Cómo ponerte de acuerdo con tus hermanos cuando hay que decidir si tu madre debe estar en una residencia

  • No precipitarse en la elección, tener claros los criterios más relevantes para toda la familia y conocer las ayudas públicas, primeras pautas

  • Las residencias han evolucionado hasta llegar a modelos más parecidos a un hotel

  • Lo ideal es involucrar con optimismo y ganas a la persona que va a trasladarse de domicilio

Concha Velasco está viviendo en una residencia. La noticia te impacta porque sabes que tu madre ya no puede vivir sola en casa. Es cierto que dispone de ayudas externas, que la cuidas, que vas a verla, que pasa temporadas en tu casa, pero la realidad se impone. Crees que ha llegado el momento de plantearle ir a una residencia. Y lo tienes que hablar con tus hermanos, una situación que puede generar conflictos.

España es uno de los países donde su población alcanza edades más avanzadas. La esperanza de vida al nacer se sitúa en los 80,52 años, de los hombres, y los 85,89 años de las mujeres, lo que coloca a nuestro país en el cuarto lugar entre los 100 países con más esperanza de vida del mundo, por detrás de Hong Kong, Japón y Suiza. Una circunstancia que favorece que cada vez más personas decidan instalarse en residencias de la tercera edad donde poder disfrutar de un envejecimiento activo y saludable.

Si después de un largo debate familiar, ya tenéis claro que la residencia es una opción para ti y los tuyos, te explicamos en qué tienes que fijarte, qué aspectos debéis tener en cuenta todos los hermanos y cómo podéis planteárselo a tu familiar.

Experiencia profesional

Hay que asegurare de que los nuestros reciben una atención integral. Las residencias de la tercera edad actuales cuentan con servicios de calidad y equipos multidisciplinares adaptados a las necesidades integrales de la persona mayor y su familia. Atienden al mayor desde un punto de vista bio-psico-social permitiéndole la mejor calidad de vida posible en función de la situación de cada uno. Pero siempre hay que confirmar que el centro que más nos convence tiene estas características.

Instalaciones actualizadas

Hace algunos años, posiblemente por un factor socio-cultural, las residencias se veían como centros mal diseñados y con una pésima atención. Pero eso no tiene por qué ser así. En la actualidad, los recursos asistenciales están mucho mejor diseñados y, en la mayoría de los casos, cuenta con excelentes profesionales capaces de dar los mejores cuidados.

Valorar el grado de dependencia

Este punto es muy importante. Los expertos aseguran que la decisión de ingresar en una residencia de mayores, ya sea por decisión de las propias personas interesadas o animados por los familiares de las mismas, es un hecho relevante en el entorno familiar.

Cuando el cuidado de la persona mayor requiere de cuidados adicionales, por la complejidad de sus patologías físicas o cognitivas que presentan un riesgo para él mismo y para su entorno, siempre se debe confiar el cuidado de la persona a profesionales que se encarguen de la atención integral, de todas sus necesidades y así evitar llegar a situaciones extremas. Las residencias actuales contemplan el grado de autonomía del usuario y se clasifican entre autónomas, mixtas y asistidas, especializadas en la atención integral de personas mayores con minusvalías físicas y psíquicas.

Conoce todos los modelos de residencias

No todas las residencias tienen ese aire despersonalizado. Se puede optar por el movimiento 'Green House', que simula la apariencia de una casa para que la persona mayor se sienta como en su propio hogar. Para ello, las instalaciones presentan habitaciones individuales y distintos comedores y amplias salas de estar. La atención del personal es 24 horas.

Existen incluso residencias/hoteles (Hospitality Design), donde la programación y la planificación de las actividades están enfocadas al ocio. Si lo que no quiere es abandonar definitivamente su hogar, puede recurrir al concepto de centro de día con servicios de alojamiento temporal y actividades en horarios específicos.

¿Cómo hacer más fácil la transición?

Es quizá la parte más compleja. Lograr que asuman que el cambio es bueno para ellos y que no supone una pérdida de calidad de vida, sino una mejora tanto para ellos como para el entorno familiar. No hay una receta mágica porque cada familia es distinta y compleja, pero los expertos sí recomiendan algunas pautas que no cuesta implementar y que pueden ser útiles

Comparte la elección

La persona mayor debe sentirse parte fundamental del proceso de elección. Si es posible, lo ideal es que visitéis juntos las opciones, para que vea dónde se siente más cómodo, tanto en los espacios como con los profesionales.

Es importante tener en cuenta aspectos como su localización, accesibilidad, adaptabilidad, equipo multidisciplinar especializado, realización de un plan de intervención individual revisable, actividades de estimulación física, mental y lúdicas, alimentación, flexibilidad de horarios, así como la participación abierta de residentes y familiares en el día a día del centro.

Plantéalo con optimismo y ganas

Un cambio tan significativo puede verse como un declive o como una oportunidad. Incentiva que se apunten a actividades, tanto físicas como psicomotrices. Es un modo de mantener la soledad a raya y hacer nuevas amistades. Ingresar en una residencia no implica que la persona mayor no continúe participando de forma activa en la vida social y familiar. Al contrario, puede ser un elemento dinamizador dentro de la familia.

Evita la precipitación (tuya y la de tu familiar)

Uno de los requisitos imprescindibles a la hora de la elección de la residencia es no hacerlo de manera precipitada y dejarse asesorar por el trabajador social sobre los recursos más adecuados para cada situación. Lo ideal es que la persona que va a ingresar lo haga de manera paulatina, visitando el centro, conociendo a los usuarios que ya viven ahí e incluso al equipo médico.

Busca los recursos que puedan ayudaros

Las residencias pueden ser públicas, privadas o mixtas; es decir, concertadas con las comunidades autónomas o ayuntamientos. Las privadas suelen ser caras y pueden no estar a tu alcance. Por eso, lo primero que hay que ver es de cuánto dinero disponemos para este gasto y qué recursos nos ponen a nuestro alcance las diferentes instituciones públicas.