La tortilla de patatas es uno de los platos más populares de la gastronomía española. Ya sea con o sin cebolla, poco hecha o cuajada, a todo el mundo le gusta disfrutar de un buen pedazo de este manjar, que triunfa allá donde vaya.

Aunque los ingredientes y el punto de la tortilla española sean objeto de incontables debates (solo hace falta ver la que se monta en Twitter cuando sale el tema), la realidad es que la elaboración de este plato es bastante sencilla. Para prepararlo, solo hace falta patatas, huevo y, cuando así se quiera, cebolla, así como un poco de aceite y sal: nada muy complejo. En otras variantes, además, también se le puede añadir un poco de chorizo o queso, pero la receta original, la de toda la vida, es así de sencilla.

Resumidamente, para elaborar una tortilla de patata siguiendo la receta original, lo primero que debemos hacer es verter un poco de aceite sobre una sartén. Tras esto, añadimos las patatas, que previamente debemos haber cortado en finas láminas, y dejamos que se pochen a fuego lento.

Una vez estén listas, las retiraremos y reservaremos. En este momento, si somos defensores de la religión del concebollismo, tendremos que picar una cebolla en gajos y freírla hasta que se poche en el propio aceite en el que hemos preparado las patatas. Cuando terminemos, la reservaremos.

Llegado a este punto, toca batir los huevos, sazonar y añadirlos a nuestras patatas previamente reservadas, donde tendremos que mezclar ambos ingredientes hasta que la patata quede plenamente impregnada. En una nueva sartén, pondremos un chorrito de aceite y verteremos nuestra mezcla de patata y huevo hasta que cuaje. Cuando lo haga, echaremos la cebolla. Daremos la vuelta a la sartén con un plato, esperaremos a que cuaje por el otro lado y listo: ya tenemos nuestra tortilla lista.

A pesar de que el proceso es bastante sencillo, durante la elaboración de una tortilla de patatas podemos enfrentarnos a un problemilla que puede echar por tierra toda nuestra receta. Y es que a la hora de hacer este plato, suele ser bastante frecuente que el huevo se quede pegado a la sartén, una situación muy molesta que puede convertir a nuestra tortilla en un revuelto poco agradecido.

Para evitar esta situación, es imprescindible que contemos con una buena sartén antiadherente que todavía mantenga sus propiedades, ya que así se reducirá el riesgo de que el huevo se quede pegado. Sin embargo, hay otro elemento que juega un papel importante en este proceso: el aceite.

Cuando se prepara una tortilla, se tiende a pensar que, a mayores cantidades de aceite, menos probabilidades hay de que se pegue. La teoría es cierta, dejémoslo claro, pero inundar nuestra sartén con aceite puede ser contraproducente, tanto para nuestra salud como para el propio sabor del plato. Por ello, es importante que encontremos un equilibrio que nos permita disfrutar del sabor de los ingredientes sin correr el riesgo de romper nuestra tortilla.

Para conseguir este punto intermedio, hay un truco, que consiste en verter un buen chorro de aceite en la sartén y esperar a que se caliente. Cuando el aceite esté humeante y empiece a esparcirse por toda la superficie, tendremos que retirarlo y verter la mezcla de patata y huevos sobre el aceite residual que quede en la sartén. De este modo, la superficie de la sartén estará empapada de aceite, lo que evitará que el plato se pegue, y nos libraremos del exceso que pueda afectar a los ingredientes. ¿Te animas a probarlo en casa?