Uno de cada cinco universitarios abandona en el primer año: cómo actuar siendo los padres
Los exámenes de febrero son el momento crítico en el que se deciden la mayoría de abandonos de primer curso
Lo primero es desdramatizar: no es un año perdido y puede que su vocación esté en otro sitio
Dejarse la carrera sin terminar es una de las cosas que más preocupan a padres y madres cuando los hijos entran en la Universidad y parecen encarrilados. Le ocurre al 33,5% de los universitarios, según las estadísticas oficiales.
Sólo en el primer curso abandona el 21,5% de los que se matriculan (24% de los chicos y 18% de las chicas), según la Estadística de Indicadores Universitarios (elaborada por el Minisiterio de Ciencia, innovación y Universidades). Y justo es ahora, en torno a los exámenes de febrero, cuando la idea de tirar la toalla empieza a sobrevolar por las cabezas de ese 21,5% (22% en las públicas y 16% en las privadas). A mayor número de suspensos, mayores dudas, según las orientadoras universitarias consultadas.
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Si ese es el caso de tu hijo, no desesperes. El principal consejo de los orientadores es que hay que ayudar a desdramatizar la sensación de fracaso, sobre todo por una cuestión práctica: planificar adecuadamente la estrategia a seguir después.
Sólo el 40% de los que abandonan primero se matricula en otro grado. Un espíritu constructivo es fundamental para buscar toda la información posible sobre sus opciones, inquietudes y capacidades, y que puedan decantarse por una nueva carrera con ilusión.
Estos son los consejos de las expertas consultadas:
Averigua las causas del deseo de dejarlo:
¿Suspensos?
En la mayoría de los casos, el desencadenante del abandono es el elevado número de suspensos en el primer cuatrimestre. 1º es un curso duro (ya te lo contamos en lo que se encontraba tu hijo en el primer año de universidad). Pero también pueden influir otros factores:
"El que eligió el grado que deseaba, si suspende, tiene la sensación de fracaso, de no estar a la altura. El que llegó rebotado porque no pudo entrar en el grado que quería, achaca falta de interés. Y el que llegó impuesto por los padres, achaca falta de motivación", explica Julia Sánchez Bahíllo, responsable de la Unidad de Orientación y Difusión de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Es importante ayudar a tu hijo a disociar la frustración de los suspensos del mayor o menor gusto por la carrera. Si el campo de estudio le gusta y constatas en él una voluntad de esforzarse, debes trasladarle que "el suspenso no tiene que ver con su valía" y "el examen no evalúa si vales o no vales para algo".
¿Falta de conexión?
El síndrome de la decepción universitaria suele afectar a parte del alumnado en primero y segundo de carrera, y tiene que ver con que las materias son generalistas y muy teóricas. En muchos casos, eso ocurre por falta de información previa sobre el plan de estudios. En otros casos es por falta de madurez: "No todo tiene que gustarnos", apunta Julia.
"Deben tener paciencia y esperar a entrar en materias más específicas antes de tomar decisiones precipitadas", señala Beatriz Bonet, de la Unidad de Orientación de la Jaume I de Castellón (UJI). "Muchos alumnos le cogen el gusto a la carrera a partir de 3º porque es cuando empiezan a tener prácticas y materias más específicas".
¿Vocación tardía por otra cosa?
Tal vez tu hijo tuvo que elegir grado cuando aún no estaba preparado para hacerlo o sin la debida información. "Cada vez veo más alumnos que, una vez en primero, quieren pasarse a unos estudios de otro ámbito totalmente distinto al que eligieron a los 15 o 16 años", explica Beatriz.
A veces, se dan cuenta incluso más tarde, precisamente cuando pasan de las asignaturas teóricas a las prácticas y empiezan a tomar mayor conciencia de los trabajos que pueden llegar a desempeñar con sus estudios.
"Recuerdo un estudiante de tercero de Químicas que se dio cuenta de que eso no iba con él cuando empezó las prácticas de laboratorio", cuenta Beatriz. "Se dio cuenta de que él disfrutaba más en el trato con personas y de que tenía una vocación de servicio que pensó que la Química no le iba a dar".
Desdramatiza: No es un año perdido
"En la mayoría de los casos, ese deseo de dejar la carrera lo viven como un error que no debieron cometer y hacen un drama de ello", advierte Beatriz. En el caso de que hayan recalado en una carrera obligados por sus padres, "el drama es aún mayor", puntualiza. "Seguramente ni se atreva a decirte que quiere dejarlo", señala Julia.
Y ojo también a la tendencia a "asociar el éxito personal con la elección de determinadas carreras", avisa Beatriz. "Lo que más importa es que les guste".
Así que, en caso de cambio, lo primero es impedir que tu hijo piense que "equivocarse de carrera es 'no valgo para la universidad'". Lo segundo, desterrar la tentadora idea de que "ha sido un año perdido".
"Un año no es nada en la vida de una persona y la base teórica de primero siempre les va a servir, aunque en principio no le vean utilidad", asegura Julia. "Los conocimientos transversales que han adquirido también son importantes".
Por ello, "ver la Universidad como una oportunidad de aprendizaje desde el principio cambia la perspectiva por completo y ayuda si llega ese momento de plantearse un cambio".
"Recordemos que va a ser la etapa más bonita de su vida, y no tiene por qué ensombrecerse por un cambio de carrera si de verdad lo hacen porque les gusta".
Dile que consulte al servicio de orientación de su universidad
En caso de empezar a dudar de la continuidad en la carrera comenzada, es recomendable que tu hijo consulte a los servicios de Orientación de su Universidad porque allí le asesorarán de acuerdo a sus circunstancias. Por ejemplo, lo ayudarán a ver si los suspensos han venido por una falta de organización (muy común entre los alumnos de primero), o si ha sido por otras razones.
También pueden ayudarle a diseñar una estrategia a seguir en el calendario de convocatorias de examen (de las materias suspensas y las del siguiente cuatrimestre). Y, si los orientadores ven que el deseo de cambio es firme, lo ayudarán a definir los pasos a dar.
Que hable con alumnos de cursos superiores
En la mayoría de las universidades hay programas de ayuda a los estudiantes de primer curso que incluyen el contacto con alumnos veteranos que voluntariamente se ofrecen para hacer de mentores y asesores de los novatos.
"Es muy útil recurrir a ellos y plantearles las dudas que tengan sobre los estudios", anima Beatriz. "Su experiencia les va a aportar perspectiva y puede dar respuesta a muchas preguntas porque seguramente pasaron por lo mismo: los suspensos, el desapego por las materias teóricas, o no saber a qué dedicarse en un futuro".
¿Preparar la siguiente EVAU cuanto antes?
Si tu hijo tiene claro que lo deja, pero que quiere estudiar otro grado, tendrá que planificar la estrategia a seguir cuanto antes. ¿Deja primero a mitad de curso?, ¿o se esfuerza y termina primero porque le va a venir bien? ¿Acaso le conviene comenzar cuanto antes a prepararse la siguiente EVAU para entrar en el grado que desea?
Hay que tener en cuenta que la nota obtenida en la fase general de la EVAU se mantiene un año; no así la de la fase específica, que tu hijo tendrá que repetir si la de la fase general no le resulta suficiente para entrar en la carrera que desea. "Hay muchos alumnos que eligen estudiar otro grado que les ha obligado a prepararse asignaturas de la fase específica de la EVAU que nunca han cursado en Bachillerato". Por eso, señala Julia, "hay que hacer un buen análisis de lo que quieren y de lo que pueden hacer".
Contempla la opción de una FP superior
Sólo el 40% de los que abandonan en primero se matricula en otra carrera. No hay datos oficiales de quiénes lo hacen en una titulación de Formación Profesional de grado superior, pero la percepción en muchos centros de FP consultados es que es una tendencia en aumento y que viene dada, sobre todo, por un pragmatismo creciente entre los jóvenes una vez han superado las tensiones y las presiones del Bachillerato y la EVAU. Muchas veces es en ese primer curso universitario cuando chicos y chicas empiezan a pensar verdaderamente quiénes son y cómo es el mercado de trabajo en el que van a vivir.
Cuando termine los dos años de FP, tu hijo puede pasar a la Universidad y convalidar créditos. Los jóvenes con doble titulación –universitaria y de FP– tienen una alta empleabilidad, sobre todo en ámbitos científico-tecnológicos.
Y, si no, también podrá optar por algún curso de especialización profesional de los que el Gobierno ha prometido crear para técnicos superiores de acuerdo a la demanda de los diferentes sectores productivos.