Matrimonios, al rincón de pensar: Dinamarca obligará a pasar un curso antes de dar el divorcio
España es el séptimo país de la Unión Europea en tasa de divorcios (2,1 por cada 1.000 habitantes); sin embargo, 2018 ha registrado la cifra más baja desde 2006
En el paraíso del estado del bienestar, hasta hace unos meses, divorciarse era tan fácil como dar un unfollow al cónyuge incómodo. Entre 2013 y 2019 los daneses que querían separarse podían hacerlo en una semana a golpe de clic. El matrimonio se disolvía así como un azucarillo en las tripas de la red. Pero lo más visceral, las emociones alteradas, el vértigo ante el cambio de vida o el estrés de llevar a cabo en solitario la crianza de los hijos, no se disolvía tan fácilmente.
Con el objetivo de paliar esta situación, que puede llevar al absentismo laboral, al incremento de consultas médicas y a un gasto extraordinario en tratamientos, Dinamarca ha innovado en las políticas de familia imponiendo un curso obligatorio a matrimonios con hijos menores de edad y un periodo de reflexión de tres meses. Si el curso no es realizado al menos por uno de los cónyuges, el divorcio no puede ser efectivo. Y si no se ha pasado por el periodo de reflexión, tampoco. El gobierno danés, formado ahora por una mayoría socialdemócrata, ha decidido mandar a los matrimonios al rincón de pensar para que superen los efectos colaterales del divorcio y, de paso, descarguen de gastos a las (ricas) arcas danesas. Las únicas parejas ‘exentas’ del curso son aquellas en las que haya habido maltrato u otras situaciones graves. En estos casos, divorciarse no requiere ninguna de estas condiciones.
MÁS
"Le saco 20 años y nos va de maravilla": casos de éxito de hombres y mujeres con parejas más jóvenes
Uno de cada tres trabajadores tiene ansiedad: la plataforma que ayuda combatirla desde el propio trabajo
Juan del Val, Nuria Roca y relaciones abiertas: "¿Con una persona hasta los 80 sin nada más? Qué pereza"
Divorcio modo slow
Con un coste de dos millones de euros, el curso, online y totalmente gratuito, se llama ‘Colaboración después del divorcio’ y, según sus responsables, no pretende evitar los divorcios, sino facilitar el proceso de separación para que transcurra de la manera más cómoda. En 30 minutos, los usuarios pueden aprender a gestionar la ira, la tristeza o el sentimiento de soledad que surge tras cualquier divorcio. Aunque aún no hay una muestra significativa para hacer estadísticas, los responsables de Sanidad Pública que han creado la plataforma afirman que es efectiva contra el estrés, la ansiedad y la angustia inherentes a cualquier nuevo divorciado. Gerts Martin Held, experto en salud mental y uno de los desarrolladores del curso, comenzó en 2013 con los primeros prototipos y comprobó desde el principio cómo la depresión o la ansiedad disminuían en aquellas personas que dedicaban media hora a realizar el curso y se mantenían o aumentaban en las parejas que no lo hacían.
Para las autoridades danesas, implementar el curso supone un coste, pero también es un ahorro respecto al gasto en tratamientos médicos necesarios en casos de estrés
Además de las parejas, otros de los claros beneficiados son los hijos, que logran superar la separación de sus padres sin mayores traumas. Por poner solo un ejemplo, el municipio de Ringkobing-Skjern, al oeste del país, destina 600.000 coronas danesas (unos 80.000 euros) en servicios de apoyo para lograr un divorcio tranquilo para todas las partes. Parece mucho dinero, pero, en opinión de la directora de Sanidad de este municipio, supone un ahorro frente al coste de las terapias psicológicas. Pero lo fundamental, argumentan, no es el ahorro, sino preservar el bienestar emocional de la población.
España: menos divorcios que nunca
Dinamarca tiene algo más de cinco millones y medio de habitantes y su tasa de divorcio es de 2,6 personas por cada 1.000 habitantes. Es el tercer país de la Unión Europea por número de divorcios, según Eurostat, despúes de Letonia (3,1) y Lituania (3). Por su parte, España ocupa el séptimo puesto, pero esconde alguna sorpresa. Según el INE, en nuestro país en 2018 (último año cerrado) hubo 2,1 divorcios por cada 1.000 habitantes, cifra similar a la de 2013, los dos años con menor índice de divorcios desde 2006. Es decir, nos divorciamos mucho pero cada vez menos.
Podría pensarse que la crisis, y no el amor, está en la menor incidencia de divorcios. Una separación matrimonial supone el reparto de un patrimonio, una probable pensión de manutención y el gasto de abogados. Sin embargo, la estadística vuelve a sorprender: la comunidad con mayor tasa de divorcio es la ciudad autónoma de Ceuta (2,35), la segunda región con más paro de la UE, seguida de la Comunidad Valenciana (2,33) y Canarias (2,27). Extremadura y Castilla-León (ambas con 1,68) y País Vasco (1,79) son las comunidades donde las parejas se divorcian menos.
¿Replicar el modelo danés?
En nuestro país no hay nada parecido a la iniciativa danesa. A falta de que el nuevo gobierno decida implementar o no una propuesta de este tipo, ayuntamientos y comunidades autónomas destinan desde hace años recursos dirigidos a las familias. Se engloban dentro de áreas o concejalías específicas que abordan salud, servicios sociales, dependencia o apoyo psicológico y en las que los Servicios Sociales son decisivos. En la mayoría de los casos, incentivan la convivencia familiar, pero no actúan, salvo casos de conflicto grave, cuando la ruptura es evidente.
¿Podrá replicar España el modelo danés? Dinamarca parte de una situación radicalmente distinta a la española. Con una baja densidad demográfica, el país escandinavo, considerado universalmente el modelo ideal de políticas de bienestar, logra gestionar eficazmente sus recursos, gracias a una gran carga impositiva y a una corrupción casi inexistente, dos condiciones difíciles en el caso español.