Retrofit o cómo transformar el coche de combustión en uno eléctrico
La Comisión Europea, en su objetivo para reducir las emisiones de los países miembros, ha presentado un nuevo paquete de medidas que incluye el cese de la comercialización de los vehículos de combustión
Los coches eléctricos serán los grandes protagonistas de la transición europea hacia una movilidad cero emisiones
El Retrofit es un método que permite convertir un vehículo de combustión en uno eléctrico para darle una segunda vida
Los coches de combustión parecen tener los días contados. Después de que el pasado mes de diciembre los líderes de la Unión Europea se comprometiesen a reducir sus emisiones en un 55% en comparación con los niveles de 1990 para poder alcanzar la neutralidad climática en 2050, la Comisión Europea ha presentado un nuevo paquete de medidas en el que se incluye el cese de la comercialización de los vehículos propulsados por diésel, gasolina, gas e híbridos.
Según este documento, que todavía tendrán que aprobar tanto el Parlamento Europeo como los países miembros, a partir de 2035 no podrán venderse dentro del territorio europeo turismos o furgonetas nuevos que emitan dióxido de carbono a la atmósfera, y aunque los vehículos que estén en activo podrán seguir en circulación, los cálculos apuntan a que de cara a 2050 desaparecerán por completo de las calles y carreteras europeas.
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Con esta propuesta, Bruselas asesta un fuerte golpe sobre la mesa contra los fabricantes, que deberán apostar por modelos no contaminantes si quieren seguir haciendo negocio en el mercado europeo (el más importante del mundo), y avanza en su transición hacia una movilidad cero emisiones en la que el coche eléctrico será uno de los grandes protagonistas.
En este proceso, la Comisión Europea también planea instalar puntos de carga cada 60 kilómetros para el coche eléctrico y cada 150 para los que utilizan hidrógeno, así como subir el precio de los combustibles fósiles para alentar a la población a cambiarse a los vehículos no contaminantes, un paso con el que que, además, pueden evitar el pago del impuesto de matriculación, beneficiarse de un descuento en el de circulación y moverse con libertad por las grandes ciudades del país.
Este cambio, sin embargo, no tiene por qué ir ligado a la compra de un nuevo automóvil. En los últimos años, se ha popularizado una alternativa con la que los ciudadanos pueden disfrutar de todas las ventajas de tener un coche no contaminante sin deshacerse de su viejo compañero. Hablamos del retrofit (reacondicionamiento en español), un método que comenzó siendo exclusivo para los vehículos clásicos o de lujo y que ahora se usa para reconvertir los coches de combustión a coches sostenibles.
Retrofit, el método para transformar coches de combustión en coches eléctricos
En concreto, este procedimiento consiste en cambiar toda la mecánica interna de un vehículo de combustión usado por un sistema de propulsión eléctrico para darle una segunda vida y convertirlo en un modelo sostenible con el medioambiente.
Esta conversión puede realizarse con todo tipo de coches con más de cinco años de vida, siempre y cuando tengan la ITV en regla, y suele tardar varias semanas en completarse, ya que hay que vaciar todo el coche por dentro y elegir, adaptar y modificar todas las piezas que sean necesarias para armar un coche eléctrico.
El precio es de entre 15.000 y 17.000 euros, aproximadamente, una cifra un poco más baja de lo que se pide por los modelos eléctricos de primera mano. Eso sí, la autonomía de estos vehículos reconvertidos es menor que la de los modelos nuevos, por lo que los conductores que más se beneficiarían son aquellos que no recorren un gran número de kilómetros.
Impulsado por Francia, que en abril del año pasado aprobó una ley que abarató y simplificó al máximo los trámites para homologar este tipo de vehículos, el objetivo del retrofit es fomentar la economía circular, aumentar el parque de vehículos eléctricos dándole una nueva vida a los coches antiguos y atraer al público a este tipo de modelos no contaminantes.
En España, esta práctica también es completamente legal, aunque el proceso para legalizar los vehículos transformados es mucho más arduo que en el país vecino. A diferencia de Francia, donde los talleres autorizados solo tienen que homologar una vez los modelos (es decir, si se homologa la conversión de un Citroën C3, por ejemplo, esta homologación sirve para los demás vehículos del mismo modelo; se permite la homologación en serie), en nuestro país las conversiones se tramitan de forma individual, lo que alarga y encarece todo el proceso. No obstante, ahora que existe el ejemplo del país galo, todavía hay posibilidades de que veamos algo semejante en nuestro país. De momento, eso sí, toca esperar.