El anuncio de la Lotería de Navidad se acaba de estrenar. Y lo hace con una historia que tocará, seguro, el corazón de muchas familias. Para empezar, de todas aquellas que han pasado por el trauma del divorcio. Un hombre de unos 70 años llega a casa de su exnuera en un día en que no le toca recoger a los nietos. No es un olvido, es que no puede concebir no compartir con ella la ilusión de jugar a la lotería de Navidad. Con esta premisa arranca la primera historia de las cuatro que componen este año la campaña de la Lotería de Navidad.
En Uppers hemos querido indagar un poco más en esa relación que se establece con los suegros cuando llega el divorcio. Lo habitual es pensar en la pareja que se rompe y en los hijos, pero la estructura familiar es más amplia y las consecuencias de la separación, muy complejas: celebraciones familiares, vacaciones, dinámicas semanales… Todo cambia, incluida la relación con los suegros. El lugar que tienen los padres de una pareja en estos procesos es endiablado: deben ponderar continuamente ser una ayuda, pero no una carga; apoyar a su hijo, pero no tomar partido y seguir viendo a los nietos sin resultar intrusivo.
Lo más útil en este contexto es ofrecer una base positiva y estable. Es importante que ambas partes sientan que pueden contar con una relación serena, positiva y amigable. Los padres tienen que tener claro que su hijo está atravesando una crisis, ¿para qué añadir más presión? Es posible que los hijos no tengan ganas de compartir o verbalizar sus problemas. En ese caso, hay que aceptar el silencio. Si surge la conversación, escucha activa. Es la mejor estrategia, por no decir la única.
Los padres no pueden dar rienda suelta a la animadversión hacia la antigua pareja de su hijo. No es momento de revelaciones amargas ni de reproches. Por mucho que cueste, lo mejor es mantenerse fuera del conflicto, incluso al hablar con los nietos. Los niños quieren a los padres por igual y hablar mal de alguno de ellos supone una carga para ellos.
La relación entre ex yernos/nueras/suegros va a depender mucho de lo fuerte que haya sido el vínculo cuando eran familia. Ante una mala relación, lo habitual es que empeore con la separación. Sin embargo, cada vez más, los suegros suelen establecer una buena relación con la que fue su nuera o su yerno porque quieren seguir tratando a sus nietos. En esos casos, puede incluso incrementarse la confianza que hubiera entre ellos. Lo único inaceptable es falta de transparencia; hay que dejar claro a los hijos que se mantiene cierta relación con las exparejas.
Romper con algo siempre produce vértigo. Puede ser que los suegros están en contra del divorcio de sus hijos, incluso aunque vieran que no eran felices. Lo adecuado es mirar al futuro y encajar la decisión, por equivocada que pueda parecer. No hay que verbalizar la oposición ni mucho menos explayarse o mostrar el enfrentamiento ante la pareja que se está separando. Lo último que queremos es que la persona que se ha divorciado se sienta culpable como fuente de conflicto familiar.
Si hubiera un conflicto o una pérdida de contacto real, la legislación defiende el derecho de los abuelos a ver a sus nietos, aunque es un caso particularmente complejo porque entran otras variables. Antes de llegar a ese punto, existen alternativas empáticas: hablar con los nietos y explicarles lo importantes que son para los abuelos, transmitirles que los abuelos son una fuente de cariño y seguridad y dejarles claro que siempre serán los abuelos a los que se puede recurrir, incluso en las peores circunstancias. En estos casos, es bueno crear o buscar un espacio o un momento de calidad: ¿por qué no escribirles una carta a los nietos o hacer algo realmente excepcional con ellos? Sobre esto, cuidado con las ideas geniales, como aparecer de pronto y sin previo aviso. No suele dar buen resultado porque supone forzar una situación e invadir una esfera privada. Cuesta admitirlo: pero los nuevos divorciados tienen todo el derecho a instaurar sus propias reglas de convivencia. Solo hay que saber respetarlas.