El mecanismo interno de las baterías de los vehículos hace que ciertas temperaturas afecten a su funcionamiento y no realicen uno de sus principales cometidos: generar electricidad para el arranque. En Uppers hemos consultado con nuestro taller mecánico de confianza qué provoca más fallos en la batería del coche: el frío y permanecer a bajo cero toda la noche o el calor extremo del verano con temperaturas que a diario superan los cuarenta grados. Los meses de junio, julio y agosto del año pasado fueron intensos y duros y el pronóstico de los expertos de cara a los próximos ejercicios es aún peor.
La batería tiene la función de almacenar electricidad para que sea consumida cuando el vehículo la demanda como sucede con el motor de arranque. En su interior se encuentran una placa positiva y otra negativa, ambas de plomo, pero con una composición distinta, sumergidas en un electrolito, en este caso, una solución de ácido sulfúrico y agua.
Desde la marca de baterías Varta explican que “la electricidad fluye desde la batería en cuanto hay un circuito conectado entre los polos positivo y negativo, lo que sucede cuando un consumo que necesita electricidad, como la radio, se conecta a la batería”. El proceso de carga y descarga es constante de modo que, por ejemplo, al encender la radio la batería comienza a descargarse.
Con el uso, “la composición del plomo de las placas es más parecida, disminuye la densidad del ácido y como consecuencia la tensión entre bornes es menor”, detallan desde Varta. Llega un momento en el que la descarga es tal que ya no es capaz de suministrar electricidad a la tensión que requieren los sistemas del vehículo. Hasta que su vida útil llega a su fin es posible recargarla una y otra vez alimentándola con corriente eléctrica.
Los expertos apuntan que cuando una batería empieza a descargarse continuamente puede que haya que cambiarla por una nueva. Añaden que también se debe comprobar el estado del sistema eléctrico por si la causa de esa descarga estuviera en el mismo. Los fallos de los componentes eléctricos agotan la batería, aunque esté nueva.
Las mismas temperaturas afectan igualmente al funcionamiento de la batería. Lo curiosos es que el calor es el que repercute en mayor medida provocando un proceso de autodescarga. Sin embargo, el conductor lo nota en invierno que es cuando empieza a fallar. Por cada grado que baja la temperatura, la batería reduce su capacidad de respuesta, con lo cual, a -4 ºC el motor de arranque tiene más dificultades para recibir la electricidad que necesita. Es como un “bucle”.
El motor y el aceite que lo engrasa están tan fríos que demandan más potencia de arranque a la batería, pero esta se ha ido deteriorando poco a poco. A ello se añade que con el frío se utilizan otros sistemas como la calefacción de los asientos que “chupan” aún más de la batería.
Las elevadas temperaturas del verano influyen negativamente en el proceso químico que tiene lugar en su interior. Con el calor los componentes envejecen y en invierno acaban rompiéndose. Al final, cuando las baterías ya han cumplido demasiados años o están en malas condiciones, una sola helada durante una noche es suficiente como para que por la mañana sea imposible arrancar el vehículo.
Los expertos subrayan que un buen mantenimiento del vehículo con las revisiones oportunas y el cambio de componentes y elementos que indican los fabricantes es básico para alargar la vida útil de la batería. Lo oportuno es que estas revisiones se lleven a cabo antes del comienzo del invierno y prestar atención a los posibles síntomas indicativos de un fallo. Con las revisiones que realizan los profesionales se consigue que no se deteriore la capacidad de la batería durante el verano, se reduce el riesgo de descarga o avería y se mejora su rendimiento, aunque las condiciones meteorológicas sean extremas.