El tiempo vuela y tus hijos llegan a la Universidad. ¿Te acuerdas de cuando fuiste tú? Pues algunas cosas han cambiado. Muchas. Ahora gran parte de la responsabilidad académica se gestiona online, en aulas virtuales donde los docentes disponen los materiales y donde los alumnos deben subir sus trabajos. Pero estos también tienen que estar preparados para los profesores más tradicionales que aún siguen dando 'su' libro y mandando fotocopias.
Otra cosa diferente a tu época es la acogida que dan las universidades. Hace 30 años nadie se ocupaba de ti al llegar y tú solito te las apañabas para sobrevivir. Ahora, los gabinetes de información y orientación universitaria se preocupan de allanar el camino a los novatos con webs específicas para ellos, jornadas de bienvenida y plataformas de voluntarios veteranos (en 3º o 4º) que ejercen de mentores de los nuevos. Mejor si tu hijo conoce todos esos servicios antes de empezar porque le ayudará a sentirse menos torpe. Aquí van los consejos de las expertas consultadas.
Cada vez son más los padres y madres que les hacen los trámites a los hijos. Esto hace 25 años era lo raro, pero ahora es de lo más común. "Vemos a los estudiantes cada vez más infantilizados y menos capaces de gestionar sus asuntos. A algunos les cuesta interactuar con los profesores, rellenar formularios, pedir información por teléfono o escribir un correo electrónico formal. Hasta hay padres en las reclamaciones de los exámenes", cuenta con preocupación Julia Sánchez Bahíllo, responsable de la Unidad de Orientación y Difusión de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
"La familia debe contribuir a la autonomía de los hijos y hacer que asuman sus responsabilidades. Cuanto más mayores son, más les cuesta superar su incompetencia. Y necesitan esa autonomía personal precisamente para sacar la carrera porque para aprobar muchas asignaturas van a tener saber buscarse la vida, buscar información y gestionarla", explica Sánchez Bahíllo.
En la Universidad todo es nuevo, no están tutelados y no hay instrucciones precisas. Las jornadas de acogida, si bien son útiles para ubicarse, suelen llenarles la cabeza de información y gestiones que hacer: carné de estudiante y de biblioteca, claves de acceso al aula virtual y al correo electrónico, convocatorias de becas, horarios, planos del campus, de despachos, aulas y laboratorios, guías de vida universitaria, contactos de asociaciones y clubes… Todo eso, para digerir en los primeros días, mientras conocen a los profesores y reciben instrucciones de cómo van a tener que estudiar cada asignatura.
Que recurran a los servicios de información y orientación que tiene su universidad y también al Vicedecanato de Estudiantes de su facultad. Que aprovechen la cada vez está más extendida asignación de mentores: quien lo solicite podrá tener a su disposición a un alumno de 3º o 4º que guíe sus pasos y atienda sus dudas. Que se vinculen a alguno de los clubes o asociaciones que encaje con sus intereses. "Es importante que conozcan la facultad más allá de lo académico. Sintiéndote parte de la vida universitaria, va todo mejor. Rinde más el estudiante que se integra, que se siente en su segunda casa, que el que viene a sus clases y se va", asegura Sánchez Bahíllo.
La falta de un agente externo de control es uno de los factores de mayor impacto en los estudios universitarios. "Esa sensación de libertad entraña dos riesgos: que dejes pasar el tiempo y luego te pille el toro, y que el consecuente agobio te lleve a no presentarte a algunas asignaturas", advierte Beatriz Bonet, de la Unidad de Orientación de la Jaume I de Castellón (UJI). "Si se te hace bola, empiezas a dejar de presentarte".
No debe descuidarse por ver los exámenes aún lejanos. Debe organizarse una rutina de estudio y tareas desde principio de curso. Fundamental ir a clase. "El absentismo hará que no se enteren de contenidos o prácticas necesarias para aprobar", explica Bonet. "Practicar alguna actividad física o deporte será una esa válvula de escape cuando la presión aumenta y también les ayuda a organizarse con las responsabilidades en el día a día" añade.
En la mayoría de los casos han fallado en la planificación, se les ha pasado el tiempo y no se han organizado. Pero a veces simplemente no han sabido gestionar la información y se han perdido.
"En Bachillerato, si estudiabas, aprobabas. En la Universidad puede que hayas estudiado mucho y no apruebes. Pero, ojo, el examen no evalúa si vales o no para algo", advierte Sánchez Bahíllo. "Los padres tienen que prepararse para el suspenso y tienen que desdramatizarlo. Si contribuyen a agobiar más a sus hijos, pueden pensar que no están en la carrera indicada y esa duda empieza a atormentarles". Por otro lado, hay que saber bien por qué han suspendido para saber cuándo presentarse de nuevo y cómo prepararse la materia. Conviene ir siempre a revisión de examen.
Primero y segundo son cursos muy teóricos y generalistas. Eso puede generarles desapego y frustración hacia la carrera: el típico qué hago yo aquí, esto no es lo que esperaba.
"Hay que esperar a tercero para entrar de manera más específica y práctica en los estudios", señala Bonet. "Ahí muchos recuperan la motivación, pero también puede ser el momento en el que se dan cuenta de que aquello realmente no les gusta, que no se ven trabajando en eso". Que pregunten a los alumnos veteranos por las prácticas y por las salidas laborales de su carrera podría ser una ayuda. También que acudan a charlas, conferencias, talleres y seminarios que haya en su facultad porque les ayudarán a conectar lo que estudian con el mundo laboral y con la sociedad en general. Cuanto antes, mejor.