Hay marcas de coches que nos piden traje, corbata y una copa de vino para empezar a hablar de ellas. De hecho, no vendría mal un poco de fantasía para este viaje. ¿Cuál sería el precio de un Bentley ahora, con las toneladas de historias y anécdotas que han corrido bajo los pistones de su motor? Junto a Mercedes, Bentley es sinónimo de lujo, carrocerías de coches deslumbrantes y precisión en los motores. Coches que no son para cualquier alma ni cualquier bolsillo. El glamour a las cuatro ruedas se paga, o se pagaba, ya que la marca quebró y fue adquirida por Rolls Royce. Durante muchos años corrió bajo sus alas. Te contamos un poco de su historia.
Bentley nace en Inglaterra, concretamente Londres. Hay que remontarse a 1919 para dar con el creador, Walter O. Bentley, un aficionado a la modificación de motores y a las carreras de coches, aunque entonces solo fabricaba piezas para el mercado de la aeronáutica en la Primera Guerra Mundial. Su territorio de bautismo: el ferrocarril, y los motores de combustión, en los que creía a ciegas.
1912 es un año clave para Bentley. Justo después del hundimiento del Titanic, la familia del ingeniero reúne suficiente capital para hacerse con DFP, una discreta compañía de importación de coches de carreras. De ahí le viene su primera fama, y es la razón para que el ejército requiera de sus servicios. Bentley empieza fabricando los motores de algunos de los aviones británicos en 1914, durante la Gran Guerra. Dos son los que destacan: el BR1 y el BR2.
Hay una anécdota famosa que implica al jovencísimo Bentley y a un pisapapeles de aluminio en el que se fija durante una visita a su fábrica. Le gustó lo ligero que era el material, y de ahí se conoce que nace su idea para el motor que años más tarde lo convertiría una celebridad en los circuitos del motor y los coches de lujo: el motor de pistones de aluminio, el mismo que usó para el ejército y Sopwith, la marca que los fabricaba para los aviones en las maniobras de la Guerra.
Bentley Motors nace más o menos a la par que los éxitos deportivos del ingeniero y el papel destacado de sus coches en las competiciones más importantes del mundo. El que conozca un poco la marca, sabrá de la existencia de los Bentley Boys, una cuadrilla de millonarios, playboys, pilotos y aventureros aficionados a los coches que adoran el trabajo de la compañía e invierten en ella toneladas de dinero para que siga compitiendo y desarrollando coches.
Su primer coche, el 3L, bate récords en sus primeras carreras. Lo pilota John Duff en 1922, a 145 km/h y durante dos días seguidos, un récord para la época La fama crece, las carreras y también las plantas de fabricación. Los coches Bentley se llevan los laureles de Le Mans hasta cinco veces. Frank Clement, otro de los Bentley Boys, lo pilota en el 24. 1929 es un año para recordar: cuatro de sus coches quedan en los primeros puestos de la carrera. No son los únicos circuitos en los que compite con holgura. Indianápolis, Isla de Man, Brooklands.
Ya en 1931, en plena carrera por el aumento de la producción, los motores Bentley y sus modelos de coches sufren el varapalo de una crisis económica. Woolf Barnato (otro de los BB), un comerciante con negocios de diamantes en Sudáfrica, salva la compañía de la quiebra en 1925. Aun así, la marca fabrica el modelo 4L con un motor de seis cilindros ‘versionado’ hasta los 126CV. La fama de Benley corre tan rápido como los depredadores que andan cerca a la espera de pillar tajada. Rolls Royce entra en la compañía en noviembre de ese año y se hace con la sección de propulsores. Años después, nace el Embiricos, un modelo de coche mítico, el primero de la marca con carrocería aerodinámica.
Muchos son los modelos de coches míticos de Bentley que, junto con la ayuda de Rolls Royce, han emocionado a los amantes del motor: el R-Type (120 cv), el S-Series, con un propulsor sin parangón, o el diseño tan característico del T-Series. En 1982 la marca vuelve a inventar un motor de categoría, el V8, que mantiene en sus modelos durante décadas. Bentley vuelve a ser independiente después de casi setenta años corriendo con la colaboración de Rolls Royce. Llegan más coches memorables: Continental R, Azure y Continental T, su coche más potente hasta la fecha.
Le Mans nunca estuvo fuera de la postal. Vuelve a ganarlo en 2003.