Cuando la pasión por las motos se hereda de padres a hijos: “Rodar juntos es un elixir vital”
Amador lo tiene claro: “compartir esta pasión con mi hijo es un regalo que disfruto a diario”
Sin embargo, sólo uno de cada cinco motoristas heredan la pasión de su padre por la moto
Seis de cada diez moteros han llegado a la moto por sus propios medios y gustos
Aunque las creencias indican que los padres transmiten sus pasiones a los hijos, los tiempos modernos son más caprichosos y, sin duda, cambiantes. Parece que los últimos estudios indican que los tiempos de “yo, de mayor, quiero ser profesor, médico, bombero, futbolista… como papi” han pasado de largo, puede que para no volver, eso no lo sabemos. El caso es que tener un modelo en casa parece que no es garantía de que los hijos puedan seguir los pasos de los padres.
Se calcula que hay más de tres millones de motos circulando por España. Muchos podemos pensar que fácil un millón de ellos, sino dos, son moteros por “causas familiares”, pero, atención, hemos tenido que leer dos veces el último informe publicado para repasar las cifras que arroja porque, evidentemente, lo de “padre motero, hijo motero”, es una leyenda que sólo se cumple en uno de cada cinco casos.
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Los datos hablan alto y claro
Komobi es un fabricante especializado en localizadores GPS para motos en España y, aprovechando el pasado Día del Padre, hizo una encuesta masiva entre los diferentes miembros del mundo motero, y los resultados son realmente sorprendentes: muy poco más del 20% de los encuestados han confirmado que su pasión por las motos viene de su padre.
A la pregunta “¿De dónde viene tu pasión por las motos?”, la respuesta, no ha sido la esperada por la mayoría de nosotros. A día de hoy, es más común heredar los colores de un equipo de fútbol o el gusto por un plato preferido de tus progenitores, que seguir la tradición motera de tu papá o tu mamá. De hecho, tres de cada cinco moteros actuales confirman que son autodidactas en su gusto por las dos ruedas, una semilla que germinó por generación espontánea en su interior y que no tuvo nada que ver con sus progenitores. Ver para creer.
Amador y Guido, una historia diferente
Amador García es un upper que peina canas (+60). Su Honda Dauville 650 ha visto como le daba varias vueltas al marcador. Al principio con su mujer, motera de pro, también con un gusto por el motor inculcado por su padre. Cuando llegó Guido, la cosa cambió… pero sólo momentáneamente. Guido ya tiene moto, va rápido y ligero, pero seguro, y es raro el fin de semana que padre e hijo no salen a dar una vuelta. La lluvia y el viento no les amedrentan, si un día no salen, es porque están frente al televisor viendo MotoGP. Así de sencillo. Y recuperarán el día seguro.
Amador y Guido viven en un pueblo de Guadalajara. No hay carretera que no conozcan en 200 kilómetros a la redonda. Fans de Valentino Rossi, la Yamaha R6 de García Junior tiene los toques amarillos fosforitos del ídolo de su padre, que también es el suyo, a pesar de que no le ha visto en su mejor época, cuando encadenaba títulos mundiales año tras año.
A Guido le gusta más la velocidad que a su padre. Amador es más rutero, más de “irme a comer una paella a Valencia y volver”, pero claro, nada de ir por la A3 en línea recta, con “la cantidad de curvas que hay en la provincia de Cuenca”, dice socarrón. Guido, a pesar de ello, de su amor por bajar una marcha, dar gas y apurar curvas clavando frenos, no cambiaría seguir saliendo con su padre los findes por nada del mundo.
Y claro, Amador, no cabe en sí de orgullo. “Cada kilómetro que comparto con mi hijo es un día más de vida que gano”, asegura. “Soy consciente de que no es el hobbie más seguro y tranquilo del mundo, pero rodar juntos es un elixir vital. Hasta la cerveza sin alcohol sabe mejor cuando paras en cualquier sitio a comentar las últimas curvas o a decidir la carretera de vuelta”, siempre intercambiando impresiones con Guido. “Es fantástico, no lo cambiaría por nada del mundo”, confiesa con un brillo inconfundible en los ojos.
Allanar el camino, una opción inteligente
Si eres padre y te gustaría que tu hijo siguiese tu pasión por las dos ruedas, lo mejor, de pequeño, es ponérselo fácil, ver las carreras en la tele, hacerle ver el disfrute que sientes cada vez que montas en una y, si es posible, dar paseos placenteros con él. Si el interés está ahí, hay motos pequeñas, pit bikes, de menos de 50 cc para los peques que pueden ser una buena toma de contacto para ver si el mundo de la moto le mola o no.
En definitiva, a pesar de que los tiempos cambian y hay que cambiar el chip, se acabó lo de “padre policía, hijo policía, madre doctora, hija doctora… y también lo de padre motero, hijo motero. La verdad es que salir en moto con tu hijo sigue siendo un placer indescriptible, que sólo los que lo disfrutan, cada vez menos, aprecian en toda su enormidad.