“La soledad no la soporta nadie”: así se organizan una mujer de 72 años y su voluntaria para combatir el aislamiento en la tercera ola
Nines (72) y Candi (61) llevan cuatro años quedando para hacerse compañía de la mano de la ONG Grandes Amigos, hablamos con ellas sobre el papel de este tipo de iniciativas para combatir la soledad, que se acentúa en tiempos de pandemia
Hace tiempo que Nines (72) y Candi (61) renunciaron a las tardes de bingo y de club de lectura para seguir pasando tiempo juntas en casa, con mascarilla y mucha precaución. Lo que empezó con un voluntariado para acompañar a Nines hace casi cuatro años, se ha convertido en una relación entre amigas que, en plena tercera ola, tiene más limitaciones pero no decae. "El hacernos compañía es mutuo, charlamos de cosas que nos interesan, que nos preocupan y hay una relación de confianza", cuenta Candi al teléfono desde casa de Nines en su encuentro semanal en Madrid.
Se conocieron a través de la ONG Grandes Amigos, que busca dar compañía a los más de dos millones de personas mayores de 65 años que viven solas en el hogar en España -en datos del INE en 2018-. Una soledad que no solo es un problema de convivencia, es también una sensación que acusan las personas mayores: "el 27% de las personas de 65 a 69 años dice sentirse solas, porcentaje que asciende al 36% entre las mayores de 80 años”, recoge el IMSERSO. Una realidad que, en unos años y con una sociedad cada vez más envejecida, se acentuará. "En el año 2000 había seis personas de entre 45 y 65 años por cada personas de más de 80, en 2050 va a haber una por cada persona mayor de 80 años", contó a Uppers el gerontólogo Javier del Monte.
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Reciprocidad de afectos
"A mí esto del voluntariado me lo buscaron unas chicas de apoyo que ya tenía en casa", cuenta Nines que, desde que su madre falleció en 1999, vive sola. Aunque no del todo: "Tengo un canario, un periquito y un gatito que se cree que soy su novia, porque me sigue a todos lados". También tiene "un hermano en Barcelona y otro en Torrejón, pero con ese no me hablo". En paralelo a las visitas de Candi, Nines recibe apoyo también por parte de los servicios sociales, que van a su casa para ayudarle a limpiar y con la compra, aunque ella es autónoma.
"Yo llegué a la asociación exclusivamente porque quería ayudar", cuenta Candi. Periodista que, en tiempos en los que prevalece el teletrabajo, se sigue desplazando un día en semana desde su casa en Majadahona para trabajar en los estudios televisivos que le pillan cerca de casa de Nines y así no perder su visita. "Esto no lo he hecho nunca por llenar mi ocio, sino por el convencimiento de que las personas mayores nos aportan mucho". Tanto, que en su casa bromean al respecto: "Mis hijos y mi marido me dicen que vengo aquí a que Nines me cuide".
Un compromiso extra en tiempos convulsos
El compromiso es férreo. Aunque la pandemia y Filomena se lo han puesto más complicado últimamente para llegar, las dos amigas han ido adaptando sus encuentros a las circunstancias. "Al empezar, desde Grandes Amigos me pedían comprometerme a venir un mínimo de seis meses, para que se pudiera establecer un vínculo entre ambas. Y ya va para cuatro años, ¿verdad?", comentan con el teléfono en modo altavoz. Su primera tarde en casa la pasaron viendo el álbum familiar de Nines. "Le enseñé hasta las fotos de cuando hice la primera comunión, que me vistieron de angelito", cuenta. Le habló de cuando recibía clases de piano de niña -"lo tengo aquí, aunque lo tengo abandonado, a ver si lo cojo"- .Y de una gran afición que comparten: la lectura.
Antes de la pandemia, Nines no faltaba a las reuniones de su club de lectura, a clases de informática y de inglés. Ahora no le queda más remedio que tirar de su biblioteca, heredada de su padre y con muchos libros de historia. "Estoy empezando El Caballo de Troya, pero lo tengo atravesado porque no lo entiendo", cuenta. La misma tarde que hablamos, Candi le ha traído suministros: "Le he regalado la historia de Rebeca". Para no perder costumbre, tal y como hacía en el club, ambas comparten lectura y después las comentan. Entre las autoras preferidas de Nines están "Julia Navarro, Matilde Asensi y Dolores Redondo", cuenta.
La compañía alarga la vida
Hace años que diversos estudios han demostrado lo que las dos entrevistadas corroboran: la compañía es un antídoto para la soledad, y acabar con ese sentimiento de soledad tiene consecuencias positivas sobre el deterioro físico y mental de las personas mayores. "Después de morir mi madre yo tenía una depresión que me quería morir, tuve que coger e irme al psiquiatra", cuenta Nines. Pero desde que tiene compañía, esta se ha ido paliando "y ahora estoy siempre de broma". Una naturaleza que ya tenía pero estaba apagada por las circunstancias.
"La soledad no la soporta nadie", dice Candi. "Ella es muy optimista, y cuando hacíamos las reuniones de la asociación siempre ha sido de las personas mayores más divertidas". Reuniones que ahora se han visto reducidad: "Quedábamos para hacer actividades de ocio como bingo, meriendas, juegos y actividades para ayudar a la reforzar la memoria… A ellas venían tanto personas mayores como voluntarios o incluso personas que sí viven con sus familias o en residencias y tienen esas necesidad de compañía. Al final no somos más que un grupo de gente que queremos estar juntos y pasarlo bien".
Pero en plena tercera ola y con los contagios de nuevo disparados a niveles como los de marzo o abril, toda precaución es poca. Y aunque la asociación sigue organizando reuniones seguras, tanto Nines como Candi están decididas a sacrificar y tener el máximo cuidado posible. "La última actividad que hemos hecho ha sido ir a ver las luces de Navidad, pero íbamos solo cinco personas en un microbús muy amplio, sentados cada uno en una punta y con nuestras mascarillas. También la asociación organizó una cena pero nosotras optamos por la opción que nos pareció más prudente: ir a recogerla y tomárnosla las dos juntas en casa".
De la Nines "un poco seria" que Candi se encontró esas primeras veces a la que se pone a hacer gorgoritos al otro lado del teléfono anunciando que ahora va a aprender a cantar porque resulta que se ha enterado de que es soprano, han pasado cuatro años y muchas horas de compañía mutua. Un viaje que ambas recomiendan: "Es muy enriquecedor, y cuando las cosas de partida son menos fáciles y te encuentras con una persona en situación de aislamiento, deprimida, es más gratificante ver cómo mejora. Ves la evolución. ¡Es que Nines es otra! Yo no he sido consciente del cambio hasta que lo he visto con el tiempo. Ahora nuestra relación es fluida, personal y llena de afecto. Aunque no fuera por el voluntariado, seríamos igualmente amigas".