¿Por qué el conductor del coche nunca se marea en el viaje?
A bordo de un coche que no se conduce el sistema nervioso central percibe información contradictoria de la vista o del oído interno
Cuando el mismo conductor de un vehículo se marea es probable que la causa esté en algún problema de salud personal y no en el hecho de conducir
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Ciertos trayectos en coche cuando no se conduce te dejan el cuerpo como si te hubieran centrifugado. Ya sea por el recorrido que tiene demasiadas curvas o por el que va al volante, el mareo, sobre todo en los asientos traseros, puede ser horrible. En Uppers hemos consultado con un especialista qué genera este malestar y por qué el conductor del coche nunca se marea al contrario que los acompañantes.
El mareo que sufren algunas personas al ir en un vehículo y que se debe al movimiento se llama cinetosis común. El conductor también se puede marear, pero no a causa de la cinetosis. Los que padecen este malestar en ocasiones lo combaten con ciertas medicaciones para viajes largos o para subir a un barco. El problema llega al coger un taxi o contratar un trayecto con conductor en una ciudad donde para esos pocos kilómetros no conviene medicarse.
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El experto explica que si se es consciente de las causas que provocan ese mareo o la cinetosis es más probable que se puedan evitar o por lo menos mitigar los síntomas.
Por qué los acompañantes se marean en el coche
Todo sucede porque el sistema del equilibrio humano percibe que a bordo de un vehículo se está en movimiento. Este mismo sistema es el que recibe información con respecto a la posición y el movimiento de modo que el cuerpo se pueda mantener en pie o sentarse en una silla sin caerse. Para todo ello, es decir, para que una persona sea capaz de mantener el equilibrio se produce una interacción continuada y permanente entre cinco partes del sistema nervioso:
- El oído interno, que controla las direcciones del movimiento: un giro, el balanceo, el cabeceo, una oscilación transversal o longitudinal...
- La vista, que recibe datos sobre la posición y el movimiento.
- Los receptores de presión de las articulaciones de las piernas y la columna vertebral, que informan sobre la posición del cuerpo.
- Los receptores sensoriales de los músculos y las articulaciones, que indican qué partes del cuerpo se están moviendo.
- El sistema nervioso central, que lo forman el encéfalo y la médula espinal, que procesa todos esos datos tras recibirlos.
Cuando una persona se sube a un coche el sistema nervioso central empieza a recepcionar información contradictoria de todos los sistemas. Lo que recibe de la vista y del oído interno no encaja con la sensación de aceleración ni con la posición que mantienen los músculos, las articulaciones o los huesos. Toda esa incoherencia es la que puede dar lugar a la cinetosis o al mareo.
Los síntomas en cada persona se quedan en bostezos, salivación y un ligero malestar o nauseas hasta la pérdida de orientación y del equilibrio, sudores fríos o vómitos. En el caso de los bostezos responden a la necesidad que presenta el organismo de oxigenarse. Las náuseas y vómitos, por su parte, obedecen a las reacciones en el tronco cerebral, muy cerca del centro nervioso del equilibrio.
Por este motivo, esas personas que suelen sufrir ese mareo cinético nunca leen en el coche o en un autobús, ya que en su caso la información que recibe el sistema nervioso central es más contradictoria aún; la vista y el sistema osteomuscular emite datos de que el cuerpo permanece estático, quieto, mientras que el oído interno informa de movimientos inesperados.
Cómo evitar el mareo en coche
De este modo, una forma de paliar los síntomas de la cinetosis es intentar que toda la información que recibe el sistema nervioso central sea coherente. Puede funcionar si se ocupa el asiento del copiloto, mirar al horizonte para reducir la sensación visual de velocidad y hasta imitar los movimientos físicos del conductor que se mueve acompasadamente con la carretera.
Además, cuando se ocupa un asiento trasero se tiende a fijar la vista en un punto interior del vehículo, pero lo más coherente para todos los sentidos sería mirar el paisaje en movimiento. Sin darse cuenta el pasajero genera una contradicción: con la vista transite que está quieto pero las sensaciones restantes indican movimiento. Por supuesto, una recomendación básica, como se ha explicado, es no leer. Por otra parte, el conductor también puede tener algo de culpa a la hora de generar mareos en sus acompañantes si acelera, frena o gira bruscamente.
En cuanto a este conductor, si se marea es probable que no se deba a una cinetosis sino a otros problemas de salud. “Su sistema nervioso central es capaz de realizar una predicción mental del movimiento que llevará a cabo el vehículo que está manejando. Todos sus sentidos van al unísono porque está anticipándose a los movimientos que él mismo decide”, apunta el experto.
Antes de tomar una curva, por ejemplo, hay coherencia porque la cabeza bascula, los brazos se disponen a girar el volante o la vista se centra en la curva. No obstante, un piloto de avión o un patrón de barco tienen más riesgo de sufrir cinetosis en ciertas situaciones críticas como una tormenta o marejada. En estos casos los sistemas no son capaces de transmitir información coherente ante la falta de predicción a lo que se añaden los movimientos imprevistos ante una fuerte ola repentina.
Ahora bien, la cinetosis se presenta como un problema que todavía no se ha solucionado de cara a ese futuro en el que los vehículos conducirán por ciudad y por carreteras de forma autónoma, es decir, sin un conductor. Esa imagen idílica de ir leyendo o viendo una película mientras el coche hace kilómetros hoy sería inviable para cualquiera que sufra de cinetosis.