Padres y madres abren el debate: temor por el impacto psicológico que tendrá la crisis en los niños

  • Las redes sociales empiezan a llenarse de mensajes de padres y madres bajo la etiqueta #Coronainfancias reclamando atención a los niños en la gestión de esta crisis

  • Les preocupa su bienestar, su salud mental y cómo va a afectar quedarse en casa especialmente a aquellos niños, niñas y adolescentes en posiciones desfavorecidas y olvidadas

  • "Se está exigiendo a los niños una actitud más heroica que a nosotros. Es flipante que no confíen en los padres como en los dueños de los perros"

"No tengo nada en contra de los perros. Pero, ¿de verdad es más peligroso que a un niño de le de el aire cinco minutos paseando con uno de sus padres? No todos los niños tienen jardines, terrazas o balcones (…) Algo está mal y es injusto", se quejaba con varios Stories de Instagram María R., madre de dos niños de cinco y tres años. Abría así en sus redes un debate sobre la necesidad de que los ciudadanos niños sean tenidos en cuenta en la gestión de esta crisis que, cuando se cumplen dos semanas de cuarentena a causa del coronavirus, muchos otros padres abordan también aislados en sus casas desde otros rincones de internet. "Empatía y respeto a los derechos y necesidades de la infancia en la crisis del coronavirus", reclama una petición en Change.org creada por la pedagoga y psicóloga Heike Freire dirigida al Ministerio de Sanidad -con más de 17.000 firmas en el momento de escribir este artículo-. Y en Twitter, con la etiqueta #Coronainfancias, cientos de padres y madres se suman a ese reclamo. Piden atención y medidas que, sin desafiar la prevención anti contagio, velen de manera específica y explícita por el bienestar de niños y adolescentes (de 0 a 14 años), que en España son más de siete millones según datos de índex Mundi.

Defienden su responsabilidad

Desde que se decretó el estado de alarma, solo se han contemplado dos excepciones bajo las que algunos niños pueden salir a la calle. La primera, si se trata de un menor que vive con un solo progenitor o tutor que necesita salir de casa para evitar que se quede solo. La segunda, que llegaba como respuesta a la denuncia de diferentes colectivos y familiares de personas con discapacidad o trastornos conductuales, permite a estas personas salidas con carácter terapéutico. "Hay padres que se ven en la necesidad de sacar a sus hijos y se sienten con verdadero pánico porque se les juzga con la mirada [o incluso con insultosOtros salen con sus perros tres veces al día, siendo ellos posibles contagiadores, y no se les trata así", explica María R. Como ejemplifica la periodista y humorista Henar Álvarez en Twitter contando el caso personal de su hijo y defendiendo la responsabilidad de los padres: "Se está exigiendo a los niños una actitud más heroica que a nosotros. Es flipante que no confíen en los padres como en los dueños de los perros". Estos últimos, además, son mayoría: en España hay 13 millones de mascotas registradas frente a los siete millones de ciudadanos menores de 14.

El problema de la visión adultista: ¿quién habla a los niños?

"Escribo desde Noruega. La semana pasada, la primera ministra Erna Solberg, acompañada de dos ministros, dio una rueda de prensa solo para responder a preguntas que los niños habían enviado. Es importante no olvidar a los más pequeños en esto", recuerda otro usuario en Twitter. En España, a excepción de unas breves palabras con intención de levantar el ánimo infantil que dedicaba Fernando Simón a los niños en su comparecencia el 18 de marzo, con frases como "ayudad en casa" o "estáis haciéndolo muy bien", los niños no han aparecido en los discursos de los mandatarios estos días.

"Esta visión adultista o adultocéntrica que tenemos hace que no consideremos a los niños, niñas y adolescentes. Se olvida que ellos tienen su propias necesidades y características dentro de la estructura social. Los adultos vamos apartando su participación en el día a día", explica a Uppers Myriam Fernández Nevado, cofundadora de GSIA (Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia) y abogada especializada en Derechos Humanos. "El Estado es responsable del bienestar de los niños. Esto es algo que está recogido jurídicamente en la Ley Orgánica 8/2015 de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia y que se lo saltan a la torera", subraya Fernández Nevado.

En Bélgica o Suecia, donde la situación es menos grave que en España, de momento los niños sí pueden salir a la calle moderadamente e incluso ir al colegio en el caso sueco. En Francia, como recuerda María R., los niños salen a la calle con medidas de prevención específicas: de uno en uno, a menos de un kilómetros de su casa, acompañados por uno de sus padres y evitando encuentros. "Hay también colegios abiertos con voluntarios para los hijos de los sanitarios", apunta. No obstante, como María R., la mayoría de los padres y de los niños, comprenden y respetan el aislamiento. "Es lógico que los niños no puedan ir al parque o salir a jugar a la comunidad con otros niños. Entiendo que hay que estar dentro de casa pero, por lo menos, que nos digan algo sobre ellos o que, simplemente, nos den ánimos a los padres. En un discurso de dos horas no se les mencionó siquiera".

La cuestión de clase

En el caso de los niños, como en el de los adultos, no es lo mismo pasar el aislamiento en un piso de 50 metros cuadrados sin ventanas al exterior que en una casa con terraza o jardín. Ni lo es a nivel escolar tratar de salvar el último trimestre escolar con dispositivos electrónicos propios que faciliten la asistencia a clases virtuales y los deberes, que con un solo ordenador en casa a compartir por los padres que teletrabajan y los niños. Este jueves 26, la ministra de Educación Isabel Celaá comunicaba que entre el 10 y el 12% de los alumnos no están participando en la enseñanza online.

Se agrava así la desigualdad educativa, como apuntaba César Rendueles, filósofo y profesor de Sociología en la UCM, activo en este debate estos días, en una entrevista con El Confidencial: "El confinamiento ha hecho que la educación consista sólo en deberes. Así que creo que no es muy aventurado suponer que en este periodo las desigualdades se agravarán. Habrá niños que avanzarán más que si hubieran ido a clase. Y otros se habrán quedado mucho más descolgados de lo que ya estaban".

"No se está hablando de los niños y niñas migrantes recluidos en los centros de tutela, ni de los los niños con TEA (autismo), que tienen una idiosincrasia específica. Ni de los que padecen trastornos psicopsiquiátricos, que necesitan un estado de apertura en su medio ambiente y en su estatus que no se ha tenido en cuenta. Tampoco se ha hablado de qué va a pasar con aquellos que viven en entornos hostiles, de violencia de género, doméstica o que padecen abusos sexuales en el medio familiar. Están invisibilizados por las instituciones”, señala la socióloga Myriam Fernández Nevado.

Bienestar y salud mental

"Me preocupa cómo va a llevar mi hija (13 años) todo esto. De momento lleva fatal la idea de que quizás no vuelva a haber colegio que circula por los grupos de WhatsApp [Celaá lo desmentía este jueves asegurando que habrá entre 15 y 20 días de claro en mayo o junio]", cuenta a Uppers Belén G, madre divorciada. "Para ella, que es hija única, el colegio es su principal forma de socializar. Sus amigos son los del colegio y estos días ando especialmente pendiente de que se mantenga en contacto con ellos".

La psicóloga infantil Laura Oliveros, de Psigo, tranquiliza al respecto: "No tiene por qué haber consecuencias a nivel de salud mental graves. Puede afectarle más a los niños y niñas que tuvieran antes de esta situación miedos, ansiedad, problemas para dormir, problemas de conducta... Pero para los que no hayan tenido problemas antes, lo que puede suponer el confinamiento es una mala gestión del aburrimiento (muchos hoy en día no están acostumbrados a esa emoción), más problemas puntuales de concentración al hacer las tareas que mandan los colegios o más conflictos entre hermanos que lo habitual". Y para mantener ese bienestar recomienda, igual que en el caso de los adultos: "Mantener las rutinas de lunes a viernes y el finde relajar un poco -como normalmente-. Evitar la exposición al exceso de información. Que colaboren con las tareas de casa. Y, por las tardes, dedicar tiempo a hacer ejercicio, lectura, jugar, hablar con amigos".