El paulatino envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida ha provocado que cada vez haya más conductores de la tercera edad en las carreteras. Según los datos de la DGT, actualmente el 15,5% de los permisos de conducir que hay en nuestro país pertenecen a personas con más de 65 años. Considerando que el número total de carnets que hay en nuestro país es de cerca de 27 millones, esto implica que al menos 4,1 millones pertenecen a nuestros mayores, una cifra bastante alta que explica por qué es tan habitual que nos encontremos diariamente con uno o dos conductores que nos doblan en edad.
A pesar de que cualquiera puede sufrir un accidente de tráfico, son muchos los que creen que a partir de una determinada edad no se debería poder conducir. Los partidarios de esta postura argumentan que la pérdida de las facultades motoras, sensoriales y cognitivas que presentan nuestros mayores es un factor de riesgo que podría aumentar los accidentes en la carretera, poniendo en peligro tanto al anciano conductor como a quienes le rodean.
En el siguiente vídeo, además, podrás ver la multa a la que te enfrentas si te quedas esperando con el coche con el motor encendido.
Si miramos los datos de una antigua encuesta de la Fundación Mapfre en la que se recoge que un 67% de los conductores mayores de 65 años se siente “más inseguro y más lento al volante”, parece que hay pruebas que respaldan esta postura, ya que un 45% de los encuestados admitió haber perdido facultades relacionadas con la vista, un 25% dijo haber perdido reflejos y un 17% reconoció que no oía bien. Sin embargo, los datos de siniestralidad se mueven en líneas diferentes.
Según el estudio “Mayores de 65 años al volante: ¿peligro real o mito social?” de la Fundación Línea Directa, la tasa de accidentalidad de las personas de la tercera edad es cuatro veces más baja que la de los menores de 25 años y menos de la mitad que la tasa de los conductores de entre 35 y 44 años. Esto se debe a que son conscientes de sus propias limitaciones, menos agresivos al volante y más respetuosos con los límites de velocidad. Además, evitan conducir por las noches y recorren menos kilómetros que otros conductores más jóvenes.
En líneas generales se mueve la DGT, que apunta que los mayores de 65 años tienen una siniestralidad del 9% en vías interurbanas y del 7% en urbanas, unos datos que están muy lejos de ser alarmantes.
Pero ¿qué dice la ley al respecto? ¿En qué momento se decide que alguien debe dejar de conducir? ¿Hay algún límite de edad que impida que nuestros mayores disfruten del carnet? La respuesta es no.
Al igual que en el resto de la Unión Europea, en nuestro país no hay una edad máxima para dejar de conducir. Quien decide que una persona puede seguir conduciendo son los psicotécnicos que se encargan de renovar los permisos, por lo que cualquier persona que supere estos test puede seguir al volante, independientemente de su edad.
Los requerimientos para superar estas pruebas son las mismas que para el resto de conductores. No obstante, las personas mayores de 65 años tienen la obligación de renovar su carnet cada cinco años en vez de cada diez, como ocurre con las personas menores de 65. En el caso de los conductores profesionales, estos plazos se reducen y, mientras que los menores de 65 deben pasar la revisión cada cinco años, los mayores deben hacerlo cada tres.
Como curiosidad, según la DGT solo un 1% de los conductores entre 65 y 85 años no pasan el psicotécnico, un porcentaje que sube al 2% en el caso de los mayores de 85. Estos datos dan pie a otro debate distinto, centrado ya no en la edad a la que deben dejar de conducir nuestros mayores, sino en la necesidad de crear unas pruebas más específicas que sirvan para valorar mejor su estado, pero eso es otra historia.