Bugatti, el sueño de un hijo de artistas que revolucionó el mundo de los coches
Decenas de personalidades del arte, como Ralph Lauren, se han obsesionado con los coches de la marca y sus diseños sin igual
La marca Bugatti siempre nos evoca automóviles clásicos y lujosos que apuran las curvas como tajos de cuchillo. Halo de leyenda. Triunfos masivos de estos bólidos en las competiciones del más alto nivel, que a pesar de sus precios astronómicos siempre han contado con el favor del corazón (y la billetera) de los aficionados al motor.
Mítica es la anécdota del Bugatti Royal clásico que se vendió en los 90 por unos quince millones de euros, una de las mayores pujas jamás hechas en una subasta.
¿Qué historia se esconde detrás de la marca? ¿Cómo empezó todo?
El niño que desmontaba triciclos motorizados
Todo nace con Ettore Bugatti, un niño de Milán que empieza su andadura en el rodar ensamblando bicicletas para una fábrica y acaba diseñando y apostando por su sueño: coches con un estilo imborrable. Con solo 17 años, Bugatti ya diseña su primer coche de dos motores.
Para la década postrera del siglo XIXI, los primeros automóviles se pasean por las calles de Europa. Solo los ciudadanos ricos tienen acceso a esta nueva forma de privilegio de cuatro ruedas. Bugatti no pierde el tiempo, y su talento gusta. Pasa casi veinte años desarrollando motores para una marca ajena, De Dietrich, mientras crece su espíritu emprendedor y creativo.
De la casta le viene al galgo, suele decirse, y el caso de Bugatti es particular en la historia de las marcas de coches. Su amor por la creación de objetos bellos y únicos le viene de su familia de artistas de vanguardia europeos. Su abuelo y su padre eran, respectivamente, arquitecto y diseñador de muebles, y es este último es el que se opone al apego de su hijo por el diseño de coches. Quiere que sea artista, y lo alienta en este camino, como hace con su hermano, un escultor que se lleva las palabras de aliento por destreza con las bellas artes: pintura y escultura.
Los primeros diseños
El hito no se hace esperar. Una vez Bugatti cambia de tercio y empieza a trabajar para otra marca, Deustz, las puertas y los medios se le abren y puede diseñar el que a día de hoy sigue siendo uno de los coches más bellos y espectaculares jamás creados: el Bugatti Type 13; una pieza de diseño deslumbrante, además de un coche ligerísimo en comparación con otros modelos de la época.
Como las carreras eran el único medio de cumplir su deseo de diseñar los coches que aparecen en los sueños de los conductores, Bugatti participa en 1911 el Premio de Francia con este mítico modelo de coche que se lleva la gloria. La clave está en el tándem de la potencia y el tamaño. El Type 13 tiene un motor cuatro veces más pequeño que el de sus competidores y un diseño tan ligero que se merienda a los oponentes en la dura prueba, si bien no consigue ganarla.
Después de la carrera, la publicidad para el sueño de Bugatti, su marca, tiene el camino allanado. Crecen las ventas y la fábrica del milanés prospera sin demasiadas dificultades en el terreno de los fabricantes de coches que están en boca de todos. Puede además permitirse contratar a más trabajadores y aumentar ostensiblemente la producción.
Llega el Type 18, de 100 CV de potencia; el primer superdeportivo. El Black Bess, que se hizo famoso por su piloto, una mujer de destreza sin par en las carreras. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial corta de cuajo el ascenso de la marca y su obtención de las mieles del éxito. No era seguro permanecer en la zona donde estaba la fábrica, y Bugatti pasa los siguientes años refugiado en Milán con su familia y diseñando motores de avión que sirvan para. También en este terreno destaca, y da con un diseño revolucionario de motor que permite acoplar una ametralladora entre las hélices y abatir al enemigo sin mayores problemas.
Tras la guerra, Bugatti desentierra los prototipos de coche, hasta cuatro, que había escondido del ejército nazi, y con estos nuevos bólidos empieza a ganar todas las carreras que se le ponen por delante. Es en este punto donde el genio italiano y su cohorte de mecánicos producen algunos de los modelos más impresionantes en la historia de la marca, entre ellos el Type 35, que muchos aficionados y expertos definen como uno de los primeros coches verdaderamente inconfundibles de la firma italiana del motor. No solo es uno de los coches que más carreras ha ganado en la historia. También servía para el trazado urbano. Lleva además en su diseño una seña que es puro Bugatti: el radiador en forma de herradura, en honor a alguno de los diseños del padre de Ettore.
Después del Type 35, llegan modelos sin precedentes en las siguientes décadas de expansión de la marca en el imaginario colectivo, verdaderas referencias incontestables de la conducción: el gigantesco Bugatti Royal, para superricos y gente de cuna con amor por el exceso estético y el lujo, el Type 50 y el Type 55, dos de los coches más avanzados de la época; el Type 57, en 1934, un año en el que la marca ya rivaliza con gigantes como Bentley; el Atalante, una de las creaciones más bellas del hijo de Bugatti, que ahora lleva los diseños por nuevos rumbos.
Tenemos que viajar casi cinco décadas en el tiempo para llegar a los años ochenta, con el diseño del primer coche de fibra de carbono, el EB 110 Supersport, que alcanza velocidades de más de 300 km/h, o superdeportivos de última generación como el Bugatti Chiron o el Veyron, tan del gusto de estrellas del fútbol como Benzema, que posee uno.