La lista negra de famosos que no pueden conducir un Bugatti
Pocas marcas como Bugatti pueden permitirse el lujo de vetar a ciertos clientes por su comportamiento o 'despreciar' la insignia
Los entendidos consideran que un Bugatti es una obra de arte; diseño, exclusividad, potencia y velocidad que rozan el cielo
Bugatti La Voiture Noire: un coche de lujo extremo, único y valorado en 11 millones de euros
Hay una inalcanzable galaxia automovilística que nada tiene que ver con las preocupaciones mundanas de los conductores mortales como el precio del combustible o qué coche me compro que contamine menos. Bugatti se ha volcado en crear vehículos que superan los límites de la velocidad, del precio y de la exclusividad y además se permite el lujo de vetar a ciertos clientes. En Uppers nos preguntamos qué famosos no pueden conducir un Bugatti, qué han hecho para que la marca no quiera venderles una de sus increíbles máquinas a pesar de que tengan respaldo bancario de sobra.
La historia de Bugatti va pareja a la del automóvil. En 1886 Carl Benz patentó un vehículo con motor de gasolina de tres ruedas y poco después Gottlieb Daimler creó el primer carruaje motorizado de cuatro ruedas. A partir de entonces empezó a desarrollarse el sector al que se incorporó Ettore Bugatti en 1909 cuando fundó su propia empresa en Molsheim, una región de Alsacia. En ese tiempo, el territorio pertenecía a Alemania y tras el tratado de Versalles se anexionó a Francia.
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Desde sus inicios, la marca Bugatti ha estado unida al mundo de la competición apostando por motores veloces y resistentes. En 1998 la casa pasó a formar parte del Grupo Volkswagen y se fabricaron unidades que marcaron hitos como el Bugatti Veyron entre 2005 y 2016. Un año después, Stephan Winkelmann asumió la presidencia de la compañía para dar un vuelco radical y volver a posicionarla en el top del automovilismo. El objetivo que se propuso al llegar sigue intacto: apartar las cifras absolutas de potencia y velocidad máxima que marcan récords para centrarse en la venta de unidades exclusivas, lo que llaman estrategia one-off.
De este modo, se lanzó Bugatti Divo, una unidad que cuyo rendimiento sigue a la cabeza de la corta lista de números uno, pero su diseño alcanza la misma relevancia que la velocidad o la potencia. Es más, ese diseño se vuelve exclusivo y se llega a posicionar al mismo nivel que una obra de arte mecánicamente hablando y por supuesto en lo que concierne a la carrocería, frontal, asientos... Si hasta entonces los precios de la marca eran brutales, en ese momento se volvieron estratosféricos.
Dentro de esta rueda de la exclusividad y de un lujo que pocos pueden probar y conducir, aquel que adquiere un Bugatti se transforma en un embajador de la marca lo quiera o no. Cuando lo saca de su garaje, lo elige ese día dejando aparcado el resto de su colección, y acapara todas las miradas. Es inmediato, tanto el comportamiento del conductor como el del vehículo empiezan a ser analizados escrupulosamente por aficionados y entendidos.
Es lógico que la marca pretenda que cualquiera de sus unidades, que se publicitan con su sola presencia rodando por una avenida o a la llegada de un evento, sean “la envidia” de amigos y familiares. Todos son susceptibles de convertirse en nuevos clientes pues sus carteras se abultan en niveles parecidos. El único problema es que esa exposición pública es un arma de doble filo; Bugatti corre el riesgo de que se ponga en duda la categoría o las prestaciones del vehículo si aparentemente algo falla o si el mismo conductor lo “desprecia”.
Con todo ello, es inevitable, según cuentan los expertos, que la marca haya ido elaborando su propia lista negra de clientes. Son personas cuyo acceso a la compra de cualquiera de las unidades de Bugatti queda vetada para siempre. A la firma le da igual que vayan con un talón por delante porque considera que el daño que ese cliente le ha hecho a la insignia es imperdonable. Estos son algunos de los clientes de la lista negra de Bugatti:
Simon Phillip Cowell
Simon Phillip Cowell, de nacionalidad británica, es directivo de la empresa musical Sony Music. Tiene un especial sexto sentido para crear bandas pop formadas por chicos o chicas de éxito para el público adolescente como, por ejemplo, One Direction y participa como jurado en talent shows musicales. Se compró un Bugatti Veyron que prácticamente no utilizó a lo largo de seis años. Después anunció en sus redes sociales que iba a poner a la venta su Veyron porque ya había conseguido adquirir su auto favorito. Bugatti le retiró la palabra.
Jenson Button
El piloto británico Jenson Alexander Lyons Button fue campeón del mundo de Fórmula 1 en 2009, subcampeón en 2011 y tercero en 2004. Era dueño de un Veyron pero debe ser que no le convencía lo suficiente; en público se dejaba ver con un coche de otra marca. Con unos 2.400 kilómetros recorridos vendió su Bugatti a un tercero por un millón de dólares de modo que entró en la lista negra de clientes.
Floyd Mayweather
A Floyd Joy Mayweather Jr. se le conoce como Money. Nació en Estados Unidos e hizo una fortuna de unos 1.200 millones de dólares dedicándose al boxeo profesional. Según cuentan, mientras estaba activo adquirió un Veyron Grand Vitesse de 2011 y un Veyron Grand Sport Vitesse de 2015. Al cabo del tiempo los vendió por 2,45 millones de dólares y 3,95 millones de dólares, respectivamente, unas cantidades superiores a lo que había pagado por ellos. Cuando la marca presentó el nuevo modelo Chiron, del que se iban a fabricar 500 unidades, Money quiso comprar uno de ellos. Sin embargo, Bugatti le negó la venta por su comportamiento con los dos Veyron.
Tom Cruise
En 2006 el actor llegó junto a su mujer conduciendo un precioso Bugatti Veyron al acto de presentación de la película Misión Imposible III. Rodó despacio hasta aparcar en una alfombra roja, salió del coche y lo rodeó para abrirle la puerta a Katie Holmes. Metió la mano en la manilla y tiró de ella hasta en dos ocasiones, pero no podía abrir la puerta. Después de unos segundos que parecieron horas, pues la prensa y los aficionados al cine de medio mundo estaba pendientes del evento, por fin abrió la puerta y su mujer salió del Bugatti. Probablemente, ella tendría echado el pestillo por dentro y no sabría qué hacer. Sin embargo, a la marca le llovieron las críticas por haber diseñado un vehículo tan exclusivo y tan caro para que después fuera tan difícil abrir la puerta. En consecuencia, Bugatti incorporó al bueno de Tom Cruise a su lista negra de clientes.
Flo Rida
Tramar Lacel Dillard, al que se le conoce como Flo Rida, es un rapero, cantante y compositor estadounidense. Tras comprarse un Bugatti Veyron fue detenido por conducirlo ebrio. Evidentemente, a la casa no le gustó que su creación saliera en la prensa envuelta en una noticia tan poco afortunada. El rapero ya nunca podrá adquirir ningún Bugatti.