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En nuestra época, hablo como Upper, estábamos deseando cumplir 18 años. Para beber alcohol legalmente, no lo neguemos, queríamos entrar en un bar o una discoteca y enseñar el DNI con orgullo, y para poder conducir. Los tiempos han cambiado. Irremisiblemente. Los datos están ahí. Y asustan un poco. Sobre todo a los fabricantes de coches, que están viendo con pánico que los jóvenes pasan bastante de sacarse el carnet de conducir. Y claro, dentro de unos años, la venta de coches se va a resentir aún más.
Los bien o mal llamados Millenials, y aún más los miembros de la generación Z, tienen otros intereses. Y muy poco dinero, otra de las claves. Se avecinan cambios gordos a todos los niveles en la sociedad, sin duda gracias a la numerosa y efectiva tecnología de la que disponemos, pero el sentido de la ecología y la economía, también de la posesión, que ya están cambiando, se van a renovar profundamente y habrá que estar con la mente bien abierta no sólo para aceptar los cambios venideros, sino para adaptarnos a ellos y no quedarnos fuera de juego.
Lo de tener un coche en propiedad, poco a poco, va a dejar de ser algo habitual. Los leasing y los renting llevan años aumentando adeptos. Ahora, con el carsharing, taxi, Uber, Cabify, las diferentes plataformas para compartir vehículos vía app, alquiler por uso… e incluso el auge de bicicletas, eléctricas o no, patinetes, etcétera, amén de la continua mejora del transporte público, va a acabar, tarde o temprano, con la ayuda extra además del coche eléctrico, con aquello de comprarse un coche para uso exclusivo de uno mismo.
Cuando hablas con los jóvenes te das cuenta de que ellos ya se han adaptado a la actualidad y somos nosotros, los Uppers, los que necesitamos cambiar el chip y recalibrar los parámetros de comportamiento. En nuestra época más del 80% de la peña nos sacábamos el carnet de conducir. Ahora es sólo el 58%... y no deja de bajar. La DGT ya ha dado la voz de alarma, ya que en los últimos 4 años hay 2 millones de conductores menos en España. Quedamos 16 millones.
Hace escasas semanas saltaban las alarmas al respecto tras un informe de la agencia Europa Press en el que se hablaba de que sólo la mitad de la Generazión Z (nacidos a partir de 1995) se había sacado el carnet de conducir frente al 81% de los “boomers”, aquellos nacidos entre 1946 y 1964. El que suscribe es de la Generación X, entre 1965 y 1985, y aquí el carnet de conducir lo tenemos el 78%. En definitiva, menos gente se saca el carnet, y cada vez más tarde, casi siempre, “por necesidad”.
De vuelta al habla con los miembros de la Generación Z, más del 60% de ellos no tienen carnet y no tienen intención de sacárselo, ya que conocen a la perfección todas las alternativas disponibles. El miedo a conducir, el elevado coste de un coche y también el de sacarse el carnet, junto a la falta de tiempo ya endémica de nuestra sociedad “tecnologizada”, terminan de matar y rematar al coche en propiedad.
“No tengo intención de sacarme el carnet… ni siquiera me lo planteo. Le he dicho a mi madre que me dé el dinero que cuesta sacarse el carnet de conducir y con él me voy mejor de viaje. Voy a los sitios en metro, en bici, andando… además, soy deportista y mis amigos que no lo son van casi todos en patinete eléctrico. El coche está pasado de moda”, sentencia. Y como Vanessa, la amplia mayoría de la juventud en nuestro país. Sin duda, un ejemplo más que representativo.
Miguel González-Gallarza es portavoz de la Plataforma de Autoescuelas digitales y su análisis es estremecedor: “El mercado ha caído a la mitad en diez años. En 2009 eran un millón de personas las que se sacaban el carnet de conducir. En 2020 la cifra ha sido sólo de medio millón. Es duro para el sector pero está claro que la primera razón es económica: Sacarse el carnet es caro”.
En concreto, la media del coste en nuestro país de sacarse el carnet de conducir es de 1.200 euros, para un joven de 18 años. La mayor parte de ellos no tienen dinero para este cometido… y de tenerlo… también hay una buena parte que prefiere invertirlo en otra cosa. Porque no es sólo comprar un coche, sino después mantenerlo, y combustible e impuestos no son moco de pavo. Demasiado tiempo invertido para un joven con muchas y muy diferentes preocupaciones.
La conciencia ecológica también influye, aún en menor medida, pero gana enteros en el pensamiento de la Generación Z. Quizá con los coches eléctricos se estabilice la caída, pero con este coche, menos contaminante, también proliferarán plataformas para compartir coche, suscribirse a ellos sólo cuando sea necesario, como la empresa recién creada CarDive.
“Antes, tener un coche, era incluso una cuestión de estatus. Ahora empieza a ser considerado en mayor medida un mero transporte que te lleva y te trae”, comenta el presidente de Automovilistas Europeos Asociados, Mario Arnaldo. “Hemos pasado de casarnos, formar una familia, comprar casa y coche al transporte público, a las restricciones del vehículo propio en las grandes ciudades, a las dificultades para aparcar, a los atascos, al alto precio de seguros y combustibles... Ahora mandas un mensaje en una app y tienes un coche con chofer a la puerta en un minuto y con unos precios muy interesantes, sentencia Arnaldo”.
La fabricación y venta de coches en nuestro país están en franco retroceso. En torno al 30% en comparación con el último año pre pandemia. Y no tiene pinta de mejorar, más bien al contrario.