¿Se van a rediseñar los exámenes para adaptarlos a la parte del temario dado en clase presencial? ¿Habrá por ello mayor competencia en las carreras con menos plazas? ¿No es injusto para los que más estudian?
¿Se agravará la disparidad territorial? Hablamos con expertos, rectores, alumnos y asociaciones de padres.
Como alumnos o padres, quien vive este año la EBAU del Covid-19 suma una carga extra de miedos. Por un lado, muchos alumnos no han podido recibir clases de toda la materia. Por otro, el rediseño de los exámenes para puedan contestar a lo que lleven mejor preparado abre la puerta a los temores de una mayor competencia en las carreras con menos plazas y de agravio a quienes más se esfuerzan en estudiárselo todo. A todo ello se añade la inseguridad que propicia la tradicional disparidad territorial, que este año, además de a los exámenes de la propia EBAU, afecta a los criterios de evaluación del último curso del Bachillerato. Es la tormenta perfecta de la incertidumbre.
"Primero fueron las fechas del examen. Luego, que la prueba iba a ser más fácil. Ahora no sabemos los criterios con los que se va a calificar el Bachillerato. No tenemos ni idea de cómo va a ser la competencia. Y como parece que hay que sacar un 10 como mínimo para estudiar cualquier cosa, la presión es muy alta", resume Ana García de Vera, madre de un aspirante a un triple grado de Economía, Filosofía y Políticas que sólo se imparte en dos universidades públicas de Madrid.
"Mi hijo está estudiando sin parar y en su colegio han seguido dando clase online desde que empezó el confinamiento. Han hecho un gran esfuerzo todos y siguen haciéndolo", defiende Ana. "Crea desasosiego que, desde arriba, se traslade la idea de que en algunas regiones o en algunos centros pueden regalarse notas porque te hace dudar de que el resultado final vaya a hacer justicia a quienes más se han esforzado". Miguel Ángel Mulas tiene una hija que sólo quiere estudiar Medicina y, para eso, tiene que asegurarse una nota de 13. "Ella no estudia para aprobar ni para entrar en la Universidad, sino para conseguir un objetivo muy concreto con una nota muy alta". Aunque su calificación del Bachillerato roza el 10, en casa no están nada tranquilos. "Las declaraciones de políticos diciendo que se promocione a todos no ayuda en casos como el de mi hija porque piensan: ¿y qué hago yo estudiando tanto?".
Por otro lado, "que cada comunidad adopte su propio criterio pero luego el distrito universitario sea único, me tiene muy mosqueado". Por eso en casa de Miguel y en la de Ana se guardan en la manga la carta de la universidad privada. "Económicamente será muy duro", dice Ana, "pero al menos sabemos que es una opción segura ante tanta incertidumbre, que además, va a seguir ahí el curso que viene porque el virus va a seguir amenazando". Ellos pueden afrontar esa opción. Pero otras muchas familias no. Para entender todos estos temores, aquí va un resumen de las medidas plasmadas en las órdenes del Ministerio de Educación, que luego cada comunidad adoptará a su manera:
Para el economista Jorge Sáinz, ex Secretario General de Universidades en el Ministerio de Educación, no hay duda de que "se puede estudiar menos, en teoría los dos primeros trimestres, y sacar buena nota". "La gente hará mejores exámenes que otros años”, estima Sáinz, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos. "Será más fácil conseguir un 13", así que "la inflación de notas hará más difícil la entrada en carreras con alta demanda". Pero en su opinión, la posible variación de las notas del Bachillerato será más determinante que la mayor o menor facilidad de la EBAU. "Los alumnos de colegios más exigentes saldrán perjudicados". Y, del mismo modo, los alumnos de las comunidades que sean más duras en los criterios de evaluación y titulación.
Hagamos una pausa para explicar algunas claves técnicas que ayudarán a entender todo el engranaje de la Ebau:
Según la Conferencia de Rectores de Universidades (CRUE), ni debe afirmarse que la prueba es más fácil ni tampoco dar por sentado que las notas se alterarán en un sentido o en otro. "No podemos especular sin tener todos los datos y en las actuales circunstancias de excepcionalidad", apuntan fuentes de la CRUE. "Las
carreras de gran demanda tendrán una nota de corte elevada como todos los años, pero no sabemos si mayor o menor que la serie histórica que se conoce".
Los rectores creen que el factor de mayor alteración de la EBAU este año es la evaluación flexible del Bachillerato, pero tampoco saben en qué sentido. Admiten la posibilidad de que este año se presenten más alumnos y de que haya un nivel más bajo de preparación entre los aspirantes. Pero también advierten de que las "duras
condiciones para el estudio" de este último trimestre pueden llevar a muchos jóvenes a tirar la toalla.
Para los representantes de estudiantes de universidades públicas (CREUP), los criterios de evaluación del Bachillerato no van aumentar significativamente el número de aspirantes este año porque el porcentaje ya es bastante alto. Y las facilidades para responder en el examen "beneficiaría a todos, no sólo a los que no han completado el temario". A la hora de corregir, los tribunales sabrán valorar las mejores respuestas, aunque esa diferencia cualitativa sólo puede apreciarse en las preguntas de respuesta abierta; no en las de respuesta cerrada o en las de tipo test.
Para Begoña Ladrón de Guevara, presidenta de la asociación de padres COFAPA, "a muchos nos tranquiliza saber que la prueba no va a desfavorecer a ningún estudiante por las dificultades que haya tenido para terminar el curso en condiciones". Respecto al agravio comparativo a quienes más se han esforzado, esta
representante de las familias señala: "Si un niño ha ido ramplón todo el curso, va a sacar una EBAU ramplona, de manera que su nota de acceso no va a hacer sombra a quien más se haya esforzado". De subir, "subirán las notas de todos, las de los que van peor y las de los mejores", añade. "Por eso hay que decir a los que más se esfuerzan que no bajen la guardia y sigan esforzándose hasta el final".
Lo que verdaderamente teme esta asociación de padres es que "la desigualdad territorial que ha habido siempre se amplifique este año". "Si una comunidad quiere hacer un examen más fácil, este año se notará más que otros", observa el investigador Jorge Sáinz. Así que es muy probable que este verano regrese la polémica sobre la desigualdad generada por las autonomías. También lo creen los representantes de estudiantes de CANAE, aunque para ellos el gran desafío de la igualdad de oportunidades se libra este año en el sistema de becas: si no se reforma, muchos estudiantes no podrán estudiar en la Universidad saquen lo que saquen en la EBAU.
Además de este efecto perverso del Covid-19 sobre la educación superior, el economista Jorge Sáinz anticipa estos otros para el curso que viene y sucesivos:
Con todo, son tantas las variables inéditas que hay sobre la mesa, que es difícil prever los escenarios que van a encontrarse los aspirantes a la universidad, o qué más puede pasar. Lo que sí parece claro es que también después de la EBAU, la incertidumbre va a ser compañera de viaje de los estudiantes.