Matar accidentalmente: ¿realmente se pasa página?
Uppers pone el foco en los responsables involuntarios de accidentes mortales, las otras víctimas de la tragedia
Teresa Urbina, psicóloga psicoanalista: "nunca se supera del todo"
"No realizamos un duelo por la persona que ha muerto, sino por la persona que fuimos antes del accidente"
Aunque parezca que ocurre de manera esporádica y en entornos lejanos, matar a alguien accidentalmente es, por desgracia, más habitual de lo que parece. El caso de Alec Baldwin aún resuena en los medios, pero, antes de esto, cada año se producen errores fatales, despistes, negligencias o casualidades letales que acaban con la vida de otra persona.
Entre las muertes accidentales más habituales: los accidentes de tráfico. En 2020, según datos de la DGT, se produjeron 797 accidentes mortales en los que fallecieron 876 personas, la cifra más baja desde que hay registros. Esto supone un descenso del 21% respecto a los datos del año anterior y del 49,7% en comparación con 2010. La pandemia y las restricciones de movilidad están en las razones de esta bajada, aunque la tendencia descendente viene manifestándose desde hace años. Al margen de las sanciones penales que pueden darse en cada caso, Uppers ha querido poner el foco en las 'otras' víctimas de los accidentes mortales: los responsables involuntarios de la tragedia.
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El peso de la culpa
"Quitar la vida a una persona es traumático en cualquier situación, ya sea por accidente o incluso matar a personas en una guerra. Lo que suele ocurrir es que la persona se da a sí misma argumentos racionales para resolver la angustia que esto produce, pero lo que ocurre es que este tipo de argumentación funciona parcialmente. Debajo de esa argumentación racional existe una angustia motivada por la gran culpa que supone matar", asegura la psicóloga psicoanalista Teresa Urbina.
Para esta profesional, la culpa es la peor consecuencia de este tipo de dramas: "La culpa es uno de los peores sentimientos que puede tener el ser humano. Es un sentimiento que siempre nos acompaña". Según esta profesional, hay muchos tipos de culpa, pero todas tienen como denominador común el retraimiento, como si la persona que se siente culpable, de alguna forma, no se diera permiso para disfrutar o ser feliz.
¿Por qué nos sentimos culpables?
Incluso en los accidentes en los que la responsabilidad es indirecta, los responsables siempre se va a sentir culpables. "Esto ocurre porque de manera remota lo asociamos a la agresividad. La agresividad es innata en el ser humano y la tenemos en mayor o menor grado. Afortunadamente, esa agresividad provoca la muerte en muy pocos casos. Y cuando esa circunstancia se produce, aunque sea de forma accidental, es como si se uniera en nuestra imaginación, de manera inconsciente, la imaginación con la realidad", añade Urbina.
En este punto, la psicóloga incide en las muertes accidentales que se producen en estados de cierta enajenación. "El ser humano es un ser emocional. Muchas veces, la razón depende de esas emociones. Matar emocionalmente es de las cosas más terribles, es como la erupción de un volcán", explica. Este 'volcán' o el secuestro de la amígdala, la parte de nuestro cerebro que regula la temperatura emocional está en el fondo de un buen número de conflictos.
El duelo de uno mismo
¿Las personas que matan involuntariamente a alguien experimentan un duelo? "Yo aquí no emplearía la palabra 'duelo'. Yo esa palabra la reservo para una pérdida personal importante, ya sea de algo objetivo, como puede ser una persona muy querida, como de algo subjetivo, como pueden ser ideales, ilusiones... Quizá sí puede haber un duelo de lo que eras antes a lo que eres ahora, después de un hecho tan traumático".
En palabras de esta psicóloga, "matar a alguien accidentalmente supone un antes y un después. Es algo que al cien por cien no se resuelve. Si hablamos de pasar página, no se resuelve por completo. No es lo mismo creer que se ha superado con que realmente se haya superado. Genera una sensación de culpa tan terrible que, aunque puedas con el tiempo seguir con tu vida normal, lo que entendemos por pasar página no ocurre".
Terapia, imprescindible para seguir adelante
Según Teresa Urbina, hallar la resolución de un conflicto así es difícil. Aun así, hay protocolos deseables: "acudir a una terapia que analice bien tanto tu culpa consciente como la menos evidente, la que hay en el inconsciente".
Además, el entorno familiar y social puede ser determinante para quienes hayan pasado por este tipo de trances: "el ambiente en el que vives puede apoyar que se resuelva más o menos la angustia, que te ayude a asumir todo lo que ha ocurrido o, bien hacer todo lo contrario: aumentar el sentido de culpa".
No hay recetas
Lamentablemente, no hay rituales, protocolos o pautas que ayuden a aliviar la culpa, más aún cuando el hecho está reciente. "Al principio y durante un tiempo, pase lo que pase y se haga lo que se haga, esa persona lo va a tener muy presente", señala Teresa Urbina. En cualquier caso, ¿qué es lo que tenemos que tener en cuenta? "Habría que evitar comentarios o actitudes que puedan hacer aumentar la culpabilidad", señala con ciertas reservas: "esto no es muy manejable para la persona que ha vivido la tragedia. Cuando nos ha pasado algo traumático, la realidad es que todo nos lo recuerda. Pasa con las cosas más insignificantes, así que con algo así, que tienes muy presente, evidentemente todo puede hacer recordar: una noticia en un informativo o un periódico, cualquier comentario, ya sea cercano o lejano".
La tragedia de una muerte accidental e involuntaria "es un panorama terrible", señala la psicóloga. En estas circunstancias solo hay una sola cosa positiva: conocer los riesgos que asumimos en ciertas circunstancias. "Cuando, por ejemplo cogemos el coche tenemos que ser conscientes que cualquier enfado al volante que nos hace realizar una maniobra brusca puede acarrear unas consecuencias que pueden comprometer el resto de tu vida", advierte Teresa Urbina.
Más allá de uno mismo
Cuando hay una tragedia así, las consecuencias no atañen solo a las víctimas. "Las consecuencias no se quedan a nivel consciente", explica la psicóloga. Es habitual que permanezcan en los niveles más profundos de nuestra psique y que afecten a la relación con el entorno, incluida la familia.
¿Y cómo actuar con el entorno del fallecido? ¿Es aconsejable tener algún tipo de relación con ellos? "Depende de las personas. Sí es deseable, la reparación o el intento de reparación siempre es bueno. Indica que en la persona responsable del accidente hay más humanidad que en otros. Pero también hay personas cuyo sentimiento de culpa es tan terriblemente grande que ni siquiera se atrevan a acercarse a la familia afectada".
Incluso las personas que intentan redimirse, por ejemplo, siendo voluntarios en una asociación de víctimas de accidentes tratan de reparar su culpa. Y la sensación es que probablemente "siempre es algo insuficiente, pero al menos lo intentan. La pérdida es irreparable, pero encuentran cierto consuelo", concluye la experta.