estás ahí, que pueden saltar con red”. Para Emma, la educación emocional y la solidez de valores con la que hayan llegado los niños hasta este momento es clave para que en esa transición no pierdan el timón aunque haya turbulencias.
Buscando orientación y consejos para todos esos padres y madres que estén a punto de ‘entrar’ en la ESO, contamos con Ismael Alonso, director del Instituto Villa de Valdemoro (Madrid) y de Pedro Molino, tutor de la Universidad de Padres, el centro de investigación y formación especializado en parenting dirigido por José Antonio Marina.
Ambos expertos ofrecen ocho recomendaciones imprescindibles ante la inevitable llegada de la ESO:
Ismael Alonso tranquiliza a los padres sobre el nivel de dificultad de 1º. “Es lo mismo que 6º de Primaria. Si el alumno iba bien en el colegio, no hay que temer que baje su rendimiento”. La diferencia es que los típicos deberes de hacer ejercicios ceden terreno al estudio puro y duro, y hay que dedicarle a todo ello “una rutina diaria, en torno a una hora y media cada tarde”. Pedro Molino sugiere también que planifiquen su tiempo con agendas escolares y su espacio de estudio, y añade: “Incite al orden de sus cuadernos y libros, y a que mantenga horarios regulares de trabajo, de lectura libre y de juego, y no lo sobrecargue de extraescolares”.
“Es importante mantener un contacto fluido con el tutor para supervisar la marcha académica y personal del alumno”, recomienda Ismael, que considera necesaria, al menos, una reunión por trimestre. “No son aún mayores para dejarlos con plena autonomía, por lo que es “esencial revisar la agenda escolar y el canal de comunicación online que tenga el centro”. “Visite el instituto, hable con los profesores y participe en el AMPA”, añade Pedro Molino. “Los hijos que ven a sus padres implicados en su centro educativo tienen mejores resultados escolares”. Pero también es importante que sientan que ganan autonomía y responsabilidad, por ejemplo, dejándoles ir solos al colegio o al instituto si está cerca, motivando su participación en acciones solidarias o transfiriéndole pequeñas responsabilidades.
Ismael Alonso, director de Secundaria, lo tiene claro: “Que no los lleven al instituto. No son necesarios y son un elemento de distracción enorme”. Por su parte, Pedro Molino, de la Universidad de Padres, recomienda limitar su uso, así como el cualquier otra pantalla (tabletas, televisiones, vídeojuegos...), estableciendo para ellos momentos determinados del día y de la semana.
El uso limitado de móviles y vídeojuegos tiene que ver con otra de las recomendaciones clave: dormir suficiente. “No podemos permitir que nuestros alumnos se nos duerman sobre el pupitre por las mañanas”, lamenta Ismael Alonso, que recomienda entre ocho y nueve horas de sueño diario.
Para el tutor de la Universidad de Padres, forjar buenos hábitos intelectuales es un pilar fundamental en el desarrollo positivo de esta etapa: “Tenemos que ayudarles a pensar de forma crítica, con datos objetivos, con razonamientos lógicos, con diferentes hipótesis a comprobar. También hay que motivar su curiosidad. Debemos enseñarles a aprender con preguntas inteligentes, con visitas a lugares, con búsqueda y contraste de información. Planteemos retos que pueda alcanzar para el desarrollo de su creatividad. Su mente está reprogramándose y tiene nuevas capacidades para aprender conocimientos superiores que le atraigan mucho: música, cine, programación informática, dibujo, ajedrez, deporte, robótica… Si son actividades realizadas en equipo y en el centro educativo, mejor”.
“No hay que temer al cambio; al contrario, debemos transmitir confianza. Aunque nuestros hijos inicien esta etapa con incertidumbre, la etapa del instituto es la más intensa para hacer amigos, para orientar su vocación y la que más recordarán luego cuando sean adultos”, señala Pedro Molino. Este docente también nos aconseja ser pacientes, practicar la escucha activa, dialogar y tratar de mantener el buen humor cuando se produzcan las típicas “explosiones emocionales de la adolescencia”. En definitiva: “Hagamos sentir a nuestro hijo cada día que es querido”.
Es lo que más preocupa a los padres. “No podemos imponer ni prohibir amistades pero sí estar vigilantes”, advierte el director de instituto, acostumbrado a ver cómo los chicos de 1º de ESO “empiezan a dejar a su familia atrás para sustituirla por sus amigos y necesitan sentirse aceptados por el grupo”. En este sentido, la recomendación de Pedro Molino es que conozcamos bien a los amigos de nuestros hijos, por ejemplo, invitándolos a casa, o intentando programar actividades conjuntas con otras familias...
Ismael Alonso aconseja que si notamos cambios en el estado de ánimo de nuestro hijo. Si no quiere a ir al instituto o si lo vemos triste y apático, no dudemos en pedir ayuda al orientador del centro educativo y en hablar con el tutor. Para detectar los indicios de que algo va mal, es fundamental, como aconseja Pedro Molino, mantener –y haber mantenido hasta ese momento– una buena comunicación emocional con los hijos.
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