Has oído hablar de los coches eléctricos, pero quizá no de los que utilizan gas. Un buen puñado de marcas han decidido apostar ellos y ofrecen dos opciones, el Gas Licuado del Petróleo (GLP) o el Natural Comprimido (GNC), Para ponerte en situación, los coches que usan GLP o GNC tienen un precio que no varía mucho con respecto a los habituales de gasolina e incluso puedes transformar tu vehículo en uno de ellos por unos 1000 euros. Hemos estado investigando pros y contras, sobre todo su supuesta limpieza con el medio ambiente, y te hemos hecho los deberes para que puedas elegir con seguridad tu próximo coche.
En apenas dos años, lo que parecía ciencia ficción es una realidad en España. La normativa europea empieza a ser muy exigente con las emisiones de los coches y las empresas automovilísticas no paran de buscar alternativas: gas, electricidad, hidrógeno... La Unión Europea exige la reducción en 2030 de, como mínimo, el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a las cifras de 1990.
Está claro que reducir el uso del petróleo y sus derivados es fundamental, y no olvidemos que, en gran medida, el gas está ligado a él. En realidad, son las importantes subvenciones y exenciones fiscales las que hacen que este tipo de combustible sea una alternativa real para los bolsillos de los usuarios.
El GLP es una mezcla de gas butano y propano obtenido de los pozos de petróleo. Al someterse a presión, el gas pasa a estado líquido, ocupando mucho menos volumen. El GNC es un gas que se obtiene de forma muy sencilla. Los análisis dicen que es algo más contaminante que el GLP. Se debe almacenar en estado gaseoso y ocupa casi el doble de volumen que el gas licuado, por lo que resta mucho espacio en los vehículos. Tanto el GNC como el GLP emiten en su combustión partículas de CO2 y H2O.
Sí. Por precios que empiezan en algo más de 1.000 euros, empresas especializadas pueden convertir casi cualquier coche en un híbrido a gas con todas las homologaciones pertinentes. Generalmente, se instala un depósito para este gas en el hueco de la rueda de repuesto y con ello puedes obtener la etiqueta Eco (en Madrid), además de extender la autonomía de tu coche.
A favor de incorporar GLP o GNC a mi cocheEste tipo de coches se benefician de medidas económicas favorables para los dueños como acceder a las grandes ciudades en periodos de gran contaminación, pagar menos dinero por aparcar en las zonas controladas o circular por carriles vetados a los vehículos normales, amén de pagar menos impuestos en función de la comunidad autónoma en la que esté adscrito. Además, se benefician de las ayudas estatales del Plan Movalt, ni más ni menos que 2.500 euros.
El consumo del GLP por un motor de gasolina tradicional es algo mayor que el equivalente de gasolina, pero el coste por litro es prácticamente la mitad, por lo que se termina ahorrando entre un 35 y un 40%.
La pérdida de potencia al funcionar el coche con gas suele estar en torno al 5% con respecto al gasolina, algo casi inapreciable.
Siempre se ha dicho que el gas es más peligroso, pero este comentario ha quedado más que obsoleto con el paso de los años. Ni GLP ni GNC corren riesgo de explosión en circunstancias normales, siendo igual de seguro que la gasolina o el gasóleo.
Los coches que usan gas o sus derivados no terminan de ser la solución ideal para reducir el efecto invernadero ni reducir la emisión de partículas nocivas a la atmósfera. Nos remitimos a uno de los estudios más asépticos hemos encontrado, 'Transport & Enviroment' en el que se determina que los coches de gas no son tan eficientes ni limpios como se creía.
De hecho, la contaminación es similar a los motores de combustión tradicionales. El estudio desaconseja doblemente esta opción, ya que no sólo no reduce la contaminación, sino que retrasa la investigación y el paso a tecnologías que sí son más respetuosas.
Han proliferado investigaciones tanto a favor como en contra de estos híbridos a gas. Que nadie se lleve a engaño: tras la mayoría de ellos, poderosos lobbies extienden sus tentáculos para intentar convencer o denostar de lo idóneo de estas nuevas formas de propulsión, así que hay que estar muy atentos para intentar ser lo más objetivo posible.
A día de hoy, ya hay más de 600 puntos de recarga en nuestro país de GLP, parecen muchos, pero aún están en franca desventaja con los puntos habituales de gasolina y gasóleo. La red de abastecimiento de GNC es mucho menor que el GLP, y no está presente en todas las ciudades de España aún.
Hay un estudio demoledor al respecto recién finalizado por la Universidad de Linz, en Austria. El resultado de la prueba es que los autobuses Euro VI que se mueven con gas emiten a la atmósfera más CO2 y más NOx (óxidos de nitrógeno) que los autobuses Euro VI que usan diésel.
El test se ha efectuado en condiciones reales e idénticos trayectos para ambas opciones. Para más inri, adquirir un autobús a gas es más caro (50.000 euros más; en torno a un 20%) que uno similar que se mueve con gasóleo.