Verano, viajes, maletas… y lavadoras, muchas lavadoras y muchos kilos de detergente. Un estudio de la consultora Ipsos realizado para Balay revelaba que el 38% de los españoles sigue estropeando la ropa al lavarla. Si una parte de la culpa es de la lavadora (por ejemplo, de la mala elección de programas); otra, sin duda, corresponde al detergente. En Europa el consumo de detergente para lavado de ropa es de 8,7 kilogramos por persona y año. En España este valor crece más de dos puntos: 11,4 kilos por persona y año, lo que significa, al año, unas 519.200 toneladas de detergente vertidas a las redes públicas. ¿Qué es lo que estamos vertiendo? ¿Qué guardamos en la cocina de casa?
"En el lavado de ropa el detergente no lo es todo, pero es el agente exclusivo que hace las labores de limpieza", explica Pía Nieto, organizadora profesional y autora del libro 'Manual para organizar tu casa', que acaba de salir en formato e-book.
Para Nieto, lo importante en cualquier detergente es su composición. "Es el quid de la cuestión. La Agencia Europea de Productos Químicos obliga a incluir en el etiquetaje cualquier sustancia que esté en una proporción superior al 0,2%". Cualquier porcentaje menor no consta. En la práctica eso significa que "prácticamente todos los detergentes tengan siempre los mismos compuestos", afirma la experta. Sin embargo, no todos los detergentes son iguales.
"El jabón es una cosa; y el detergente, otra", explica Nieto. "El jabón es un producto natural 100%. Está formado básicamente por grasas vegetales que saponifican y dan como resultado hidróxido de sodio. Es un producto ecológico y biodegradable. Los detergentes son derivados del petróleo, son productos contaminantes, aunque cada vez más incluyan algunos componentes biodegradables", señala experta.
En su composición, un detergente está compuesto por varios subproductos. "Los más importantes son los tensoactivos, las 'fuerzas de asalto' que atacan el 'castillo' o la ropa tomada por las manchas. Los tensoactivos, por un lado, 'secuestran' las manchas y, por otro, se ocupan de que la suciedad que han capturado se vaya por el desagüe y no vuelva a la ropa", explica Nieto con una metáfora militar.
Los tensoactivos pueden ser naturales, como el jabón, ya sea en barra, copos o escamas, en sí mismo un tensoactivo, o bien ser artificiales. En este último caso, se encuentran los aniónicos, los menos tóxicos, y los catiónicos, con gran poder desinfectante. Otro de los componentes fundamentales son los fosfatos, derivado del fósforo, responsables de un gran impacto ambiental. Al llegar a los ríos, los fosfatos multiplican las algas. Estas reducen la concentración de oxígeno en el agua y asfixian a los peces. Es lo que se conoce como eutrofización del medio marino.
El consumo anual de detergentes con fosfatos de la UE es de 1,8 millones de toneladas, lo que equivale a 110.000 toneladas de fósforo. En España el 60% de los detergentes poseen fosfatos.
Los detergentes más sofisticados poseen biotensoactivos, enzimas de origen natural o sintético muy adecuadas para eliminar la suciedad proteica (huevo o lácteos, por ejemplo) y la orgánica (manchas de sudor, por ejemplo).
Además, los detergentes incluyen en su composición blanqueantes ópticos y químicos, y coadyuvantes como fosfonatos para estabilizar el Ph del agua y evitar que la suciedad ya en el agua vuelva a la ropa. Los fosfonatos son también altamente contaminantes. Por esta razón, cada vez más fabricantes apuestan por las zeolitas con aluminio, menos peligrosas para el medioambiente.
Como consumidores, la clave está en apostar por detergentes más o menos contaminantes. Para Pía Nieto esta es la pregunta que nos va a hacer decidirnos por uno u otro tipo de producto. Para la experta, todos, los que contaminan más y los que menos, ofrecen el mismo poder de limpieza. Pero los ecológicos ofrecen ventajas adicionales: "sus tensoactivos están hechos a base de aceites naturales, no llevan suavizantes, lo que termina parafinando y apagando el color de la ropa, algunos ya incorporan enzimas y son aptos para veganos al no estar testados en animales".
Comprar detergente es una compra casi automática. Sin embargo, tendría que ser una compra consciente. Debemos familiarizarnos con las composiciones, los usos que señalan los fabricantes y las especificaciones de cada producto. Y si hay dudas, dejarnos guiar por los especialistas, como la web cleanright.eu, el portal de la UE para asesorar a los ciudadanos en hábitos de higiene y limpieza.
"No leemos el etiquetado. Vamos con prisa y compramos sin pensar. Antes de comprar un detergente, tenemos que pararnos y pensar cuántos somos en casa, qué ropa tengo, qué tipo de suciedad, qué programas hay en mi lavadora, cómo es el agua de mi zona… Pero la lectura de las recomendaciones del fabricante es fundamental. Por ejemplo, algunas marcas recomiendan que determinados detergentes no se utilicen con lana y otros tejidos delicados. Hay que seguir las indicaciones al pie de la letra".
Para Nieto, en cualquier cocina o lavadero debería haber un detergente líquido para los lavados urgentes, ya que al ser líquido penetra en las fibras y es muy potente; otro en polvo para lavar la ropa blanca, vinagre de limpieza o vinagre blanco y jabón. "El detergente en polvo tiene gran poder de arrastre. A cambio, tiene el inconveniente de que puede dejar manchas y que se quede en los conductos de la lavadora, aunque cada vez más incorporan agentes anti-corrosión", asegura esta experta.
En esta ecuación la calidad no implica un precio mayor. "La mayoría de los detergentes van a limpiar, eliminar la suciedad y la grasa común de manera muy parecida y a temperaturas bajas, entre 30 o incluso 20 grados", afirma Nieto. De hecho, en la liga de buenos detergentes figuran tanto los de marcas conocidas como los de marcas low cost. "Si son enzimáticos, por ejemplo, algo que consta en la etiqueta, ya vamos por buen camino", explica la experta.
Si, además, adquirimos detergentes con sello ecológico, nos aseguraremos de que no se daña al medioambiente, algo que también conseguiremos eliminando el suavizante en la rutina de lavado. "Si tenemos un agua sin cal, como la de Madrid y otras partes de España, el suavizante no es necesario. A largo plazo deteriora el color y estropea las prendas", señala Nieto. Y, además, encarece la lista de la compra.
Como señala Pía Nieto, el error más habitual es no leer el etiquetado del detergente que nos llevamos a casa. ¿En qué otros errores caemos?